En México una de cada cinco mujeres embarazadas es menor de edad y las otras cuatro apenas están en posición para pedir su credencial del INE, un dato alarmante dentro de esta situación, es que cuatro de cada cinco embarazos son “no deseados”, al menos por uno de los integrantes de la pareja, lo que lleva a las madres y a sus hijos a vivir en condiciones precarias donde sobresalen la violencia, pobreza, falta de educación y el rechazo de los infantes.
Muchas niñas de 12 o 13 años ya son esposas de hombres de 25 o hasta 40 años además de ser madres y su principal preocupación es cuidar a sus bebés, atender a sus esposos y cuidar las casas. Para ellas terminar la educación secundaria es indispensable pero sus actividades de mujer siendo aún niñas, lo impiden.
Save the children
En México más de 6 millones ochocientas mil niñas entre 12 y 17 años han contraído matrimonio o viven en concubinato según un estudio realizado por la institución encargada de velar por los derechos de los infantes.
Fenómeno cultural vs protección infantil
Los mexicanos no hemos creado una cultura de protección de nuestros niños con respecto al matrimonio infantil, y lo podemos ver entre políticos de grandes rangos como aquel de grandes barbas que contendió por la presidencia del país en 1994 y que cuando tenía 34 años en 1977 contrajo matrimonio con una niña de 17.
Para la mayoría de los mexicanos el matrimonio sigue siendo algo “sagrado” enmarcado por una sociedad en su mayoría católica que ha permitido que se violenten los derechos de los menores principalmente los de las mujeres al reconocer sus nupcias con hombres inclusive mayores que ellas por más de 30 años.
Grave violación a los derechos humanos
La Organización de las Naciones Unidas considera que el matrimonio infantil (sea formal o informal), es una grave violación a los derechos de la infancia; pero en México esta práctica no está penada y en algunas entidades federativas aún es legal.
Lo más importante es inhibir y desestimular esta nociva tradición, no solo a través de una norma más estricta, sino también de un cambio cultural. "Las leyes solo son marcos de actuación, por eso es muy importante avanzar en la batalla cultural para reconocer a las niñas como ciudadanas de pleno derecho, que pueden decidir sobre su cuerpo y su vida. Y esto pasa por los derechos sexuales y reproductivos: no solo es frenar las uniones tempranas, sino también reconocer que ellas deben decidir sobre sus cuerpos”.
Políticas públicas
Para ampliar los horizontes de las menores de edad, y que el matrimonio no sea su única opción o la imposición de su entorno comunitario, es necesario que desde el estado se desarrollen políticas públicas que permitan a las niñas y niños principalmente decidir sobre sus posibilidades de desarrollo individual ya que en México terceros como padres, tutores y hasta autoridades, deciden por ellas.
Muchas mujeres, incluso, son obligadas a casarse porque a los padres se les paga una dote. Algo que se aprueba como "tradición cultural", sobre todo en algunos pueblos indígenas.
La pobreza como factor
La miseria es un factor determinante ya que la mitad de la población de cero a 18 años vive en situación de pobreza, lo que implica carencias en muchos de sus derechos.
Derechos vulnerados
Las uniones precoces violentan tres derechos fundamentales… El derecho a la educación, a la salud y a una vida libre de violencia, sobre todo en el género femenino. Al casarse, muchos menores dejan la escuela para incorporarse al mercado laboral en condiciones precarias o informales en el caso de los hombres, y las niñas, para dedicarse a labores del hogar o debido a embarazos prematuros.
Estar preñadas vulnera su derecho a la salud, además de que, por esa situación, muchas son obligadas a unirse o casarse. "Una niña o adolescente no se encuentra física ni mentalmente preparada para ser madre: está en riesgo de sufrir muerte materna.
Embarazo infantil y adolescente
Según la OCDE, México es el país con más gravidez adolescente: una de cada cinco embarazadas es menor de edad, esto se debe a la falta de políticas públicas y garantías a los derechos sexuales de la infancia.
Respecto de la tercera vulneración, indica Save the Children, las mujeres que se casaron antes de los 18 años de edad viven 57% más violencia física, 61% más violencia sexual, 23% más violencia económica y 11% más violencia emocional en comparación con aquellas que lo hicieron después de los 18 años.
Luchonas y sus bendiciones
El fenómeno social que a muchos nos puede causar hilaridad cuando vemos memes sobre las madres luchonas que salen a buscarle un nuevo papá a sus pequeños hijos cada fin de semana entre los malvivientes y borrachos de su pueblo o barrio, ataviadas de manera vulgar y sexy con trapos baratos en un bailongo de pueblo con música de banda o en un perreo con sensual y prosaico reggaetón, mientras sus abnegadas madres les cuidan a sus “bendiciones”, es un problema que tiene muchas vertientes que deterioran cada vez más nuestro entorno social. Lo anterior se debe en la mayoría de los casos, al abuso infantil que muchos hombres tiene con las menores de edad al embaucarlas sexualmente y abandonarlas para no enfrentar responsabilidades de manutención y crianza de los hijos donde desgraciadamente como madres solteras son menospreciadas.