Tal vez, apreciado Lector, usted haya recibido en su teléfono celular, un mensaje donde le compartían el discurso pronunciado en el altísimo podio de la entrega del Premio Nobel de Literatura 2020, por su desconocido ganador, nacido en el incógnito, para mí obviamente, país de Tanzania, el escritor Abunda Lagula. Vale mencionar que el discurso fue interesante y un reclamo justo por la descarnada y violenta explotación de algunos países europeos sobre las riquezas y personas de los pueblos africanos. Sin embargo, dicho discurso se excedió de manera machacona en una inaceptable baja autoestima del galardonado, al grado de pensar que el discurso era una broma o una típica Fake News. Pues así resultó, noticia falsa. Sin embargo, confieso que me tragué una píldora del tamaño de la moneda de cinco pesos, pues aunque no sé hablar tanzanio, debí darme cuenta que el nombre del premiado era un albur: ¡abunda la gula! Claro, a mi me sonó como ¡Tarzán bundolo! En fin, resbalé sin jabón.

Bueno, pues traigo a colación la mentira de Abunda para comentar con usted, amable Lector, que hace pocos años empezó a aparecer en las redes sociales, una cantidad creciente de mensajes de motivación para valorar el tiempo y la felicidad así como la vida que es muy corta; realzar el amor, el patriotismo, la solidaridad, que los jóvenes abran los ojos, los ataques políticos, el proselitismo religioso, el valor de la amistad y muchos ítems más, redactados ya en tono de chantaje (reenvíalo a 20 y te lloverán bendiciones o no lo envíes y algo malo pasará o ni se te ocurra cortar esta cadena porque ya verás), ya en tono autoritario o, los menos, con pretensión doctoral. Y no es que esté mal, si no que abruman e inundan los teléfonos con dichos mensajes, los cuales, en fechas recientes, han arreciado como si se promoviera el distinguir quién reenvía el mejor mensaje que, con él mismo texto o, peor aún, con igual video, en pocas horas le llega a uno por 4 o 5 vías. Imagínese la carga inútil en los servidores mundiales debido a la redundancia de información, sin contar que dichos mensajes, fotos, videos, ocurrencias, chistes, mentiras, desnudos, paisajes, anécdotas, efemérides, cápsulas históricas y culturales, etc., los escriben cada vez más largos, con textos kilométricos, pretendiendo ilustrar a viejos y jóvenes. La verdad es que éstos, los jóvenes, los eliminan sin leer o, si los leen con cara de fastidio, no toman en cuenta el mensaje. La vida es principalmente un manojo de sentimientos según la edad, no de razonamientos. No se puede exigir a un joven que razone como viejo. En realidad son escritos de viejos para los viejos. Los más de estos “mensajes” son consejos y recomendaciones a los abuelos para aprovechar el tiempo cuando ya no queda tiempo. Te dicen que hagas lo que quieras, que te gastes lo que tengas, que dejes de preocuparte por tus hijos, que disfrutes a tus amigos, que viajes, comas y bebas lo que se te antoje y casi todo adornado con florecitas, estampitas, bendiciones y buenas noches y buenos días y feliz lunes y feliz martes, etc., etc. Bueno, en los casos donde incitan al lector a vivir y gozar la última etapa de su existencia, en el fondo promueven, a querer o no, una andanada de vanidades y egoísmo, de egocentrismo y de actividades irrealizables, ya por falta de dinero, ya por carencia de salud. En resumen: le recomiendan a la gente que sea EGOÍSTA y EDONISTA, cuando toda su vida ha sido una persona compartida, generosa, solidaria y amorosa con su familia, sus amigos y su pueblo, algo que a la mayoría nos ha hecho sentir útiles y felices. Sin embargo, pues, ahora resulta que esa forma de actuar no es buena para los viejos. ¡Basta ya! ¡A destramparse y a vivir! Esto es lo que promueven. Ladran Sancho, ...

Pido a usted, tolerante Lector, el favor de su disculpa porque ya estoy igual que los Mensajistas, escribiendo largos rollos sobre lo que los viejos ya saben y que los jóvenes desdeñan. Pese a todo, quise hacer algunos comentarios adicionales sobre las Fake News y nuestra responsabilidad de corroborar los datos antes de reenviarlos y difundirlos sin sopesar las consecuencias que una falsedad pueda traer. Es como un chiste, como el Nobel de Tanzania, nos reímos y ya, no pasa nada, pero hay otros muy graves y ofensivos, sin embargo, me abstuve porque tendría que citar algunos ejemplos que no es sano repetir y porque no se puede detener un tsunami con las manos. Hecha esta consideración, no abusaré más del tiempo de ustedes, mis amigos. Palabra.

Rendijas

Las redes sociales son un escondite para los francotiradores

Abunda Lagula es africano y Abunda Lasaña de donde será? Mexicano?

10/10/2020