Tres mujeres están sentadas juntas, frente a las vallas que marcan

el acceso a la Cámara de Diputados, sobre la calle Emiliano Zapata. Al lado de

ellas, descansa un cartel que reza: ¡ALTO! Disculpe las molestias de este

movimiento. Mujeres y hombres luchando por su trabajo.

Josefina Govea está en un banquillo. Ataviada por un mandil

rojo, que abajo muestra una sudadera blanca. Viene desde Ecatepec. Es esposa de

un trabajador de un ex trabajador de la extinta compañía Luz y Fuerza del

Centro, al que le faltaban seis meses para jubilarse, después de casi 27 años

de trabajo.

"No se me hace justo... 44 mil personas a la calle", sopesa la

acción de Felipe Calderón.

-¿Y por qué la mayoría decidió liquidarse?- se le cuestiona.

"Porque fue con el engaño de que los iban a recontratar, lo

que sólo ha sucedido con unos cuantos. A

la mayoría de los que yo conozco, que cobraron (la liquidación que les ofreció

el Gobierno Federal), por ejemplo mi cuñado, no les ha funcionado. Es que nosotros

no somos empresarios", justifica en medio de la música a todo volumen que se

escucha.

La señora Josefina asegura que está aquí porque quiere mucho

al Sindicato. "A mí me dio mi casa, un carrito, todo, todo lo que tengo ha sido

gracias al trabajo de mi marido; muchos dicen que son privilegios, lo que para

nosotros son derechos".

La señora, de mirada larga y suspiro corto, dice que ahora

su esposo tiene que andarde taxista.

En el SME se les apoya con desayunos y comidas. Pero tienen una hija de

Preparatoria, que mantener. Josefina, por un problema físico, no puede

trabajar. Por eso, casi todo el tiempo está sentada. Pero su esposo sí lo ha

hecho. "No es un holgazán", refuta.

Y confiesa: "A mi hija antes le daba 250 pesos a la semana,

para los pasajes que salen muy caros allá en el Estado, y para que comiera algo

por la mañana; ahora sólo le podemos dar la mitad".

Josefina presenta a Norma Carrillo y a Mari Garrido. Las

tres se conocieron en este movimiento de resistencia y se han vuelto muy

amigas.

En el caso de Norma, también su marido estaba a punto de

jubilarse. Ahora, acepta, vende tacos para ayudar a la economía familiar.

-Sólo pedimos una solución... nos han querido ver la cara... los

medios han contribuido a una mala imagen del movimiento.... Es tan simple como

que regresen los trabajos que quitaron... se suponía que era el gobierno del

empleo.

Cuando la señora Carrillo hablaba, entra una cuarta que no

estaba en la plática. Saluda.

"Pues ¿qué creen? Le queríamos armar un desmadre a Peña Nieto

(el pasado domingo en su Quinto informe de Gobierno). Pero Martín (Esparza) nos

dijo que no", expone María De Gante, una mujer atrabancada. Muchos la podrían

considerar radical porque a cada rato la desborda su coraje.

"Calderón nos partió toda la madre", señala, tras explicar cómo

se ha visto afectada en los campos de flores, donde ahora tiene que trabajar,

para mantener a uno de sus hijos.

De Gante se vio afectada tanto por su esposo, quien también

ya iba a jubilarse, como por su hijo, que apenas llevaba tres años en el

trabajo.

La plática entre esas cuatro mujeres --que a veces sumaba

oyentes-, fue interrumpida cuando por la bocina se pidió atención. Estaba a

punto de salir Martín Esparza. Había terminado la mesa de diálogo con el

Presidente de la Cámara, Carlos Ramírez Marín, y otros diputados.

Se escucha el coro: "Y dicen, y dicen, que estamos

liquidados, aquí les demostramos, que están equivocados".

Son más de tres mil personas las que gritan afuera de San

Lázaro.

No están los cerca de 16 mil trabajadores que no aceptaron

lo que les ofreció el gobierno.

Pero están las esposas, como Josefina, Norma, María...

Está la esperanza de que, casi once meses después de que

desapareció su empresa, el Gobierno les dé una solución.

Solución que sólo entienden como otro trabajo.

*****

Después de unas horas, los manifestantes se retiraron. El

Comité Central del SME aseguró que ahora negociarán en la Cámara de Diputados,

donde el presidente de la misma les dijo que "tienen las puertas abiertas".

Muchas otras puertas, ya se les han cerrado.