Morena vive dificultades internas por errores de conducción política y por no entender lo que está pasando en el país. El Partido, que por dos años encabezó Yeidckol Polevnsky, lo llevó a una situación catastrófica en su trabajo y en su consolidación organizativa. La pandemia acabó replegando la actividad política y al ensimismamiento de sus bases. ¡Todo esto, se entiende! Lo que no checa, es la ausencia política del CEN y su falta de creatividad para superar estas fallas, para combatir la embestida golpista de la reacción, para acabar con la ineficacia y con la falta de liderazgo que andan perdidos desde hace dos años. Recompusimos el CEN para fijar posicionamientos políticos contra nuestros adversarios y para darle información a las bases y a los que votaron por nuestra opción de gobierno. A cinco meses de haberse elegido el actual comité solo aparece la confusión y el encabronamiento que empiezan a desbordarse en las filas del partido.
¿Qué había atrás del entusiasmo que se despertó en el pueblo durante y después de la campaña y el triunfo de la Coalición Juntos Haremos Historia el 1º de julio del 2018? Se equivocan quienes afirman que sólo fue el hartazgo en contra del régimen lo que llevó a las urnas a más de treinta millones de electores que hicieron triunfar nuestro proyecto. Las grandes acciones de masas y el voto que llevaron a la presidencia a López Obrador, fue su permanente trabajo al lado del pueblo, su capacidad para explicarle las causas y razones de su marginación y su pobreza. Fue la propuesta de un proyecto que incluía sus demandas, su participación en la defensa y conquista de sus derechos y libertades. Esto fue lo que convirtió al pueblo en el sujeto que se dispuso a transformar el país.
El liderazgo de AMLO como dirigente partidista y como gobernante del país, siempre ha sido cercano a la gente. Abrazó sus sentimientos, sus necesidades, tradiciones y culturas y, con ella, selló el compromiso de que el poder residiría esencial y originariamente en el pueblo, porque éste, en todo tiempo tiene el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Su convicción democrática la resume diciendo que el suyo, también iba a ser un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Su concepción democrática entró en el corazón de la gente y por eso hoy, a casi dos años del triunfo popular, ese pueblo le sigue siendo fiel y dispuesto a caminar al lado de su proyecto.
¿Y el partido, dónde está? ¿Ese instrumento que construye opinión, que les da contenido político, organizativo e ideológico a sus propuestas? ¿Que se apoya en sus militantes y en los que votaron por él? ¿Acaso no se ha dado cuenta que ha perdido contacto con sus votantes, con las luchas populares y que se ha divorciado de su militancia, omitiendo el ejercicio de la política e imponiendo dirigentes que nada tienen que ver con la legitimidad y con los problemas que enfrentan las bases en cada entidad? ¿Por qué no recoger la experiencia, el trabajo y los liderazgos locales en los que están contenidos el conocimiento de los problemas y la autoridad moral para dirigir el partido? Cuando AMLO fue su dirigente el trabajo lo hizo personalmente y en consulta directa con sus futuros militantes. Allí se fraguaron lo comités de base, la discusión y el trabajo colectivos se convirtieron en autoridad política y se generaron las propuestas para elaborar el Nuevo Proyecto de Nación. En cambio, las prácticas priistas puestas en función después de julio del 2018 solo han difuminado la discusión, dividido al partido y paralizado su actividad. Lo que se ha fortalecido es el clientelismo en detrimento de la unidad y crecimiento de Morena.
El pueblo y la militancia que apoyan nuestro proyecto, lo hicieron no solo porque el ahora presidente supo recoger los sentimientos y el acumulado espíritu por sembrar una nueva cultura por la democracia. Abrazaron la esperanza de que por primera vez iban a ser los actores de su propia transformación. Entendieron que el poder dimana del pueblo para su propio beneficio y que éste se convertiría en el defensor de las nuevas formas de hacer política. Cuando no se le toma en cuenta y en cambio se le imponen personas ajenas a la entidad y sin consulta alguna a las bases, la militancia se desencanta, se encabrona y rechaza las imposiciones centralistas y antidemocráticas.
Aún es tiempo de recomponer las cosas, Alfonso Ramírez Cuellar. Superar las diferencias y problemas del partido no está en las persistentes decisiones cupulares. En lugar de seguir pensando que la solución de los problemas está en personajes desconocidos, ignorantes y corruptos, apóyate en la militancia, en su honestidad, en su trabajo. Oye las opiniones de las bases y facúltalas para que trabajen por la unidad y acción del partido. Los que estás nombrando son desconocidos de la militancia, no conocen los problemas y menos tienen los tamaños y los méritos para dirigir una organización harto complicada.