El miércoles 28 de junio la SEP publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el “Modelo Educativo para la Educación Obligatoria” (MEEO), (título reiterativo, pues se podría simplemente denominar: “Modelo para la Educación Obligatoria”); el cual lleva por subtítulo: “Educar para la libertad y la creatividad”. También, el jueves 29 de junio, fueron publicados en el DOF, el Plan y los Programas de Estudio de la Educación Básica (Acuerdo 07/06/17 de la SEP), con el subtítulo: Aprendizajes clave para la educación integral. De ahí la pregunta que da pie a esta reflexión: ¿Los aprendizajes clave constituyen las “claves” de la Educación?

Luego de una primera lectura general de ambos documentos, me parece conveniente examinar la fundamentación del “Modelo”, es decir, revisar cuáles son sus bases desde lo educativo, con la finalidad de analizar, a partir de una posición crítica, la lógica interna del diseño de la propuesta pedagógica y curricular de la Reforma Educativa, que entrará en vigor a partir del 2018.

1) El Modelo está sustentado en un enfoque basado en el desarrollo de competencias, pero refinado. En el documento sobre el Plan y Programas de Estudio (SEP) se expone lo siguiente: “En este Plan el planteamiento curricular se funda en la construcción de conocimientos y el desarrollo de habilidades, actitudes y valores. En este sentido, su enfoque es competencial, pero las competencias no son el punto de partida del Plan, sino el punto de llegada, la meta final, el resultado de adquirir conocimientos, desarrollar habilidades, adoptar actitudes y tener valores. La experiencia en esta materia a nivel internacional nos dice que al buscar el verdadero dominio de las competencias del siglo XXI, estamos en la dirección correcta.” ¿Cuáles son las implicaciones de esta toma de posición? ¿Es el camino correcto, de verdad, o es la moda internacional impuesta por la OCDE?

Retomo, como réplica, algunos fragmentos del ensayo de César Coll denominado “Las competencias en la educación escolar: algo más que una moda y mucho menos que un remedio”. Nos dice el profesor español: “el concepto de competencia sigue enfrentando algunas limitaciones teóricas y prácticas de difícil solución; y su uso –o al menos algunos de sus usos– comporta riesgos, (es decir) tiene implicaciones negativas y genera prácticas discutibles...” Y agrega: “el proceso de toma de decisiones sobre los aprendizajes escolares tiene un componente ideológico importante, cuya visibilidad puede quedar seriamente comprometida en algunas variantes de los enfoques basados en competencias”… “debido precisamente a la importancia que atribuyen a la aplicación y utilización del conocimiento, los enfoques basados en competencias pueden acabar generando la falsa ilusión de que la identificación y selección de los aprendizajes escolares es un proceso fácil que puede y debe ser abordado, además, desde la más estricta neutralidad ideológica.”

2) ¿La noción de “Aprendizajes clave” resuelve y supera conceptualmente al esquema anterior (Acuerdo 592 SEP, del 2011), centrado, acrítica y simplemente, en el “desarrollo de competencias”?

En el glosario del “Modelo” actual (MEEO, 2017), se lee lo siguiente con respecto a los Aprendizajes clave: “En la educación básica es el conjunto de contenidos, prácticas, habilidades y valores fundamentales que contribuyen sustancialmente al crecimiento de la dimensión intelectual y personal del estudiante. Se desarrollan de manera significativa en la escuela. Favorecen la adquisición de otros aprendizajes en futuros escenarios de la vida y están comprendidos en los campos formativos y asignaturas, el desarrollo personal y social, y la autonomía curricular. Sientan las bases cognitivas y comunicativas que permiten la incorporación a la sociedad del siglo XXI. Particularmente en la educación media superior se refieren a las competencias del Marco Curricular Común, a lo que tienen derecho todos los estudiantes de este nivel educativo en nuestro país. Los aprendizajes clave fortalecen la organización disciplinar del conocimiento, y favorecen la integración inter e intra asignaturas y campos de conocimiento, mediante tres dominios organizadores: eje, componente y contenido central” (DOF, 28 junio 2017, la definición aparece sin referencia específica de la investigación en este campo).

Hablar de Aprendizajes clave implica razonar, de modo epistemológico, en un discurso que tiene tres significados: 1) Son un instrumento o medio para alcanzar determinados propósitos educativos “…que contribuyen al desarrollo integral de los estudiantes y que les permiten aprender a lo largo de la vida.”; 2) Los aprendizajes clave constituyen un concepto central que permite articular los distintos componentes de un modelo de enseñanza y aprendizaje, donde los aprendizajes clave son raíz o eje central de la organización de otros aprendizajes no clave. Según la SEP, dentro de esta última noción, “en la educación básica el currículo se organiza a partir de aprendizajes clave.”; y 3) Son componentes genéricos y referentes para definir formalmente, con fines de evaluación, las llamadas “competencias educativas”, punto de partida para iniciar el rediseño de los estándares curriculares (homogenización establecida fuertemente en el planteamiento de 2011).

Los aprendizajes clave, para las autoridades de la SEP, cumplen con los tres significados o acepciones previamente descritos, ya que al mismo tiempo son medio o instrumento; centro o raíz; y horizonte en la lógica interna del diseño curricular (esto último para el caso de la Educación Media Superior, pues “se refieren a las competencias del Marco Curricular Común”), es decir, son elementos estructurales y por lo tanto indispensables del Modelo. Sin embargo, el Modelo Educativo (MEEO, junio 2017) incorpora en su narrativa una cierta confusión, ya que la definición de “Competencia” educativa publicada en su glosario, no parece distinguirse sustancialmente de la definición de “Aprendizajes clave”.

En el Modelo se define a las Competencias como la “…Movilización e integración de habilidades, conocimientos y actitudes en un contexto específico...” (aunque aclara): “El planteamiento curricular de la educación básica no parte de un enfoque explícito de (desarrollo de) aprendizaje por competencias; sin embargo, no por ello se deja de contemplar el desarrollo y práctica de conocimientos, habilidades, actitudes y valores.” (p. 71 versión digital en Word).

Cabe mencionar inclusive que en algunos fragmentos del texto en cuestión, se asumen como indistintos estos dos conceptos, es decir, “Aprendizajes clave” y “competencias” son lo mismo, tal como se muestra en las siguientes líneas: “…cada uno de los estudiantes debe adquirir los aprendizajes esperados y desarrollar la competencia de aprender a aprender.” (p. 33 versión digital en Word)

2) Dice el Modelo Educativo 2017 (junio) que se distingue del Acuerdo de 2011, porque:

“Hasta ahora no se ha logrado ofrecer una formación integral porque no se han reconocido con suficiencia los distintos aspectos del individuo a los que la escuela debe atender ni a la diversidad de estilos y necesidades de aprendizaje de los estudiantes. En algunas reformas educativas, el currículo se ha enfocado más en temas académicos y ha dejado de lado otros aspectos fundamentales del desarrollo personal y social. Asimismo, ha sido poco flexible, por lo que no ha brindado a las escuelas espacios locales de decisión sobre el currículo. Estos temas fueron señalados reiteradamente en los Foros de Consulta Nacional para la Revisión del Modelo Educativo como asuntos indispensables que considerar en la Reforma Educativa en curso.”

Su aplicación, la apuesta principal: Los niños y niñas que ingresarán a la Educación Preescolar, a tercer grado, en 2018, concluirán su Educación Secundaria en 2028. Para entonces ¿esa generación de mexicanos estará en condiciones de vivir en una sociedad más democrática, equitativa, tolerante e inclusiva? ¿Más allá de las evaluaciones estandarizadas internacionales, qué cambios educativos trascendentes podremos constatar en nuestros jóvenes que logren culminar la Educación Básica en 2028, y qué papel jugará en ese proceso formativo, el Modelo Educativo propuesto?

3) Dos inquietudes más: a) El valor de operación y aplicación del Modelo Educativo 2017 estará dado en función del lugar que ocupen los Maestros y las Maestras en ese proceso de cambios y sus eventuales resultados. Una lección que deben tomar las autoridades educativas al respecto, es que una Reforma Educativa debe hacerse con los maestros y no contra ellos; con un gran programa ambicioso y radical, sin precedentes, para la formación continua, así como la formación inicial de los docentes y directivos escolares; y b) Ojalá que la riqueza académica y el interés que han puesto los diferentes grupos de especialistas, en Educación, para confeccionar el Modelo Educativo renovado, no termine como trampolín de una campaña política o como programa de coyuntura de algún candidato.

Después de todo, y como sucede con los procesos educativos, cuyas latencias son de mediano y largo plazos, con el tiempo veremos si esta visión de “Aprendizajes clave” alcanzará o no, para cumplir con las altas expectativas que se establecieron en los fines de la Educación.

Fuente: César Coll. Las competencias en la educación escolar: algo más que una moda y mucho menos que un remedio, Aula de Innovación Educativa. Núm. 161, INNOVACIÓN EDUCATIVA, pp 34-39.