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Amigas y amigos:
Como en otras ocasiones, pero ahora con mayor entusiasmo porque
estamos viviendo tiempos de importantes definiciones, nos volvemos a
congregar aquí, en el zócalo, en la principal plaza pública del país.
En esta asamblea, como ha quedado demostrado, participan ciudadanos
de diversos sectores, clases sociales, culturas y de todo el territorio
nacional. Hombres y mujeres, humanistas que con tesón y trabajo, han
logrado construir una organización nacional para transformar a México.
Hoy, también se ha dado a conocer el Proyecto Alternativo de Nación,
elaborado por un grupo de especialistas e intelectuales de inobjetable
honestidad y comprometidos con las mejores causas del pueblo y de la
patria.
Con orgullo podemos decir que ya tenemos una organización nacional y un proyecto para renovar la vida pública de México.
En estos últimos cuatro años, entre todos hemos aprendido a conocer
mejor la realidad nacional y hemos llegado a la conclusión de que los
graves y grandes problemas del país, se han originado por el predominio
de una minoría rapaz que se ha venido apoderando de todo, sin que le
importe el sufrimiento del pueblo y el destino de la nación.
Este grupo de 30 potentados es el responsable de la actual tragedia
nacional y del estallido de odio, resentimiento, inseguridad y violencia
que padecemos.
Por su ambición desmedida, han provocado la ruina en las actividades
productivas del campo y la ciudad, han obligado a los mexicanos a
buscarse la vida en la economía informal, nos han convertido en el país
que más mano de obra exporta al extranjero, han llevado a la pobreza y a
la desesperación a millones de mexicanos, han cancelado el futuro de
los jóvenes y a muchos los han empujado a tomar el camino de las
conductas antisociales.
Otra consecuencia de la política antipopular y excluyente que sólo
beneficia a los de mero arriba, es el hecho de que en los últimos
tiempos, alrededor de 50 mil familias de clases medias y altas, sobre
todo de los estados del norte, se han visto en la necesidad de irse a
vivir a Estados Unidos ante la inseguridad y la violencia que,
lamentablemente, prevalece en casi todo el territorio nacional.
Para revertir esta decadencia y dar nueva viabilidad a la nación, no
hay más remedio que llevar a cabo una renovación tajante en todos los
órdenes de la vida pública. Y como es obvio, el cambio que se necesita
no será promovido por las élites del poder, sino tendrá que venir desde
abajo y con la gente, porque en las actuales circunstancias sólo el
pueblo puede salvar al pueblo, sólo el pueblo organizado puede salvar a
la nación.
En otras palabras, la única salida que existe es derrotar a la
oligarquía en el terreno político y de manera pacífica, para establecer
una auténtica democracia, un gobierno del pueblo y para el pueblo. En
eso estamos empeñados millones de mexicanos. Esa es la razón de nuestro
movimiento.
Además, tenemos claro lo que se tiene que hacer para llevar a cabo la transformación del país.
Una vez más, damos a conocer las decisiones que se tomarán y lo que
haremos al triunfo de nuestro movimiento para lograr el renacimiento de
México.
En primer lugar, rescataremos a las instituciones y las pondremos al
servicio del pueblo y de la nación. El Estado dejará de ser un simple
comité al servicio de una minoría y habrá una nueva legalidad.
Actualmente, la justicia, como lo denunció Francisco I. Madero en la
época porfirista, "en vez de impartir su protección al débil, sólo
sirve para legalizar los despojos que comete el fuerte".
No hay realmente un Estado de Derecho. Los ministros de la Corte
están al servicio de la mafia del poder; casi todos ellos le deben su
cargo a Salinas, a Fox, a Felipe Calderón o a Manlio Fabio Beltrones.
Esto explica su proceder en casos como el del incendio de la guardería
ABC de Hermosillo, donde perdieron la vida 49 bebés y se otorgó
impunidad a los responsables; o en la resolución en contra de los
trabajadores electricistas; o en la decisión de disminuir las pensiones
de los jubilados; en el hecho de hacerse de la vista gorda en las
violaciones constitucionales para permitir la privatización de la
industria eléctrica y del petróleo.
Tal pareciera que estos jueces de consigna, siempre están prestos a
escuchar en qué sentido quieren las resoluciones los potentados, para
nada más encargarse de construir la justificación jurídica.
Por eso, para que se imparta justicia en beneficio del pueblo,
promoveremos una reforma constitucional para elegir democráticamente a
los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y convertir
al Poder Judicial en un auténtico faro de la ley.
También se democratizarán los medios de comunicación. Habrá
competencia y se garantizará el derecho a la información. Es inaceptable
que la televisión, la radio y la mayoría de los periódicos se
concentren en unas cuantas manos y en vez de informar con amplitud,
veracidad y profesionalismo, se utilicen como instrumentos para
controlar y manipular al pueblo, y para proteger privilegios y hacer
negocios al amparo del poder público.
Es una desfachatez que Televisa y Telefónica, empresa española de
telecomunicaciones dirigida por Francisco Gil, quien fuera secretario de
Hacienda de Fox, se estén quedando con la fibra óptica de la industria
eléctrica nacional. Es decir, que hayan obtenido la concesión, por 20
años, de 21 mil kilómetros de fibra óptica, a cambio de 850 millones de
pesos, cuando esta infraestructura se construyó con presupuesto público y
costó 30 mil millones de pesos. También por influyentismo se les está
entregando el espectro electromagnético para nuevos canales de radio y
televisión.
Se recuperarán las riquezas y los bienes públicos que han sido
concesionados ilegalmente, a través de acuerdos, reglamentos o leyes
secundarias que, en ningún caso, pueden estar por encima del principio
constitucional que señala el dominio directo de la nación sobre los
recursos naturales del país. Este procedimiento se aplicará en los casos
de la minería, la industria eléctrica y el petróleo.
Acabaremos con la corrupción imperante. Habrá un gobierno honesto y
austero. Se reducirán a la mitad los sueldos de los altos funcionarios
públicos y se terminarán el derroche y los privilegios de la alta
burocracia.
En materia económica todos los esfuerzos se orientarán a impulsar la
actividad productiva y la creación de empleos. Se rescatará al campo
del abandono; se producirán en México los alimentos para dejar de
importar lo que consumimos. Se construirán tres grandes refinerías. Se
cumplirá el objetivo de no vender un sólo barril de petróleo crudo al
extranjero para procesar aquí la materia prima y elaborar gasolinas y
productos petroquímicos. El sector energético será palanca del
desarrollo nacional para crear empleos e industrializar el país,
reduciendo el precio de las gasolinas, el diesel, el gas y la luz. Se
apoyará a las pequeñas y medianas empresas, industriales y comerciales,
que son las que más mano de obra generan.
Se protegerán los recursos naturales; no se permitirán los
monopolios; se promoverá una reforma fiscal progresiva, orientada no a
aumentar impuestos ni a crear impuestos nuevos, sino a terminar con los
privilegios fiscales de que gozan los potentados del país. Por ejemplo,
se terminará con el llamado régimen de consolidación fiscal que en la
práctica exenta a las grandes corporaciones; se cobrarán impuestos por
las operaciones en la Bolsa y por la extracción de minerales.
Aquí aprovecho para dar a conocer que, recientemente, los dos
hombres más ricos de Estados Unidos, Bill Gates y Warren Buffet, están
convocando a sus homólogos a destinar el 50 por ciento de sus fortunas a
la filantropía. Inclusive, Buffet, que posee 45 mil millones de
dólares, ha declarado que donará el 99 por ciento de su riqueza para
acciones de caridad porque, según sus propias palabras, él y su familia
podrían vivir con felicidad con el uno por ciento de lo que posee.
Así mismo, un grupo de 51 millonarios y multimillonarios alemanes
acaba de dar a conocer que aportará 10 por ciento de sus fortunas, como
impuesto a la riqueza, para que el gobierno cuente con más recursos y
pueda atender las demandas sociales de los alemanes.
Nosotros no les pediremos a los multimillonarios de México que donen
parte de sus fortunas sino simple y llanamente que paguen impuestos en
la misma proporción que lo hacen sus pares en otros países, con lo cual
se obtendrían alrededor de 300 mil millones de pesos. Este monto, junto
con un ahorro de 200 mil millones de pesos por la aplicación de una
política de austeridad republicana, nos permitiría tener recursos
suficientes para reactivar la economía, generar empleos y garantizar el
bienestar del pueblo.
Un objetivo fundamental del nuevo gobierno democrático, será
establecer el Estado de bienestar; es decir, habrá pensión universal
para todos los adultos mayores del país y para personas con
discapacidad. Se otorgará atención médica y medicamentos gratuitos a
toda la población; ningún joven será rechazado en escuelas preparatorias
ni en universidades públicas; habrá becas para estudiantes de escasos
recursos económicos; y se llevará a cabo un importante programa de
mejoramiento, ampliación y construcción de vivienda.
Abro un paréntesis para aclarar, una vez más, que no estamos en
contra de la iniciativa privada ni de los verdaderos empresarios. En el
nuevo gobierno democrático se garantizarán las libertades y cada quien
podrá dedicarse a la actividad que más le satisfaga y convenga. Pero, es
obvio, todos tendremos que ceñirnos a la nueva legalidad y a reglas
claras; se podrá hacer negocios pero no habrá influyentismo, corrupción
ni impunidad; el presupuesto será realmente público; se le dará
preferencia a los pobres; se cuidarán los recursos naturales; la riqueza
de la nación y los frutos del trabajo de los mexicanos se distribuirán
con justicia; pagarán más impuestos los que más tienen; y nunca más se
permitirá que los privilegios de pocos se sustenten en la opresión y la
miseria de muchos.
Pero quizá lo más importante de todo sea proponernos transformar a
México, buscando alcanzar un ideal moral. Estamos convencidos que no
basta con mejorar las condiciones de vida y de trabajo de nuestro
pueblo; es indispensable crear una nueva corriente de pensamiento para
fortalecer valores culturales, morales y espirituales. La crisis actual
no sólo se gestó por la falta de empleos y de oportunidades sino también
porque se ha convertido a la codicia en virtud, se ha elevado a rango
supremo el dinero y se ha inducido la creencia de que se puede triunfar a
toda costa sin escrúpulos morales de ninguna índole.
Por eso, a partir de la reserva moral y cultural que todavía existe
en las familias y en las comunidades del México profundo, y apoyados en
la inmensa bondad que hay en nuestro pueblo, debemos emprender la tarea
de exaltar y promover valores en lo individual y lo colectivo. Es
urgente revertir el desequilibrio que existe entre el individualismo
dominante y los valores orientados a hacer el bien en pos de los demás.
El propósito es contribuir en la formación de mujeres y hombres
buenos y felices, bajo la premisa de que ser bueno es el único modo de
ser dichoso.
Insistir en que la felicidad no se logra acumulando riquezas,
títulos o fama, sino estando bien con nuestra conciencia, con nosotros
mismos y con el prójimo.
La descomposición social y los males que nos aquejan no sólo deben
atenderse con desarrollo y bienestar, y mucho menos aplicando medidas
coercitivas, sino fortaleciendo la idea de hacer el bien sin distinción
de razas o clases sociales.
Para fomentar estos valores se debe echar mano de todos los medios
posibles. Introducir en la enseñanza la educación moral, propagar
virtudes y destacar ejemplos positivos en los medios de comunicación.
Fortalecer los valores comunitarios y la solidaridad que hay, por
tradición, en la familia mexicana. No olvidemos que se trata de la
principal institución de seguridad social del país. En consecuencia,
debe evitarse la desintegración familiar, el maltrato entre sus miembros
y promover la comunicación, la libertad y el respeto a la diversidad.
Alentar la amistad fraterna entre padres e hijos. Tener presente que el
niño reconoce a la madre por la sonrisa, y besos recogerá quien siembra
besos.
Yo sé que este tema es muy polémico, pero sinceramente creo que si
no se pone en el centro de la discusión y del debate, no iremos al fondo
del problema. Lo material es importante pero no basta, hace falta
fortalecer los valores morales.
Sólo así podremos hacer frente a la mancha negra de individualismo,
codicia y odio que se viene extendiendo cada vez más, y que nos ha
llevado a la degradación progresiva como sociedad y como nación.
Amigas y amigos:
Estoy seguro de que una vez que se someta a consulta el proyecto
alternativo de nación y se recojan las opiniones de todos, tendremos un
programa muy acabado y preciso para transformar la vida pública del
país.
Como he expresado en otras ocasiones, el momento más favorable para
llevar a cabo de manera pacífica los cambios que postulamos, se
presentará alrededor de las elecciones presidenciales del 2012. Pero
debe quedar claro que si participamos en esta contienda, no lo hacemos
para buscar el poder por el poder ni para llegar a cargos públicos por
ambición personal; sino fundamentalmente para sacar al país del atraso y
para que no nos quiten, ni a nosotros ni a las nuevas generaciones, el
derecho a la esperanza y a vivir en una sociedad mejor.
Por eso, desde esta plaza pública declaramos que nuestro movimiento sí participará en las elecciones del 2012.
Hace unos días, ante la intención de la derecha de implantar el
bipartidismo en nuestro país, idea que siempre han tenido los potentados
para seguir engañando con la alternancia entre el PRI y el PAN que, al
final de cuentas, representan lo mismo, señalé que muchos mexicanos
estamos decididos a luchar por un verdadero cambio y expresé mi
disposición a contender en las elecciones presidenciales del 2012, para
volverle a ganar a la mafia del poder.
Sólo les recuerdo que la única manera de enfrentar con éxito el
desafío que significa derrotar a la oligarquía con todo su dinero y sus
medios de comunicación, radica en que logremos, en este tiempo que nos
falta, consolidar nuestra organización, seguir orientando y
concientizando para lograr el despertar del pueblo y la insurgencia
cívica que hará posible la transformación pacífica del país.
Por eso, debemos convocar a todos los afectados y agraviados por la
política neoliberal, que es la inmensa mayoría del pueblo de México, a
que juntos acabemos, de una vez y para siempre, con esa absurda e
inhumana pesadilla.
Invitemos a participar, desde ahora, a indígenas, campesinos,
maestros, estudiantes, obreros, comerciantes, trabajadores informales,
empresarios, migrantes, profesionistas, intelectuales, a hombres y a
mujeres de buena voluntad, en la transformación del país.
Tomemos ya la iniciativa, sin esperar ningún otro llamado, de formar
comités con nuestros familiares y amigos, en barrios, colonias,
pueblos, comunidades, unidades habitacionales, centros de trabajo y de
estudio.
Corramos la voz, digamos con firmeza que somos distintos a los
políticos de siempre, que sabremos honrar nuestros compromisos, que nos
mueven convicciones y principios, que estamos comprometidos a no mentir,
a no robar y a no traicionar. Hagamos saber a todos que sí es posible
vivir con justicia, sin miedos ni temores, en una república nueva,
libre, democrática, soberana, igualitaria y fraterna.
¡Viva la nueva República!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!