Siempre será bienvenida la crítica informada, un ejemplo de ello es la crítica constructiva que se dio desde una parte del movimiento feminista que está con la 4T, a la reciente declaración poco afortunada del Presidente Andrés Manuel, al referirse -minimizando- el tema de la violencia de género intrafamiliar que se da dentro de los propios hogares en nuestro país y la cual se ha agudizado en esta época de cuarentena frente a la pandemia global del Covid-19.

No obstante de lo mencionado, creo sinceramente -como aliado- que es importante no caer en la trampa de la derecha fascista y de igual forma tomar en cuenta y comparar otros aspectos positivos del discurso del propio Andrés Manuel.

Por ejemplo, lo que el Presidente recién mencionó días antes de la declaración criticada al inicio de este texto, ello en su habitual conferencia matutina del pasado 11 de mayo del 2020): "Les decía yo a los pescadores -y aprovecho también para repetirlo- que no debe de actuarse con machismo en el manejo del dinero, que lo que ingresa al lugar es de toda la familia, que hay que tomar en cuenta a las esposas y desde luego a los hijos, y nada de que "el jefe de la familia" agarre el dinero y lo derroche".

Este acertado apunte de AMLO dirigido a todos los beneficiarios de los programas sociales (que están recibiendo un apoyo para enfrentar la crisis económica y sanitaria), a los cuales en concreto, les pidió no ser machistas y repartir el recurso entre sus familias; además de tratar de hacer ahorros, da cuenta de la clara y más amplia visión y vocación de Andrés Manuel, como un líder y gobernante sensible y por sobre todas las cosas un humanista que busca la justicia social con programas de gobierno redistributivos y con perspectiva de género.

Así que contextualicemos: la cobarde violencia machista es un lacerante problema que conlleva causas estructurales (una sociedad equivocadamente construida sobre el mito patriarcal y ante ello inequidad, misoginia y violencia de género inter generacionales), además -en el caso de nuestro país- de un brutal abandono por décadas del anterior régimen de oprobio, con una enorme falta de acceso y de respuesta oportuna de justicia para las mujeres, con un déficit de atención especializada para ellas y sobre todo para las más pobres.

Todo ello con una indignante corrupción e impunidad presentes en un Estado canalla y criminal que imperó y gobernó por muchos años, para desgracia del país y de las legítimas reivindicaciones feministas.

Por lo cual, para todo ello, se necesitan -a la vez- diversas acciones, las cuales algunas ya se están impulsando con el cambio democrático de régimen en curso (con un cambio de visión y de atención integral al problema y lo más importante: con autoridades honestas, con sensibilidad y competentes), pero que llevará tiempo, ya que es todo un duro proceso de transformación.

En esencia se necesita y se está empezando a trazar (falta seguir trabajando mucho): una vital respuesta de acción gubernamental intra sectorial (con equidad de género y con justicia social, transicional y reparativa), con una coordinación inter institucional y extendiendo lazos de concientización social, educativa y de un nuevo paradigma equitativo en las generaciones actuales y sobre todo en las generaciones jóvenes (con un ambiente no solo de cero impunidad que se necesita construir, sino de respeto, de cero discriminación, cero violencia física, cero violencia psicológica y de cero acoso contra las mujeres), todo ello dentro de un Estado democrático y social de derecho que apoye -como se está empezando a hacer- a las mujeres más desprotegidas, a las más vulnerables.

Llevará tiempo (años), no será fácil, pero se debe de hacer, reconociendo errores (como se ha hecho) y siempre maximizando ese vital enfoque de género.