BOSTON (AP) --- Sigue siendo uno de los robos de arte no resueltos más espectaculares de la historia.
En la madrugada del 18 de marzo de 1990, dos individuos se presentaron al elegante Museo Isabella Stewart Gardner de Boston disfrazados de policías y maniataron a dos guardias, usando esposas y cinta adhesiva. Durante 81 minutos se pasearon por las galerías y se apoderaron de obras de pintores como Rembrandt, Vermeer, Degas y Manet, incluidas algunas en las que cortaron el lienzo, dejando el marco.
Cuando se fueron culminaron con éxito el robo de arte más grande de la historia. Se llevaron consigo obras por más de 500 millones de dólares, un botín muy difícil de vender por la repercusión que tuvo el asalto.
Hoy, 20 años después, los investigadores continúan sus esfuerzos por pillar a los responsables. El FBI está haciendo nuevos análisis de ADN, el museo ofrece una recompensa de 5 millones de dólares para quien suministre datos relevantes, sin hacer preguntas, y la fiscalía ofrece inmunidad.
"Nuestra prioridad es recuperar los cuadros", expresó la fiscal Carmen Ortiz. "Si alguien tiene información, o está o estuvo en posesión de las obras, se podría negociar una inmunidad".
Los investigadores dicen que descartaron algunas de las teorías más populares, como la de que el robo fue planeado por un solitario coleccionista de arte multimillonario o la de que fue perpetrado por un famoso gángster de Boston, Whitey Bulger.
Lo más probable es que los asaltantes hayan sido dos individuos de Boston que conocían el sistema de seguridad del museo, incluido el hecho de que no había una alarma que alertase a la policía al detectarse la presencia de extraños. De hecho, es posible que no estuviesen al tanto de la magnitud del robo que habían hecho.
"Me imagino a estos tipos que se despiertan al día siguiente, toman el diario y dicen 'parece que hicimos el robo de arte más grande de la historia''', comentó Anthony Amore, director de seguridad del museo.
El robo comenzó a la 1.24 de la madrugada, cuando dos individuos, uno treintón y el otro levemente mayor, maniataron a los guardias, según un informe del FBI.
Los dos se tomaron su tiempo. Pasaron 24 minutos antes de que fuesen detectados por primera vez por un sensor de movimiento al subir al segundo piso, donde se encontraban las obras más valiosas.
Los investigadores creen que la primera obra grande que se llevaron fue "Tormente en el Mar de Galilea", un Rembrandt de 1,5 por 1,2 metros (5 x 4 pies), de 1633. Los ladrones colocaron el cuadro en el suelo, cortaron prolijamente el lienzo y dejaron el marco.
Luego se apoderaron de "Paisaje con un obelisco" de Govaert Flinck, y de un segundo Rembrandt, al que también separaron de su marco, "Una dama y un caballero en negro", de 1633.
El cuadro más valioso que se llevaron fue "El concierto", de Vermeer, un óleo de unos 80 cm por 65 cm (2,5 x 2 pies), de 1660. Es uno de apenas 36 trabajos conocidos del pintor holandés y se calcula que cuesta unos 250 millones de dólares, según Amore.
Los ladrones sacaron de la pared, pero no se llevaron, un autorretrato de Rembrandt que era uno de los cuadros más costosos del museo. Ese es uno de varios misterios que los investigadores no han logrado resolver al analizar el recorrido que hicieron los asaltantes, que pudieron establecer gracias a los detectores de movimiento.
Amore cree que el asaltante mayor era quien llevaba la voz cantante y que en determinado momento dejó que su compañero tomase lo que quisiese y que éste se apoderó de algunas obras menores, como unos dibujos de Degas, e ignorase cuadros mucho más caros, incluido un Botticelli.
Los ladrones también dejaron de lado una bandera del regimiento de Napoleón y valiosas cartas con la firma del militar y estadista francés.
El misterio final es cómo hicieron los bandidos para regresar al primer piso sin activar sensores, ignorando nuevamente piezas costosas para llevarse obras menores.
"Si alguna vez pudiese hablar con los ladrones, les preguntaría por qué se llevaron obras secundarias y dejaron un Rafael", dijo Amore.
Al salir, los ladrones ingresaron a una oficina y se llevaron el único video de su delito, una cinta de VHS.
En total se alzaron con 13 cuadros.
El agente del FBI Geoffrey Kelly, quien estuvo al frente de la investigación durante ocho años, duda que los ladrones hayan destruido los cuadros.
"Si fuese cualquier otro tipo de botín, me sentiría pesimista respecto a las posibilidades de recuperarlo. Pero en el mundo del arte, no es inusual que una obra esté perdida mucho tiempo y reaparezca", comentó.
El robo sigue apasionando a mucha gente.
Ulrich Boser, autor del libro "El robo del Gardner" y académico del Center for American Progress, dice estar convencido de que el robo fue perpetrado por hampones de Boston y que probablemente ya no tengan las obras.
"En general, los ladrones roban estas obras porque les resulta fácil y son muy valiosas, pero resulta que cuesta venderlas", expresó. "No puedes ofrecerlas en eBay ni llevarlas a una casa de remates".