Tal vez un Ángel sea un ser espiritual, transparente, que aparece desde siempre y que tiene la encomienda de estar cerca de nosotros. Alguien que nos cuida, que nos aconseja y que está con nosotros en todo momento. Quién sabe si creamos en el Ángel que dicen que todos tenemos desde el momento de existir; tal vez no nos hemos percatado de su presencia o tal vez sí. En fin, eso es de cada uno, pero a lo que me quisiera referir hoy, es a la existencia de Ángeles reales, que están o han estado en nuestras vidas y que mágicamente transforman o han transformado nuestro día a día.
Cualquier persona que nos ha ayudado, que nos ha dicho una palabra de consuelo, que sube nuestra autoestima, que nos da un consejo en el momento justo, que nos prestó dinero cuando nos hizo falta, que nos escucha cuando algo nos pasa, que se acuerda de nuestro cumpleaños, que nos envía un mensaje o nos llama para preguntar cómo estamos y cómo va nuestra vida. Personas que están pendientes de nosotros, que nos cuidan, que saben dónde y cómo estamos; que nos leen, que adivinan nuestro estado de ánimo, nuestro pensamiento y la razón de nuestro actuar. Personas que nos acompañan, que nos siguen, que festejan nuestros logros o nos hacen ver nuestras fallas, cuando se dan cuenta de algo que nosotros no vemos, pero que de pronto también se tornan invisibles cuando tienen que hacerlo. Pueden estar cerca o pueden estar lejos, pero están incondicionalmente.
Personas que cuando escuchamos su voz , al mirarlas o simplemente al pasar un momento con ellas, hacen que nuestro día se aclare, que nuestra mirada se llene de luz, que la vida nos parezca inmensamente bella, que nos hacen sentir lo afortunados que somos por el simple hecho de vivir. Seguramente todos tenemos uno o varios Ángeles en nuestras vidas, en el mejor de los casos hemos sido o lo somos para otras personas, de forma visible o invisible, pero inevitablemente mágica.
Finalmente diré que me parece un tema trascendente, porque los Ángeles nunca se olvidan.
¡Buen fin de semana!