El ayer nos parece un pasado extraño y lejano, el hoy se extiende vertiginosamente, el mañana parece aterrador; es una época turbulenta todos, cada cual a su manera vivimos un mundo que cambia rápidamente, un suspiro, un descuido, y lo familiar, lo conocido desaparece…
Argentina y el mundo entero se conmocionó con la noticia del “Pelusa”, “Cebollita”, “La mano de Dios”… muchos fueron los motes dados al bajito de estatura pero con un talento enorme, casi tan enorme como su ego, pero; ¿por qué no vanagloriarse si eres distinto y mejor que muchos? Se vale, claro está… Aunque eso no guste a más de uno.
Qué si tal o cual eran mejores o peores, qué más da, los verdaderos seguidores del deportista se quedan con su gloria y enseñanzas, esas que van más allá de copas, estadísticas y luces en los estadios…
Los que tenemos familia que cada fin de semana goza de practicar el llamado balompié, podemos entender perfectamente el sentir de la multitud que lloraba a su ídolo en La Casa Rosada, en las calles de Buenos Aires, en Argentina y el mundo entero, ese que tantas glorias trajo a su país en malas épocas, no en balde un deporte sirve como válvula de escape para todos los sentidos, no son pocos los libros y películas donde se narra la vida azarosa de quienes inician en un deporte al parecer simple, pero que sirve de escaparate para los verdaderos genios del “dribbling”, la gambeta, los goleadores que se llevan la gloria y con ella arrastran al equipo.
La ex esposa, Claudia Villafañe, pasará a la historia como la villana al final en la última parada del ídolo, la multitud ansiosa deseaba despedir a su Dios topándose con paredes que tuvieron que saltar, la Casa Rosada se convirtió en campo minado para quien osara brincar los muros, se esperaba que hasta hoy sábado los restos del campeón permanecieran a la espera de sus fanáticos, la viuda decidió contrariar y se inició el caos…
De pronto todo aquello se convirtió en un maremágnum, gritos, jaloneos, carreras, gases lacrimógenos, heridos, tuvieron que esconder presurosamente el féretro para preservar la integridad del cuerpo idolatrado, miles querían estar en presencia de quien amaban y les fue arrebatado ese instante, el frenesí presente se palpaba a través de las pantallas, el dolor en cada sollozo, grito y lagrima, la imperiosa necesidad de sacar el dolor y la frustración acumulada, vivir en presente casi controlando la pasión, el dolor que recorre las venas.
Diego dejó de rodillas al mundo y puso a Argentina en el mapa. “Muchos pibes no sabrán de grandes tristezas y que a la Argentina le falte "el Diego" para mí es un montón”, me comentaba un querido amigo por teléfono, y yo podía sentir su pesar y angustia… Recordábamos como un dolor semejante los inundó mirando el mundial de Estados Unidos por la tele, cuantos en la sala de su casa escucharon la noticia que decía: Maradona está fuera por dopping, como argentinos gritaron con dolor: "Nos cortaron las piernas".
Jugar, ganar, perder, entender; la corrupción del fútbol amenazante, las drogas latentes a cada paso, el hilo fino, la cuerda floja, el dios dinero corrompe, la fama abraza y encandila, entender la absurda fanaticada volcarse en cada partido, el fanatismo exacerbado luego de encontrar un motivo, Alemania, Brasil, Italia, México; para lograr juntar a las barras contrarias, enemigas mortales unidas en un solo grito… un partido de mundial.
Muere Maradona y sin distingo de clases o edades las lágrimas corren sin cesar por los dolidos rostros, entender desde la racionalidad y dejando fuera al humano y sus defectos, lo que Diego representó para el pueblo Argentino, llorar por uno de los pocos hombres que demostró que desde abajo se puede llegar a la cima, ¿Cuántos pequeños siguieron el ejemplo del “cebollita”, cuántos corazones inflamó, cuántas fantasías se volvieron realidad bajo el manto y canto de “dale, dale, Diego”?
El presidente de la República, Alberto Fernández, había anunciado algo muy diferente a lo que ocurrió, ¿Qué pasó tras bambalinas que su mandatario traicionó al pueblo argentino? ¿Por qué no se impuso, y accedió a los deseos de la ex esposa Villafañe? La multitud en ese momento no aceptaba razones, les arrebataron la última posibilidad de la despedida, los que viajaban desde lejanas partes quedaron con palmo de narices, desconsolados su única opción será visitar el mausoleo en el cementerio privado de Bella Vista, a unos 35 kilómetros de Buenos Aires, el ídolo se ha ido, da paso a la leyenda.