Mientras los mexicanos estaban distraídos con actividades propias del verano y las vacaciones escolares, algo pasó con nuestro sistema penal: por lo visto, sin que los liberales se dieran cuenta, se inventó el delito de la amante presunta.
Así se lee uno de los párrafos que informa a los mexicanos del nuevo capítulo en la novela del villano más malo del siglo. El contenido entre paréntesis es mío:
“Javier Duarte pudo (pudo, quién sabe) haber beneficiado a su “novia” (como no están seguros usan el entrecomillado, aunque así no se haga), con el supuesto (aún no tienen certeza) desvío de recursos de programas sociales”.
Me llena de escalofríos esa información. Hay una mujer que no se sabe si es la novia, de un hombre que no se sabe si es culpable, y un regalo entre ellos que no se sabe si sí existe.
¿La fuente? ¡La mismísima Procuraduría! La que cubre el rostro al ex gobernador acusado de desvío de fondos, la que intenta cumplir con los requisitos del debido proceso, pero que como no lo entiende, da a conocer el nombre completo de una mujer a la que no acusa de nada.
La ineptitud en la procuraduría es tal que va a abriendo boquetes en todo el proceso, revelando, no nuevas pruebas del desfalco, sino nuevos chismes sobre las compras de Duarte y la posibilidad de que otra mujer, muy en su derecho, haya tenido el mal gusto de salir con él.
El testimonio dado a conocer por la Procuraduría (el término más exacto es filtrado, porque no es información que deba ser pública) revela que Duarte compró un departamento y una camioneta y los regaló. No lo dudo y espero, si no es mucha molestia, que el MP pueda, si no es mucho pedir, hacer la verificación y recuperar para el erario lo que se pueda. En cambio, lo que recibo de los astutos hombres de la justicia es el nombre completo de la que recibió el regalo y la palabra amante.
Los medios más serios lo pusieron en su portada, con anzuelos deleznables (su foto, nomás) para que la jauría se encargara del resto. Ahora los mexicanos conocen su rostro, han visto fotos sugerentes y fotos peores (las de burócrata), saben de su trayectoria política y hasta de un corrido. La PGR la convirtió en blanco de una justicia que no cuida las pruebas, que no sigue el debido proceso, que aprovecha y alimenta el machismo para quemar en la hoguera a quien, hasta ahora, no es acusada de nada.
Ningún elemento debe desestimarse, los nombres que salgan deben considerarse (son indiciados), y si hay más cómplices deben ser investigados. Pero no linchados y mucho menos si no se les acusa de nada.
¿O nos dormimos este verano y de verdad se inventó el delito de la amante presunta? ¿O el de amante? ¿O el del mal gusto?