Todos los días hay una gran cantidad de críticas al presidente López Obrador; que si la venta del avión presidencial es puro cuento, que es imposible que firme cada certificado del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que es el rescate de Pemex es inviable, que el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles no estará listo el próximo año, y otros tantos temas. Todos los días, se habla de los temas del presidente, por lo que se debe reconocer que ha acaparado la agenda mediática como ningún otro mandatario en la historia.

El presidente ha tenido una exposición a los medios como ningún otro, principalmente por las conferencias que realiza cada día. Las mañaneras le han permitido posicionar la agenda y de mostrarse como el presidente con mayor apertura en términos de la libertad de expresión. De lunes a viernes, a las 7 de la mañana el presidente da la cara y enfrenta a los medios en un debate circular, y al finalizar se sigue hablando de los temas que se abordaron en la conferencia. Esto le ha permitido establecer una comunicación directa con las personas que la sintonizan, sin intermediarios. Por ello, llama la atención que se diga que el presidente censura o que se confunda el ejercicio y se diga que no hay apertura.

La semana anterior se presentó la Dra. Denisse Dresser (quién había criticado el ejercicio de las conferencias con anterioridad), cuestionando la apertura y haciendo un llamado a la defensa de la libertad de expresión. Sin embargo, jamás se había visto a un presidente que tuviera un intercambio abierto con la prensa todos los días, garantizando el derecho de expresión. En otra ocasión anterior, el periodista Jorge Ramos asistió a la conferencia, y cuestionó al presidente, quién incluso le permitió subir al templete para contrastar los números de la violencia en el país. No ha sido el único caso de intercambios con los críticos y el presidente siempre ha contestado.

¿Cuándo pasó esto en los sexenios previos? Anteriormente eran pocas las veces en las que el presidente era cuestionado de manera directa por los medios, las preguntas que le hacían eran controladas por la oficina de comunicación social y nunca se les veía enfrentando a periodistas críticos al poder. Basta recordar la mínima cantidad de entrevistas con la prensa durante el sexenio de Peña Nieto, quién decidió evitar las conferencias de prensa cuando no supo decir el nombre de 3 libros que marcaron su vida en la FIL, o, con Vicente Fox, de quién se recuerda a su vocero, que le enmendaba la plana cada que daba una declaración desafortunada diciendo, lo que el presidente quiso decir…

Los temas que el presidente pone en la mesa todos los días son temas no sólo de coyuntura, sino son temas que sensibilizan a las personas. Un ejemplo de esto es la venta del avión presidencial. A muchas personas les parece un cuento o una excusa para dejar del lado temas más importantes. Sin embargo, es una gran estrategia de comunicación para que la gente entienda de manera clara lo que significa ese avión, su costo y todo lo que implica. En un país con tantas carencias (especialmente en los servicios médicos) es mejor contar con más camas en los hospitales, más ambulancias, tomógrafos mastógrafos y aparatos de resonancia magnética, que con un gran transporte de uso exclusivo para el presidente.

Podrá ser criticada, pero la estrategia de comunicación es uno de los activos más importantes que tiene el presidente, por 3 razones, marca la agenda del día, involucra a la población en el debate de los temas públicos y permite diferenciarse de sus opositores, siempre recordando los excesos que tuvieron los políticos en un periodo previo y de los que algunos todavía son parte.

* Arturo Ávila Anaya, presidente IBN/B Analitycs y experto en Seguridad Nacional por Harvard (NIS).

@ArturoAvila_mx