Mara fue asesinada porque su agresor supo que podía hacerlo. Quiso demostrar que  no importa si se trata de una vida por la que se clama en redes o si trata de un caso que es ignorado, quiso demostrar que siempre que se trata de una mujer, ellos tienen la última decisión de matarnos. Que no habrá consecuencias.

Fueron 24 horas después tras su desaparición que la información brindada por Karen Castilla, hermana de Mara, se difundió por distintos medios de comunicación y que a causa de que se hizo viral, las autoridades hicieron de esta investigación su prioridad.

Pero a Mara la mataron porque no hay justicia a la cual temer; a Mara la mataron convencidos de que la impunidad que reina en nuestro país podría dejar sin sanción el acto. A Mara la mataron porque su secuestrador pensó que su vida de feminicida será normal, que ya llegará otra a la cual desaparecer, o explotar, o torturar, o matar.

Ricardo Alexis es el nombre del conductor de la unidad Cabify que recogió a Mara saliendo del Bronx, un centro nocturno poblano, y con cinismo se presentó voluntariamente ante un agente de Ministerio Público para rendir su declaración. Fue dejado en libertad el mismo sábado 9 de septiembre.

Aquel sábado, la madre de Mara recibió llamadas telefónicas en las que un sujeto masculino  aseguraba que la Mara "estaba bien". A Gabriela Miranda, la madre de Mara, nunca le pidieron rescate, su primera sospecha fue que su hija había sido entregada a una red de trata de personas.

A Mara la mataron porque no hubo alguien que la encontrara antes. No hubo inteligencia capaz de rastrearla. No fue suficiente que las redes la buscaran.

Al día miércoles 13 de septiembre, la Fiscalía General de Puebla tenía ya detenido a Ricardo Alexis en Tlaxcala. Su crimen ya no era perfecto pues las autoridades rastrearon el celular de Mara y su geolocalización arrojó que fue en Terrenate, municipio de aquel Estado, el último lugar en el que había estado Mara. Ahí lo capturaron y lo trataron como presunto responsable de privación ilegal de la libertad.

A Mara tal vez la mataron porque su agresor no supo cómo la podría callar; porque no quiso que ella lo delatara, porque la presión mediática fue insoportable para su secuestrador y tampoco las autoridades manejaron con tregua su regreso.

A Mara la mataron porque el ruido que se hizo por su desaparición fue virtual y no real. A Mara la mataron como a miles de mujeres en todas las latitudes del país.

El cuerpo de Mara Fernanda Castilla, una mujer joven, que participó en la campaña del caso Lesvy #SiMeMatan , una estudiante de tan sólo 19 años y tercer semestre de Ciencias Políticas, fue hallado este viernes 15 de septiembre en un tramo de la carretera Puebla-Tlaxcala.

A Mara no la encontraron, a Mara la entregaron en un acto cínico que respondió a las demandas.

El feminicidio número 83 recibió  las condolencias del gobernador poblano, Tony Gali, sin mayor promesa.

 Gobernador: En vez de dar el pésame, denos seguridad en su Estado.

 La empresa Cabify a través de su cuenta de Twitter filial México anunció  "el fallecimiento" de Mara en vez de reconocer su asesinato. Para ellos fue suficiente el machote sin reconocer que no cuentan con estándares de seguridad ni capacidad de atención  inmediata ante reportes.

Karen Castilla reportó la tardanza del Cabify cuando en vez de tardar los 15 minutos ordinarios del recorrido, rebasaba los 48. A Mara la asesinaron por la indiferencia de la queja.

 No basta el luto, no basta condenar su muerte, no basta siquiera que "todo el peso de la ley" caiga sobre el conductor de Cabify porque la trata de personas está compuesta de redes que tienen que ser investigadas y castigadas.

Este mismo 15 de septiembre, sin abundar en el asunto o investigar, la Fiscalía poblana aseguró que el caso no estaba relacionado con trata de personas. Una afirmación sin investigación completa del conductor de Cabify. ¿Cómo es que se atreven?

No bastan los mensajes de cualquier autoridad si en el ámbito de sus competencias no moverán un dedo para la prevención y atención  de los feminicidios. Decir JUSTICIA para Mara es gritar NI UNA MUERTA MÁS.  Es exigir que no haya ni una desaparición más sin ser investigada.

Y dejar claro que hoy más que nunca, no nos van a callar.