Estimado amigo anulista:

Veo tu actitud como la de hace seis años. Apareces de nuevo con tu viejo repertorio de argumentos: ?Todos los partidos son iguales?, ?estoy harto de la partidocracia?, ?no apoyaré al sistema electorero?, ?ningún partido me convence?, y un largo etcétera inductivo que, a partir de casos mediáticos de corrupción y abuso de poder, buscan desacreditar a todos los candidatos y partidos políticos por igual, sin contrastar opciones, sin ponderar propuestas, ni considerar trayectorias. Veo también que ni la última reforma política, ni la reelección legislativa, ni las candidaturas independientes, ni los nuevos partidos políticos han logrado convencerte, aun cuando el movimiento anulista impulsara estas reformas como bandera política en la última elección intermedia.

Veo un discurso superficial -ya muy desgastado por cierto- donde resaltas de nueva cuenta las ventajas del voto nulo a partir de su ?efecto potencial-deslegitimador?. Veo otra vez las citas al Ensayo sobre la lucidez de Saramago, los supuestos contrafácticos y los casos hipotéticos de ?que pasaría si nadie saliera a votar?. Veo el discurso fácil de siempre disfrazado de idealismo.Lo que tristemente, esta vez no veo, es una propuesta clara de lo que te propones hacer después de ir a anular tuvoto[1].

Empiezo a creer que lo tuyo es más bien como una de esas tendencias en el mundo de la moda que se repiten cada cierto tiempo. Sé que lo insípido de las elecciones intermedias te orilla a pronunciarte en contra de toda la oferta electoral por igual. Sé que anular es políticamente correcto en el círculo crítico en que te desenvuelves. Sé que para ti y tus audiencias es políticamente redituable mostrarte independiente y crítico ante todas las opciones políticas. Sé que te es conveniente bañarte en la sacralidad del apartidismo y que buscas capitalizar el descontento social contra la clase política, para conseguir más seguidores y adeptos. Lo sé, porque te he visto hablar en nombre de los ciudadanos, erigirte como defensor del interés generaly señalar con absoluta certeza la ruta indicada para la transformación social, en un estilo mesiánico que no distas mucho del tono de aquellos partidos a los que tanto criticas.

Sin embargo, quiero insistirte en la importancia de tu definición política, quiero insistir en lo conveniente de que elijas y te comprometas con una opción, de que no anules tu voz ni desperdicies tu voto. Quiero insistirte en que un voto informado vale más que un voto nulo, que al elegir de entre las opciones políticas existentes no estás votando por el menos peor, sino que estás reconociendo que hay buenos y malos candidatos, con buenas y malas propuestas. Permíteme reiterarte que la complejidad de nuestros problemas sociales y lo imperfecto de nuestra democracia nos obliga -quede quien quede- a fiscalizar la labor de nuestros gobernantes, a exigirles que rindan cuentas, pero, sobre todo, a definir nuestras preferencias no en términos ideales, sino en términos reales y existentes.

Seguramente me contestarás: ?¿De qué le sirve a la gente votar por un candidato?, si trienio con trienio las cosas siguen igual, o incluso peor?. La respuesta fácil sería preguntarte a ti ¿de qué sirve anular, si cada que hay elecciones se propone lo mismo y las cosas siguen igual, o incluso peor? La respuesta compleja implica definir órdenes de gobierno, diferenciar responsabilidades, entender a la clase política no como un conjunto homogéneo e indiferenciable, sino como actores individuales con incentivos y lógicas diversas. La respuesta compleja implica matizar y reconocer que en todos los partidos políticos hay tanto personajes infaustos, timadores y oportunistas, como candidatos con propuesta, integridad y reconocida trayectoria.

Al poner a todos los candidatos y partidos en el mismo costal, lo único que sostienes es una generalización apresurada (secundum quid), es decir, una falacia que infiere una conclusión general a partir de una prueba insuficiente. Concluir que ningún candidato merece tu voto, implica que conoces a toda la oferta electoral existente ?al menos la correspondiente a tu distrito? y que ninguna cumple con tus criterios como para merecer tu respaldo. En la mayoría de los estados, se llevarán a cabo elecciones para diputados locales, diputados federales y presidentes municipales, lo cual suma 3 cargos a elegir (sin considerar los estados en que se elegirá también gobernador). Con la inclusión de Encuentro Social, Partido Humanista y MORENA a la boleta, se suma un total de 10 partidos nacionales entre los cuales escoger (más candidatos independientes y partidos locales). De manera que deducir que ?ningún candidato te convence?, implica haber conocido y comparado las propuestas, trayectoria y formación de al menos 30 candidatos y plataformas electorales distintas.

Me podrás decir que una cosa es lo que propongan y otra muy distinta la que realmente lleven a cabo. Claramente existe una división entre las propuestas y la actuación de nuestros políticos una vez electos. ¿Qué podemos hacer al respecto? Uno no puede conocer el futuro y saber de antemano qué político cumplirá y cuál no con su programa. Lo que sí puede hacer, es allegarse de la mayor información posible y, a partir de conocer y comparar las trayectorias de los candidatos, reconocer cuál de entre todos sería más proclive a cumplir de manera honesta y eficiente con su programa. Por ello,recalco la idea de que la democracia no termina el día de las elecciones. Es importante, quede o no nuestro candidato votado, exigir cuentas, fiscalizar su labor y demandar el cumplimiento pleno de sus funciones. Añadido a ello, existen mecanismos ?dependiendo el estado- de democracia participativa y directa que complementan y corrigen las fallas de la democracia procedimental (presupuesto participativo, consulta popular, iniciativa ciudadana, referéndum, audiencias públicas, etc.). Nadie dijo que ser un ciudadano sea una tarea sencilla, ni que elegir para luego exigir sea una labor fácil, pero sin duda, implica un mayor compromiso y un mejor resultado que simplemente anular.

Porque lo verdaderamente fácil es decir que ?todos son iguales?, sin haberse nunca comprometido por transformar la vida interna de un partido o apoyar ofertas electorales alternativas. Fácil es llamar a anular, sin haberse tomado el interés de conocer las plataformas y propuestas de los diferentes candidatos y partidos. Facilísimo compartir los videos de Denise Dresser en redes sociales, sin atender los debates entre candidatos, sin conocer su trayectoria, sin contrastar sus propuestas.

Amigo anulista, fácil es ponerse al filo de la moda y pedir a los demás que anulen,cuando ni siquiera se conoce los límites geográficos del distrito electoral en que se vive o las necesidades de tus vecinos de al lado. Pero el anulismo no sólo es la vía más fácil, sino también la menos efectiva para canalizar el descontento social y lograr que las cosas cambien. Amigo anulista, tu voto quizá no modifique los resultados el día de las elecciones, pero tu actitud para resolver los problemas de nuestra democracia hace sin duda toda la diferencia.

#VotoInformado

#NoTeAnules

[1] Cambiar las reglas electorales para que los votos nulos tengan mayor impacto no me parece una verdadera opción: ?votaré nulo y luego de hacerlo, lucharé para que el voto nulo siga teniendo mayor peso? ¿Alguien encuentra sentido a esta lógica circular?