No sólo es absurda, sino hasta perversa, la versión de que Andrés Manuel López Obrador ya pactó con el peñismo, la sucesión presidencial en el 2018.

Luego de que se desató la andanada –previsible- en contra del candidato frentista Ricardo Anaya, comenzaron a escucharse las voces que hablan de un pacto para no tocar con el pétalo de una rosa al tabasqueño, y para tenderle la cama rumbo a la victoria, había que ir con todo en contra del queretano.

Me parece inverosímil. Si Andrés Manuel López Obrador ha optado por pregonar que fuma la pipa de la paz, es porque es puntero. Parece ser que por fin aprendió que su peor enemigo es él mismo.

Y aunque creo que no debería ser tan blandito con el priismo, él cree que lo mejor ahora es no voltear hacia atrás en la carrera y seguir con paso firme hacia adelante. Es más una estrategia electoral el no enredarse en dimes y diretes. Así de sencillo. Pero a nuestros comentócratas levantacejas mexicanos, les encantan las teorías conspirativas.

Es cierto. Hay un sector del PRI que se siente desplazado y poco representado con José Antonio Meade. Se lamentan que el descrédito tricolor es tanto, que la estrategia para intentar ganar, es renegar de sus colores para presentar un candidato cuya supuesta gran virtud es precisamente, no ser priista.

Ese sector que le suspira al viejo nacionalismo revolucionario, puede ser el que más se identifica con AMLO y el que el 1 de julio, pueda decidir irse por él, y no por Anaya. Pero de ahí, a que Andrés Manuel esté pactando con la tecnocracia y el grupo Atlacomulco, me parece descabellado. Puedo equivocarme, pero hasta el momento, no hay elementos suficientes para considerarlo así.

¿Por qué el priismo entonces enfoca sus baterías contra Anaya? Simple y sencillamente porque en cualquier estrategia electoral, se supone, que hay que tumbar primero al segundo, antes de pensar en alcanzar al puntero. Así de sencillo.

¿Qué la estrategia se les revirtió a los priistas? También es cierto. Porque ahora la percepción –alimentada por la carta firmada por los intelectuales mexicanos- es que se utilizan de forma selectiva las instituciones de procuración de justicia para hacer a Anaya a un lado, sin pruebas contundentes del supuesto enriquecimiento ilícito y las operaciones financieras truculentas que se le achacan. Un vídeo de una boda no es prueba de nada.

Creo más en teorías como las de Salvador García Soto, que apuntan a que hubo un distanciamiento entre el peñismo y  el otrora consentido Ricardo Anaya, a raíz de un acercamiento con Salinas de  Gortari, quien por cierto, le dijo al aire, a Paola Rojas, que no votará por Meade.

También es creíble que tarde o temprano, le iban a cobrar la factura a Ricardo Anaya por todos los resentidos que fue dejando en el camino, y que según los analistas, lo acusan de traidor.

Ya que andamos con suposiciones y teorías conspirativas, me pareció más lógica la que escribió en este mismo portal, José Jaime Ruiz, quien reflexiona sobre un posible montaje para que Anaya se fortalezca al presentarlo como un mártir y la única alternativa de supuesta al actual régimen. ( https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/03/06/y-si-ricardo-anaya-sigue-siendo-el-plan-b-de-pena-nieto ).

Pero eso sí. Si Ricardo Anaya logra sobrevivir a esta andanada, entonces sí, aguas. Porque lo único que va a ocurrir es que fortalecerá esa faceta de supuesto “rupturista” y apóstol de la democracia que va de verdad en contra de la corrupción.

Lo que sí apuesto pesos a tostones, y así lo señalan fuentes diversas, que dentro de poco tiempo, comenzarán los golpes mediáticos contra AMLO o contra algunos de los candidatos de Morena. Ahí ya no quedarán dudas de que esas teorías de un pacto entre Andrés Manuel y el PRI, son solo fantasía.

¿A poco creen que el tricolor quiere soltarla tan fácil?