El artículo 27 constitucional en su párrafo

sexto, versa: "Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir,

transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la

prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a

los particulares y la Nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se

requieran para dichos fines."

En 1992, siendo presidente de la República

Carlos Salinas, se reforma el artículo 3° de la ley reglamentaria de la

constitución en torno a la energía eléctrica, para definir, lo que NO era el

"servicio público" que cita el artículo 27 constitucional, de tal forma que la modificación

a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, de las cuales cito:

"No se considera servicio público:

I.-

I.-La

generación de energía eléctrica para autoabastecimiento, cogeneración o pequeña

producción;

II.-

II.-La

generación de energía eléctrica que realicen los productores independientes

para su venta a

la Comisión Federal de Electricidad..."

Al definir lo que "no se considera servicio

público", se abrió la puerta a la inversión privada, de forma que en el año

2000 el sector privado producía un .4% de la energía eléctrica del país y, a

partir del sexenio de Fox, a la fecha, el sector privado produce el 40% de

dicha energía.

Como estrategia para evitar el aumento de

la fuerte deuda que tiene la CFE, ha recurrido a la compra de energía a

empresas privadas, pero esta misma actividad amplía la deuda de CFE y no sólo

esto, es una deuda generada por privados que se vuelve pública. También es

importante señalar que los contratos que celebra con dichas empresas, tienen

una duración de 30 años, en los cuales se establece un precio fijo inamovible,

así como medidas precautorias con respecto al costo del Gas Natural,

combustible mediante el cual general la energía eléctrica.

Lo cual nos lleva al segundo problema en

los recursos energéticos del país, el gas natural, debido a la escasa inversión

que ha hecho el país en exploración e investigación para generarlo, tiene que

ser importado de forma que, a la deuda eléctrica, se suma la deuda por el gas y

los costos de importación del mismo.

Esto mismo está sucediendo con el petróleo,

poco a poco se pretende que las empresas privadas puedan dedicarse a su

explotación. ¿Sabían que producir un barril de petróleo cuesta 6 dólares, y se

vende a 52 dólares? Impresionante retribución económica sería que México

contara con la infraestructura necesaria para producir, refinar y exportar

crudo y sus derivados.

La privatización calladita y bajo la mesa

de las principales fuentes de energía de nuestro país ha sido tremenda en los

últimos años. La privatización en nuestro país siempre ha representado muchos

fracasos, números rojos y los pocos número negros que aparecen, no son para

beneficio de la nación.

Como ejemplo basta recordar la

privatización de la banca, que trajo como compañera a la terrible catástrofe de

1995, sino a la desnacionalización completa de la misma. Por no mencionar las 21

comisiones que no cobran a sus clientes en sus países de origen y los malos

servicios que en este país, prestan las mismas.

A modo de conclusión de esta columna, cito

un fragmento de un ensayo del 2006, que aún tiene vigencia hasta estas fechas,

relativo al asunto: "...El programa económico que defienden cerradamente las élites económicas nacionales y del extranjero más conservadoras con fuertepresencia en México no deja lugar a dudas: el neoliberalismo y su segundageneración de reformas estructurales, vale decir, la apertura del sectorenergético al capital privado nacional y extranjero, la reforma laboral paraabrir el camino al abaratamiento de contrataciones y despidos de trabajadores,la reforma fiscal (sobretodo la de PEMEX, para abrirle curso a los esquemasprivatizadores), pero especialmente la mercantilización creciente de lossectores educativos, de la salud y de la seguridad social (mediante laprofundización de los esquemas privados de pensiones), para de una vez portodas derribar el de por sí precario Estado de bienestar y abrir esos campos aterrenos jugosos de ganancias privadas..."(Álvarez Béjar, 2006).