Brasilia, 22 ene (EFE).- El Foro Social Mundial, que nació hace nueve años como antítesis del Foro Económico Mundial, renovará la semana próxima sus críticas al capitalismo, al que culpa de la crisis que tiene a la economía global al filo de una aguda recesión.

Desde su primera edición, en 2001 en la ciudad brasileña de Porto Alegre, el Foro Social se posicionó en contra del orden económico imperante en el mundo y planteó alternativas a lo que calificaba ya entonces como "globalización del capitalismo salvaje y neoliberal".

Ahora que el modelo de producción capitalista ha entrado en una de sus peores crisis tras el derrumbe de buena parte del sistema financiero mundial, esas críticas han cobrado más fuerza y prometen dominar buena parte de los debates del noveno Foro Social Mundial, entre los próximos 27 de enero y 1 de febrero.

La cita se celebrará esta vez en la ciudad brasileña de Belén y, como es tradicional, será paralela al Foro Económico Mundial, que desde 1971 reúne en Davos, al pie de los Alpes suizos, a jefes de Estado y poderosos hombres de negocios de todo el mundo para debatir sobre los destinos del planeta.

"La crisis estará en el centro de los debates y no puede ser de otra manera, aunque es difícil que el foro pueda proponer una única solución, dada su propia diversidad", dijo a Efe Cándido Grybowski, miembro del Comité Internacional del Foro Social Mundial.

"Es muy difícil pronosticar" qué pueden decir sobre la crisis los representantes de los cerca de 1.500 movimientos sociales de todo el mundo que se darán cita en Belén, indicó el sociólogo brasileño.

En opinión de Grybowski, ya algunas de las exigencias que el Foro Social planteó desde el 2001 se han cumplido, debido a la dimensión de la propia crisis.

"El foro demandaba que los gobiernos tuvieran la iniciativa, que hubiera una subordinación mayor de la economía al poder público y a la sociedad civil y que los gobiernos regulasen la economía", dijo.

No obstante, indicó que, aunque los gobiernos han decidido asumir una actitud más reguladora de los mercados y la economía, eso no es suficiente para "cambiar la esencia del capitalismo neoliberal".

Según Grybowski, para "lograr que la economía tenga prioridades humanas y ambientales, y esté dirigida hacia una economía solidaria, es necesaria la presión de los movimientos sociales" representados en el foro.

En su opinión, la actual crisis financiera ha demostrado que, en realidad, "no existía una riqueza real, sino una economía de juego, de casino, que no tuvo en cuenta la pobreza dantesca y creciente ni el sufrimiento de millones de personas, que sí son reales".

Grybowski consideró que el Foro Social abordará la crisis en todos sus aspectos y no sólo en el plano financiero.

"La crisis tiene muchas dimensiones. Todo comenzó con una crisis ambiental y climática, después vinieron las crisis de energía y de alimentos, y se culmina ahora con esta crisis financiera, que afecta a la economía real de una manera profunda", señaló.

Las dificultades que el movimiento contra la globalización puede encontrar a la hora de discutir la crisis financiera también fueron apuntadas por el suizo Peter Niggli, director de la Alianza Sur, que reúne a movimientos sociales europeos volcados a la cooperación.

"Será interesante ver si las organizaciones y movimientos de base son capaces de formular más claramente sus propuestas para cambiar la dirección de la economía global" y las políticas que imperan en el mundo, dijo el activista suizo a la Agencia Latinoamericana de Información.

El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, otro de los miembros del Comité Internacional del Foro Social Mundial, consideró que el encuentro de Belén está obligado a concluir con una posición unitaria, pues el movimiento contra la globalización "debe tener una postura clara y visible sobre como solucionar la crisis".

En su opinión, se "debe exigir la eliminación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI), o una reforma radical de esos organismos", pues son asuntos que "se discutieron" en los ocho encuentros anteriores y en los que "hay posiciones de consenso, que deben convertirse en una posición política única y global".