El juego era una ceremonia importante para las culturas precolombinas de la región de México, como los Aztecas, y en ella los competidores intentaban hacer pasar una bola de caucho a través de un aro de piedra en una pared, utilizando sus caderas para impulsarla.

Al final del juego algunos de los ganadores eran sacrificados a los dioses.

El juego aún se practica como recreación, por lo que grupos y autoridades en la capital mexicana buscan popularizar la tradición.

El nuevo conjunto de canchas tendrá una extensión de unos 9.500 metros cuadrados y un costo de tres millones de pesos (240.000 dólares), informaron las autoridades de la ciudad. En este caso no habrá sacrificios humanos.