La guerra interna en Morena está lejos de terminar y era de esperarse, pues lo que está en juego es la dirigencia nacional del partido político más poderoso de México.
Son dos grupos los que se disputan el poder, el de la actual dirigente Yeidckol Polevnsky y el que integró el líder de la bancada morenista en el Senado, Ricardo Monreal.
Para ello Monreal tiene a su suplente Alejandro Rojas Díaz-Durán pugnando abiertamente por la dirigencia del partido.
Nuevamente el fin de semana el aguerrido Rojas Díaz-Durán cargó fuerte contra la actual dirigencia de su partido a la que calificó de actuar simplemente como un aparato burocrático alejado cada vez de las bases.
Díaz-Durán advirtió sobre la importancia de que, desde el inicio, ese instituto político sea abierto, democrático, incluyente, tolerante, plural y progresista; la punta de lanza que consolide la Cuarta Transformación.
El senador suplente señaló que el partido no debe desviar su rumbo ni traicionar los tres principios fundacionales que nos distinguen: No mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México.
La realidad es que en estos momentos en los que la figura de AMLO demanda una mayor conexión con una sociedad que está en su nivel más crítico de aceptación desde que inició su mandato, el apoyo de Morena se antoja como un elemento necesario.
Las divergencias entre Alejandro Rojas y Yeidckol Polevnsky son más que una señal de la falta de coordinación que prevalece entre los seguidores de López Obrador, una peligrosa falta de atención al momento que vive el país.
Un momento lleno de matices anticlimaticos como no los había vivido el ahora partido gobernante.
Rojas Díaz-Durán reclama a su dirigencia el no estar a la altura de los retos actuales. Y en gran medida no le faltan en sus señalamientos.
Pues en los últimos meses Polevnsky y su grupo ha dado visos de que quiere convertir a Morena en un “PRIMOR” autoritario que puede empezar a recibir el rechazo de la inmensa mayoría que votó por el partido y de quienes desean afiliarse.
Un ejemplo es lo que ocurrió con la selección del candidato de Morena para el gobierno de Puebla, pues desde un principio Yeidckol se aferró a Miguel Barbosa, pero se aseguró de desarrollar un sistema que legitimará su decisión como lo fue la famosa encuesta, de la cual no se dieron a conocer los resultados y mucho menos el método.
Con esta decisión la dirigente nacional fracturó al partido, pues un grupo de morenistas no quedaron satisfechos, son ellos quienes ahora demandan la participación y la inclusión de todos, y quienes aseguran que Yeidckol sólo se enfoca en mantener el control de un aparato burocrático y administrativo.