Todo está tranquilo en el salón de clases hasta que llega un "loco desquiciado" y a plomazos mata a sus "compañeritos inocentes".
Es aquí cuando todo mundo se entera y culpa de este tipo de tragedias a cosas tan dispares como los video juegos, el bullying (en español: joder al débil), frustraciones, traumas, maltrato, violencia intrafamiliar, etcétera, etcétera, etcétera.
NADIE, NADIE ha volteado a ver a las grandes farmaceúticas y a sus secuaces psiquiatras que recetan, a diestra y siniestra, miles de drogas a miles de niños y adolescentes para tratar "problemas" que, en realidad, la humanidad ha padecido desde siempre.
La depresión y la ansiedad son enfermedades serias que necesitan atención, eso es obvio, pero al parecer, lo que está de moda entre los padres y psiquiatras es justamente lo contrario. O sea, es preferible, para ellos, que el niño ansioso esté sedado o que el deprimido esté con una sonrisa permanente en el rostro a tratar realmente el fondo del problema: falta de atención.
En los últimos años, las grandes matanzas de este tipo, han sido llevadas a cabo por estudiantes que, se ha comprobado, estaban en tratamiento psiquiátrico o lo estaban dejando (síndrome de abstinencia).
Tenemos, por ejemplo, el caso de Columbine, Colorado, en el que uno de los asesinos, Eric Harris, estaba bajo supervisión médica y tratamiento con Luvox, un medicamento normalmente usado para el tratamiento del desorden obesivo-compulsivo.
Otro ejemplo es el de Cho Seung-Hui, el asesino de 32 estudiantes de la Universidad Tecnológica de Virginia el año pasado. Seung-Hui había sido reportado ante las autoridades universitarias por comportamientos antisociales y, aunque nunca se reveló el informe (¿por qué habrá sido?), se sospecha que estaba bajo el influjo de varios medicamentos de uso psiquiátrico al momento de cometer los asesinatos.
Y bueno, todo esto viene al caso porque, una vez más, las "happy pills" han sido ligadas a un crímen de este tipo: el de esta semana en Alemania en el que murieron 15 personas.
Es un tema bastante delicado en el que no hay culpables absolutos. Es una combinación de circunstancias desfavorables las que orillan a una persona a realizar este tipo de actos. También es cierto que todos, como sociedad, somos responsables de esto pues la falta de comunicación, la desatención y el jugarle al macho con los químicos del cerebro sin otro tipo de tratamientos de respaldo (terapia psicológica, actividades sociales, etc) son los detonantes para que personas que sólo necesitaban atención y afecto hayan sido obligadas, por así decirlo, a matar gente y en la mayoría de los casos a suicidarse.
La conclusión a la que deseo llegar no es satanizar a los medicamentos psiquiátricos, sino más bien a la desatención y facilidad con la que muchísimos psiquiatras, ante cualquier síntoma, expiden recetas en lugar de escuchar los problemas de sus pacientes.
También satanizo a las grandes farmaceúticas por "comprar" médicos para que hablen a su favor en revistas y hagan que sus pacientes tomen medicinas de las cuales no están seguros de sus efectos reales. Eso, entre muchas otras cosas con las que se puede satanizar a la Big Pharma.
Con Tafil, Prozac y Ritalín, el mundo vive y duerme tranquilo y feliz, ¿Apoco no?