A 42 años de la masacre del 2 de octubre, la

situación que enfrenta nuestro país, no es muy diferente a la que se vivió en

1968. En esta ocasión en la que se reclaman sucesos históricos que, a la fecha,

han quedado pendientes de resolver, también se suma el reclamo firme y a viva

voz de la gente que en la actualidad padece desempleo, inseguridad y falta de

oportunidades de desarrollo por parte del gobierno federal.

Las políticas gubernamentales aplicadas

actualmente han dejado, de acuerdo a estadísticas alarmantes, una tasa de

desempleo que crece cada vez más, llegando ya a la preocupante cantidad de 7

millones de desempleados y, si a esto sumamos que el futuro no es nada

prometedor para los cientos de miles de jóvenes que no logran acceder a la

educación media superior y superior, sería bueno que nos preguntáramos ¿en los

últimos 42 años, los gobiernos de derecha han logrado dar a este país el giro

que necesita para cambiar estas estadísticas e impulsarlo de frente a su

progreso?

La respuesta a esa pregunta es un rotundo

no, por el contrario, en la administración actual se ha logrado superar la

larga lista de negros retrocesos. En nuestra memoria colectiva, jamás podremos

olvidar a los pequeños que fueron víctimas de la negligencia de las autoridades

y que murieron quemados en aquél lugar, en el que después de su hogar, debían

encontrarse más seguros.

Jamás olvidaremos a aquellos que han muerto

mientras viven su día a día, tratando de resguardarse de ráfagas mortales en

una mal llamada "guerra" contra el narcotráfico que se va perdiendo, no solo

porque no se ha logrado su propósito de que "la droga no llegue a nuestros

hijos", sino porque precisamente a los hijos de este país, es a los que se está

matando mientras caminan por la calle, a sus escuelas, a sus trabajos, a sus

casas.

También tenemos que sumar a esta lista la

represión a los mineros, la desaparición del SME, la falta de empleo para los

jóvenes que han egresado de licenciaturas, con un título que no garantiza

empleo ni seguridad económica, también está el cinismo de las autoridades que

disfrazan la realidad con mentiras en comparecencias cínicas y por supuesto, el

gasto excesivo en celebraciones que conmemoran una guerra, con otra.

Es necesario que decidamos hoy el rumbo que

queremos que tome nuestro país, si hemos de permanecer en las estadísticas

derechistas o trasladarnos a una izquierda democrática, plural y justa.

Es necesario que recordemos que el 2 de

octubre no se olvida, que ABC no se olvida, que los obreros, mineros,

electricistas, estudiantes, maestros, amas de casa, trabajadores, empleados,

emigrantes, presos políticos y desaparecidos no se olvidan. Hoy más que nunca,

no debemos olvidar a México y el futuro que se merece.