Buenos Aires, 26 ago (EFE).- La estrategia de Washington sobre temas tan conflictivos como el golpe de Estado en Honduras o el aumento de la presencia militar estadounidense en el Cono Sur ha enfriado las expectativas surgidas en la región por la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca.El compromiso expresado por Obama en abril, en la V Cumbre de las Américas, de mantener una doctrina de no intervención y estrechar las relaciones con sus vecinos del sur fue recibido por la mayoría de países de la región como una bocanada de aire fresco y abrió las esperanzas a un giro en la tradicional política estadounidense para la zona.Sin embargo, el mantenimiento de la IV Flota estadounidense en el Atlántico Sur provocó los primeros recelos entre algunos Gobiernos regionales, en especial del venezolano Hugo Chávez.Las reservas crecieron tras la reacción de Washington al golpe de Estado de Honduras contra Manuel Zelaya y aún más con el acuerdo militar negociado entre Colombia y Estados Unidos que permite al Ejército estadounidense utilizar hasta siete bases en territorio colombiano.El más duro en sus ataques ha sido Chávez, secundado por Ecuador y Bolivia, aunque Brasil, Argentina, Paraguay, Chile y Uruguay han expresado también su preocupación por las consecuencias del pacto militar para la seguridad en la región.Sólo el mandatario peruano, Alan García, ha manifestado un apoyo abierto a la decisión del presiente colombiano, Álvaro Uribe.El acuerdo entre Bogotá y Washington centrará el programa de la cumbre extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), convocada para el próximo viernes en la ciudad argentina de Bariloche, donde Colombia podría ofrecer a sus socios garantías de que las operaciones estadounidenses se limitarán a su territorio.El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha pedido a Barack Obama "garantías formales, jurídicamente válidas, de que el equipamiento y el personal (que se instale en Colombia) no sea usado fuera del estricto propósito declarado, que es el combate al tráfico de drogas, las FARC y el terrorismo".Lula telefoneó la pasada semana al presidente de Estados Unidos para proponerle una reunión con los miembros de la Unasur con el objetivo de discutir en detalle su acuerdo con Uribe.También para Argentina el tema es motivo de preocupación, tal como reconoció recientemente el canciller, Jorge Taiana.La ministra argentina de Defensa, Nilda Garré, fue un poco más allá el lunes al advertir que "los demás países suramericanos tienen algún derecho a saber en qué consiste esta colaboración bilateral y sobre todo a estar seguros de que no va a haber intromisión en sus territorios".El analista Rosendo Fraga subrayó que el pacto con Bogotá coincide con dos problemas simultáneos para el Comando Sur, con sede en Miami: el abandono de la base de Manta (Ecuador), en septiembre, y la suspensión temporal del uso de Sotocano (Honduras), la más grande de EE.UU. en la región, con una dotación de 800 hombres."Ambas situaciones han dado importancia al uso de las bases colombianas, que le evitan a su vez a los Estados Unidos la demora y la inversión de construir nuevas bases desde cero", apuntó Fraga.Para Ariel González Levaggi, director ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI), el acuerdo entre Colombia y Estados Unidos ha "polarizado" la región y ha supuesto un golpe para las dos potencias del Cono Sur: Venezuela y Brasil."Estados Unidos no va a permitir una hegemonía regional en su zona de influencia. Sea un Gobierno demócrata o republicano, los intereses de EE.UU. en materia estratégica son claros", sostuvo Levaggi."No son muy afortunadas las coincidencias entre el conflicto en Honduras y ahora las bases en Colombia. No tiene un efecto positivo en la región y genera perspicacias y desconfianza" admitieron fuentes oficiales argentinas, quienes pidieron mantener el anonimato.En el caso del golpe de Estado en Honduras, son varios los países de la región que coinciden en considerar que Estados Unidos podría haber trasladado las palabras a los hechos y actuar con más decisión.El propio Lula pidió el pasado viernes a Obama que aumente la presión por el regreso al poder del derrocado presidente hondureño."Estados Unidos podría haber tenido una actitud más decidida en su reacción al golpe, ha habido cierta tibieza", opinó una fuente gubernamental argentina.No obstante, "aún le damos un voto de confianza a Obama porque está sometido a mucha presión interna", señalaron a Efe fuentes diplomáticas suramericanas.