“Well, it may be the devil or it may be the Lord, but you´re gonna have to serve somebody”
Bob Dylan, Gotta Serve Somebody
“Este libro me recuerda en cierta forma a “La Ilíada”, un mundo encerrado y extraño que saca a flote las mentiras y las falsedades de nuestro mundo. En “La Ilíada”, los seres humanos son juguetes para el placer de los dioses. En este libro, los seres humanos son juguetes que son torturados y asesinados por fuerzas invisibles, cubiertas por la máscara del Estado mexicano. Y en este mundo, cada Aquiles o Héctor aprende esta realidad a medida que cae en los agujeros y se le cubre con cal” dice Charles Bowden, co editor , junto con Molly Molloy, de la obra “Sicario. Autobiografía de un asesino a sueldo”, de editorial Grijalbo.
Este es el libro del multipremiado documental proscrito en México “El Sicario: Room 164”
“Room 164” se refiere a la habitación en la cual Charles Bowden y el cinestasta italiano Gianfranco Rosi entrevistaron por cinco días a un sicario que les narró veinte años de su vida como asesino a sueldo del cártel de Juárez.
En México, solamente la revista Proceso en la edición número 1788, dio cuenta el año pasado de la existencia de este documental, aclamado en Europa y prohibido en México.
¿Por qué un asesino a sueldo decide hablar? ¿cuál es la motivación de un ser despiadado para contar su historia? ¿qué persigue este sujeto? ¿es una trampa, una cortina de humo, un distractor para confundir y polarizar a la opinión pública nacional e internacional?
Parece que no.
¿Por qué habla, entonces?
Charles Bowden se enteró del Sicario por una fuente confidencial, que le había proporcionado un lugar para esconderse después de su fuga del cártel y después de pasar por varios filtros, el periodista se atreve a afirmar:
“El sicario no pretende, con su historia, acumular elogios ni gloria; insiste en que ni su rostro, ni su voz, ni su nombre pueden ser dados a conocer. Sus palabras no contienen exageración o jactancia. Nuca admite saber más de lo que ha experimentado. Cuando habla de cosas que sólo conoce de oídas, o cuando especula, se encarga de dejarlo claro. Como nunca ha sido acusado de algún delito, no tiene ninguna razón para negociar con ningún representante de la ley”
Sigue, empero la pregunta latente ¿por qué habla? Dice Bowden:
“Él cree que Dios le dio una nueva vida y que debe aprovecharla para decirle a los que siguen en el mundo de las drogas, que la salvación es posible. Quiere expiar algunas de sus culpas explicando cómo funciona en realidad el sistema mexicano”
Y retoma la pregunta original:
“¿Por qué debo creer que la salvación de Dios está a disposición de un hombre que ha cometido estos crímenes? Yo respondería que esto es lo que él cree, y que es capaz de explicarlo con claridad. Él cree que ha sido salvado por la gracia de Dios y que está vivo porque el propósito que tiene Dios para él es conducir a los demás lejos de esa vida. Él tiene mucho que expiar y es un neófito en cuanto a vivir una vida cristiana. Comienza de la nada y al final no tiene nada. Cree que la única fuente de perdón es la gracia y el amor de Dios”
En el inter, el sicario explica cómo funciona lo que denomina “la administración del crimen” en México.
La plaza
“La delincuencia y el gobierno se reúnen en el concepto mexicano de “La plaza”. En México, la palabra tiene un sentido específico –además del metafórico- : es el centro de un pueblo o ciudad (…) quien controla la plaza, mantiene el crimen en orden. Rentable para el Estado”
¿Cuál es el problema entonces?
“(…) con los miles de millones que hoy producen la cocaína, la marihuana y la heroína, los criminales comenzaron a dictar los términos –el infame “plata o plomo”-. La policía puede elegir entre tomar el dinero que le ofrece la organización criminal o morir asesinada”
Los cárteles
“En el mundo legítimo, la palabra “cártel” se refiere a un grupo de empresas que buscan controlar un mercado. Las leyes antimonopolio en Estados Unidos fueron creadas originalmente para desmontar los cárteles”
Y agrega:
“En México, los clanes de la droga no han sido capaces de controlar por completo el mercado: siempre han tenido que lidiar con operadores de poca monta que buscan competir. Cuando los descubren, son asesinados. Los que mueven los hilos en las empresas estadounidenses, están acostumbrados al trabajo duro, a hacer mucho dinero y, al final de su vida económica útil, son despedidos o se retiran con un paracaídas dorado. Los ejecutivos del cártel, en ese mismo punto vital de sus carreras, son con frecuencia ejecutados”
El presidente Felipe Calderón
Al respecto, dice Molly Molloy:
“(…) Robar elecciones en México es una tradición nacional, y muchos ciudadanos ven a Calderón como un presidente ilegítimo”
“Poco después de asumir el cargo, Calderón posó en uniforme militar –un tabú en México desde la Revolución-. Su iniciativa de trasladar 45 000 soldados para luchar contra los cárteles de la droga fue interpretada por muchos como una táctica para reforzar su controvertida, y muy débil, presidencia – un paso importante para demostrar que tiene “la mano dura”(…)”
El Chapo Guzmán
“Muchos mexicanos comenzaron a notar que el cártel de Sinaloa, encabezado por Joaquín Guzmán, el Chapo, parecía estar al margen de la campaña militar. Edgardo Buscaglia, un abogado experto en el crimen organizado en la ciudad de México, analizó las estadísticas de seguridad pública y determinó que: sólo 941 de las 53174 personas arrestadas por pertenecer al crimen organizado, en los últimos seis años, tenían que ver con Sinaloa”
En esta obra, los editores hablan también, al margen de las declaraciones del sicario, del periodista Víctor Manuel Oropeza, del general Gutiérrez Rebollo, de José Luis Santiago Vasconcelos y Juan Camilo Mourino y demás personajes clave en este sexenio del presidente Felipe Calderón.
Como profesora, estimado lector, me interesó la parte que el sicario cuenta al respecto de su educación. Le atraían las artes y le gustaba mucho el piano
“Oh –suspira- de niño tomé clases de piano. Un profesor de Juárez había establecido una escuela para enseñar a niños que podían pagar muy poco dinero. Mi madre me inscribió en la escuela y ahí había una habitación llena de pianos antiguos (…) Recuerdo que intenté aprender las notas…do, re, mi… y si pulsaba la tecla equivocada, el maestro me golpeaba los nudillos con la regla…Lo hizo varias veces hasta que finalmente me enfurecí y le devolví el golpe. Me echaron de la escuela. Mi madre estaba tan avergonzada. Yo tenía 10 años”
Y no puedo dejar de pensar, como también afirma Bowden, lo que podría haber sido de la vida de este hombre si hubiera nacido en un país donde existieran oportunidades para una persona de la clase trabajadora, con aguda inteligencia, conocimientos técnicos, habilidades analíticas y una mente inquieta en busca de nueva formación.
“Podría haber sido un contador, un ingeniero o un arquitecto (como su madre imaginaba). O podría haber elegido una carrera en la academia y convertirse en funcionario de alto nivel”
Si, podría. En una sociedad, como se aprecia en el documental de Bowden, que tuviera siquiera los rudimentos de un sistema basado en el mérito, el sicario habría sido un hombre de éxito, sin duda.
Y no, eso no es una excusa para convertirse en un asesino.
¿Usted qué opina, estimado lector?