Chicago, 23 Jul (Notimex).- La lluvia no logró frenar la ola verde que muy temprano y poco a poco se fue formando con la llegada de la afición, procedente de ciudades cercanas del norte y oeste de Chicago, a las puertas del estadio Soldier Field, y que gritaba !México, México!.Era la afición procedente en su mayoría de Chicago y área metropolitana, que llegó temprano y ocupó la mayor parte de los asientos en el partido de semifinales de la Copa Oro entre Estados Unidos contra Honduras, pero no fue sino hasta el segundo encuentro cuando llenó el estadio y desbordó su entusiasmo.Había que apoyar a Estados Unidos, su casa actual, pero también existía el sentimiento de solidaridad racial con los hondureños, así que se optó por una posición neutral, de un espectador más disfrutando el juego.Los dos goles con los que Estados Unidos llegó a la final eran casi esperados, aunque no totalmente deseados, pero lo que destacaba es que ya había un finalista con el que posiblemente tendrá que jugar la selección mexicana.Llegó el momento esperado, el encuentro entre México y Costa Rica, y quienes prefirieron esperar afuera en los jardines, a pesar de que el costo del boleto incluía los dos partidos, empezaron a llenar los muchos espacios vacíos que aún quedaban.Entonces las trompetas sonaron más fuertes, la ola empezó sus ensayos, y los gritos acompañaron el calentamiento de los tricolors en el campo, el himno nacional se cantó con fuerza, y los mayores aplausos se otorgaron a "Gio" (Dos Santos) cuando lo anunciaron.Después los nervios, el "!óolee!" para las buenas jugadas, el "Uuuuhhhh!" para las malas entradas y la esperanza suspendida sobre el Soldier Field de que este partido lleve a la selección mexicana a la final del domingo próximo que por segunda ocasión consecutiva disputaría contra Estados Unidos.