Permitidme tutearos, imbéciles:
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros aquí matizaré ministros y ministras de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.
Y ustedes, permítanme a mí, tolerantes lectores, volver a utilizar este controvertido y enérgico texto de don Arturo Pérez Reverte como epígrafe, pero me parece justo lo que muchos queremos decir desde hace tiempo a nuestros Partidos Políticos.
Quizá por la logorrea agotadora de los candidatos de todos los partidos acusándose unos a otros, o por las ridículas mantas de plástico con las que llenaron al Estado de México, o por las interminables marchas de maestros y campesinos, manipulados por ustedes mismos,
O quizá, porque no olvidamos al Fobaproa, ni al movimiento estudiantil del 68, ni las ligas de Bejarano, ni los negocios de los parientes de Martita, ni los errores de diciembre, ni la toma del Paseo de la Reforma por el Peje, ni la ridícula Estela de Luz de Calderón, los 43 de Ayotzinapa o más recientemente, la colecta de Eva Cadena, los mil millones perdidos de Josefina, o las coperachas en Texcoco de Delfina, y todos los etcéteras que le quieran agregar, que también les digo, a quienes fue encomendada la administración de nuestro país:
Permítanme hablarles de tú, imbéciles, pero tenemos 200 años pagándoles un sueldo que no merecen y cediéndoles un poder del que han abusado cada día, desde que el país existe como tal.
El problema es que no se han enterado, me consta después de hablar con muchos de ustedes. Poco les importa la opinión pública, son cosas tradicionales de la plebe, afirman desde que México era gobernado por Maximiliano de Habsburgo. Están ustedes tan ocupados escarbando por el nuevo hueso del 4 de junio, anulándose unos a otros en una pelea de perros, que excluye la opinión de los ciudadanos de a pie, utilizando hasta el último recurso legal para posponer la transparencia y ocultar sus malos manejos, que no han tenido tiempo para rendir cuentas a una ciudadanía que no las exige, porque no sabe cómo y se limita a hablar mal de ustedes en las redes sociales, pandilla de incompetentes, que tienen a nuestro resistente México lleno de pobres y desesperanzados.
Permítanme hablarles de tú, ineptos, pero estamos cansados de la impunidad, de las disculpas, de los triunfalismos y los discursos optimistas, de los sindicatos charros que respiran a través de sus heridas, de los dinosaurios que regresaron a hacer las mismas cosas de antes, de una izquierda dividida, dogmática e ineficiente que repite como perico las arengas mal aprendidas del Che o la retórica de Eduardo Galeano, y de una derecha que utiliza la cruz y el dólar como logotipo del poder y que demostró su ineficiencia durante dos sexenios.
Estamos hasta el gorro de la falta de cultura, del empleo informal que ha tomado posesión de las calles, de los egresados de las universidades que no encuentran empleo, de los poderes fácticos, de los líderes sindicales, de los legisladores que no legislan, de los jueces que no juzgan y de los ejecutivos que no ejecutan.
Y el domingo tenemos que votar.
Queda un día para tomar una decisión muy difícil. Hasta este momento me he autoexpedido los siguientes decretos:
No voy a votar por el PRI. Nunca lo he hecho ni lo volveré a hacer. Sería como atrasar el calendario ochenta años. Son demasiadas las evidencias de que siguen siendo ineficientes y corruptos.
No voy a votar por el PAN. Tuvieron su oportunidad durante dos sexenios, heredaron todos los vicios y convirtieron al país en un polvorín. Resultó peor el remedio que la enfermedad.
No voy a votar por el PRD ni por Morena, izquierda obsoleta y dividida inventada por el mismo PRI, que hace diagnosis certera de los problemas que aquejan a México, pero que no propone una solución lógica a los mismos. Una izquierda que busca venganza y que representa una amenaza para el país.
Tampoco pienso anular mi boleta, ni votar por el menos malo de los partidos.
¡Quedan pocas opciones! Y una noche para meditar.