Veía yo el más reciente video subido a You Tube donde el autor anónimo se pitorrea a gusto de ese bufón patético llamado Germán Martínez Cázares, el "presidente" nacional del PAN y, para efectos prácticos, gato de Felipe Calderón, a quien le presta sus servicios como golpeador y porro a sueldo, encargado de meter a su partido en broncas con todos los demás partidos políticos de este país (bueno, excepto con el PANAL, su vergonzante aliado en las elecciones de 2006; y el ve-por-los-chescos favorito, el Verde Ecologista, famoso por prostituirse con quien le ofrezca más lana o mejores candidaturas).

La verdad es que Martínez Cázares parece gozar haciendo el ridículo, si es en cadena nacional mejor. Nada más hay que ver su expresión de suficiencia, su sonrisa idiota, sus ademanes mussolinianos, cuando engola la voz para declarar, con profundo "amooooor por Méeeexicoooo", que los mexicanos debemos cuidarnos mucho de permitir que el PRI vuelva al poder. No le falta razón en su proclama, por supuesto. El PRI es una pandilla de gángsters que robaron y saquearon las arcas nacionales hasta que se cansaron, y no vacilaron en matar, hasta entre ellos mismos, cuando alguien se oponía a sus intereses. Pero a Ger-mancito (Ger-mensito, le dicen por ahí) no le queda hablar de honestidad, de ética, de servicio público, de amor por la patria, y ni siquiera de valentía. Se muerde la lengua el bufón panista cada que menciona esas palabras. ¿Cómo tomar en serio a quien representa a un partido político que no dudó en asesinar a puñaladas a la democracia mexicana en 2006, con tal de "ganar" haiga sido como haiga sido? ¿Cómo respetar a quien se empeña en defender, como porro miserable, a una caterva de delincuentes de cuello blanco? Hace falta ser cínico para tomar en serio a Ger-mensito en sus desplantes de caudillito de barriada tirando madrazos al aire y retando a golpes a sus contrarios.

El futuro de Germán Martínez Cázares, si existiera la congruencia política y la ética en este país, debería ser el gris anonimato, el nunca volver a ocupar un puesto político público, el confinarlo a una existencia mediocre como mediocre es él mismo. Pero dudo que eso ocurra mientras el panismo siga usurpando el poder en este país. Lo más probable es que después de las elecciones de julio, ante los malos resultados que entregará a su partido, todavía lo "premien" nombrándolo embajador en algún pinche país de medio pelo, o a lo mejor lo hacen otra vez secretario de Estado, para que desde la comodidad de la ubre presupuestal siga mamando la corneta y contaminando el espectro político mexicano con su vocecita aflautada y sus desplantes de bravucón de barrio. Porque en eso se especializa el PAN: en encumbrar y sostener mediocres.