Por la hora, el sopor de la multitud es lo más notorio en la
plancha del Zócalo capitalino. Pero los gritos reaniman. "ES-ME-ES-ME-ES-ME-ES-ME",
es lo que se escucha. A las tres de la mañana, llegan, en caravana, 21
ambulancias del Instituto Mexicano del Seguro Social. El sonido de las sirenas,
también despierta.
Además, hay gente que cuchichea. Opinan del fin de la
protesta del Sindicato Mexicano de Electricistas. Y quieren ver la salida de
las catorce personas que se habían mantenido en huelga de hambre. Esperan,
especialmente, a Cayetano Cabrera.
Los más despiertos, son los que organizan una valla humana. Las
ambulancias intentan acomodarse entre las más de quinientas personas que están
congregadas en la Plaza. Y comienzan a entrar camillas y médicos al campamento.
Uno de los primeros en salir, es Miguel Ibarra, quien lleva
86 días sin comer. Ahora está sobre la camilla. Y su madre lo observa a lo
lejos. No ve nada, pues su hijo va tapado de pies a cabeza, con unas colchas, tanto
por su delicado estado de salud, como por el frío que se siente.
Aún así, la gente le aplaude al tapado. Le aplauden a todos
los que salen sobre una camilla. Salen uno por uno los otros doce. Algunos
llevan el puño en lo alto. Y el público se suelta: "Aquí, se ve, la fuerza del
SME... aquí, se ve, la fuerza del SME...".
Le toca salir a Cayetano Cabrera Esteva, quien llega al día
90 de su huelga de hambre. El campamento donde se encuentra está cerrado. Y hay
varios que custodian la entrada. Adentro, además del susodicho, está su
familia. Se supone que están platicando.
Mientras, se escucha: "Caye-tano, Caye-tano, Caye-tano". La
gente quiere verlo. Y los fotógrafos también. Los camarógrafos buscan la imagen
del día.
Los médicos y enfermeros del IMSS, están en la entrada. Los
electricistas que la resguardan les dirán cuándo pasar. Ahora, sólo pasan los
minutos.
De repente, escucho que alguien dice: "cuida que nadie vaya
a la otra salida". No le tomo importancia.
*****
Uno de los líderes del SME, toma el micrófono.
- Compañeros, les comunico que el Ingeniero Cayetano decidió
ir a un hospital particular, para evitar protagonismos. Ya se ha ido.
Se escuchan aplausos.
El personal del IMSS se queda con la camilla vacía.
Todos nos observamos.
Nadie vio la salida --por atrás- de Cayetano.