La Ciudad de México vive una crisis en su tejido social; la falta de valores, la corrupción, la desintegración familiar, la violencia cotidiana, el desempleo y la pobreza son factores que han influido en esta problemática integral.
Bajo este contexto, nuestra Ciudad debe tener un cambio de paradigma en la forma de cómo se gobierna, partiendo de la sana administración de los recursos públicos para que sean destinados a la generación de políticas públicas con un alto sentido social mediante su diagnóstico, diseño, instrumentación y evaluación correspondiente.
Esto permitirá acceder a un orden administrativo socialmente eficaz para que los recursos sean aplicados al gasto público con una planeación, organización, dirección, control y transparencia, teniendo metas claras con base en las necesidades y carencias sociales, de infraestructura y de servicios públicos.
De esta manera, se logrará gobernar con mayor eficiencia y se tendrá una visión más clara a corto, mediano y largo plazo para solucionar de raíz las problemáticas en las que nos encontramos inmersos, evitando medidas paliativas que sólo abonan al estancamiento, o peor aún, al retroceso de la Ciudad de México condicionando el desarrollo de sus habitantes.
En otras palabras, para poder gobernar de manera eficiente a la Ciudad de México, se debe innovar su administración, para que se restablezca el orden social, traduciéndose en una gobernabilidad que establezca un equilibrio entre las demandas sociales y la capacidad para resolverlas.
En este sentido, los ciudadanos debemos participar y decidir el futuro de nuestra Ciudad para los próximos seis años, por ello, es necesario reflexionar en la trayectoria, resultados y propuestas de los que serán candidatos para saber distinguir entre la eficiencia y de aquellos que son producto de acuerdos cupulares y de mecanismos populistas.
No queda duda, que se debe apostar por un cambio en la manera de cómo se ha administrado los últimos 20 años a la Ciudad de México, donde la participación ciudadana será fundamental a través del voto útil para que se defina el destino de cada pueblo, colonia, calle y espacio público.
Con este esfuerzo ciudadano se podrán restablecer espacios familiares donde impere el respeto y la solidaridad, llevándonos a una gobernabilidad que garantice el debido uso de los recursos públicos que deberán ser administrados de manera ética, honesta, eficiente y transparente para acceder a una economía estable con seguridad, empleo, movilidad, servicios públicos, transporte y medio ambiente sostenible.
Necesitamos un gobierno eficiente que dé resultados a los habitantes de la Ciudad de México para que se erija una sociedad con desarrollo, con oportunidades y con seguridad; por ello, se debe apostar por la innovación política y de propuestas, haciendo a un lado esquemas de gobierno anquilosadas, de confrontación, oportunistas y lejanas al ciudadano.
En conclusión, los habitantes de la Ciudad de México necesitamos congruencia en la propuesta, en los hechos y en los resultados, por ello, es necesario tomar en cuenta que todo buen gobierno inicia con la eficiente administración de los recursos públicos, lo cual, es la base de buenos servicios cercanos a las familias.