El pasado 19 de mayo el candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), señaló que de obtener el triunfo en las próximas elecciones se buscaría conseguir la autosuficiencia alimentaria.

El aspirante presidencial de la izquierda expuso durante su gira por Jalisco que "vamos a buscar la autosuficiencia alimentaria, la soberanía alimentaria, no depender del extranjero en lo que tiene que ver con nuestros alimentos".

El candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), propuso además que de ganar las elecciones el próximo primero de julio el gobierno federal daría apoyo para que se compren a los productores de ciertas regiones del país granos básicos  a mejores precios y comprar a minoristas para entregas posteriores a población marginada.

Las propuestas del tabasqueño, han sido duramente criticada por muchos analistas, políticos y empresarios ya que ven esta  oferta electoral, incongruencias que están en  contra de una política económica efectiva,  atentando contra la libertad de emprender, además de causar distorsiones en el mercado y afectar la apertura comercial con el exterior.

El sector empresarial agrupado en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) que preside Juan Pablo Castañón, señaló que el modelo que plantea López Obrador es el de sustitución de importaciones o de autosuficiencia alimentario, lo que habla de una visión proteccionista y cerrada y que esa política económica ya está superada en el mundo.

El presidente de México Enrique Peña Nieto, también se sumó a la crítica de la propuesta del candidato de izquierda, al afirmar que un país inmerso en la globalización no puede aspirar a políticas del pasado basadas en la autosuficiencia alimentaria. El primer mandatario también afirmó que México se ha posicionado como una potencia agroalimentaria en los últimos cinco años, dando a entender que la política económica actual ha sido exitosa.

Peña Nieto destacó también que los países deben aspirar a garantizar la disponibilidad de alimentos, como ocurre en México, que tiene una fuerte producción interna, "tanto, que hoy es más lo que exportamos que lo que importamos".

El analista económico Jorge Suárez Vélez, fustigó la propuesta del candidato de izquierda en lo referente a la autosuficiencia alimentaria y los precios de garantía y un texto publicado en Reforma, de nombre: “Voto a AMLO, búmeran" donde califica de incongruentes la ofertas electorales.    

En la columna de Suárez Vélez del diario Reforma, el analista escribió textualmente que “AMLO propone perpetuar la pobreza de los campesinos, arraigándolos a la tierra improductiva en esquemas de producción arcaicos. Claramente crearía una dependencia que a él le convendría".

Carlos Elizondo Mayer-Serra, también se sumó al ataque de las propuestas de autosuficiencia y precios de garantía de López Obrador y en su columna del Excélsior publicada el pasado jueves 7 de junio, que lleva por título: “Peña Nieto se adelanta a las propuestas de AMLO” el   analista, escribió textualmente que “también están los precios que AMLO ha prometido incrementar, como el de la tortilla. Bueno, no lo ha dicho así, pero ha prometido un precio de garantía al maíz. Si éste no es mayor al de mercado, no tiene sentido tal precio. Si lo fijan por arriba del mercado, los productores de Estados Unidos tratarán de capturar una parte de ese beneficio trayendo su maíz a México. Pero más importante aún, dado que el maíz blanco es el principal insumo de la tortilla y el amarillo, de los huevos y del pollo, estos productos tendrían un alza en su precio, salvo que se optara por subsidiarlos”.  

Héctor de Mauleón no podía desaprovechar la oportunidad de poder atacar las propuestas de autosuficiencia del  odiado Peje y poderlo comparar con el Presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), haciendo una analogía de gobierno del priista y lo que podría ser el gobierno del tabasqueño.

La propuesta de autosuficiencia del candidato a la presidencia Andrés Manuel López Obrador suena utópica, pero el no tener una independencia alimentaria y tener una excesiva dependencia del exterior como sucede actualmente en México es riesgoso, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el país compra del extranjero 43 por ciento de los comestibles que consume y es el segundo importador de alimentos per cápita después de Japón. Una nación debería producir 75 por ciento de los alimentos que consume para no sufrir dependencia alimentaria, señala la FAO.     

Ningún país del mundo tiene soberanía alimentaria, ninguna nación produce todos los alimentos que consume, todos los países, y en eso se basa el comercio, producen algo donde una región  tiene ventajas comparativas e importan otras cosas; lo que es muy importante es que el país produzca aquellos rubros que son estratégicos.

México depende mucho de las importaciones para satisfacer la demanda interna de los principales granos, oleaginosas y forrajes, los cuales han crecido en los últimos 20 años. Para el año pasado, 79 por ciento del arroz, 50 por ciento del trigo y 34 por ciento del maíz blanco y amarrillo  consumido en el país provino del exterior.

La dependencia de México no solo es de alimentos, también hay la necesidad de importar  insumos para la producción de granos básicos, como es el caso principalmente de  fertilizantes nitrogenados que se tuvieron que adquirir en el exterior el 64 por ciento de lo que se consumió en el país el  año ante pasado, mientras que del volumen de mezclas de dos o más nutrientes fue del orden del  27.6 por ciento y potásicos 8.5 por ciento. La urea es el más importante, ya que representa 41 por ciento del volumen total importado de fertilizantes.

Políticos y analistas que están en contra de las propuestas de AMLO sobre autosuficiencia alimentaria, resaltan que México actualmente vende más alimentos al exterior de los que compra, y que hay regiones del país con una alta productividad y que no debemos entrar en esquemas ya superados y que “supuestamente hicieron mucho daño” a la economía .

Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), la balanza agroalimentaria de México del primer trimestre de este año reporta un superávit de 2,931 millones de dólares (MDD).

Los productos de la balanza agroalimentaria  mexicana que más se vendieron en el exterior  y que aportaron más divisas al país fueron: cerveza de malta (1,010 MDD), aguacate (876 MDD), jitomate (719 MDD), pimiento (480 MDD), tequila y mezcal (346 MDD), azúcar (295 MDD), productos de panadería (288 MDD), fresas frescas (286 MDD), ganado bovino en pie (180 MDD), almendras, nueces, pistaches (175 MDD), pepino (169 MDD) y frambuesas frescas (156 MDD).

Los datos de la Sagarpa nos muestran que si bien hay un superávit agroindustrial del país,  este se concentra en ciertos productos como la cerveza, que representa 34.45 por ciento del total del excedente de la balanza, además de que la producción de este producto esta monopolizado por dos grandes empresas (Grupo Modelo —que pertenece a la multinacional belga-brasileña AB InBev y Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, Heineken) y para su elaboración se importan cebada, y la que adquieren las cerveceras en el país, es a precios muy bajos.

El superávit en la balanza agroindustrial, no ha significado que haya mejores condiciones de vida para la población rural. En un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de  la Facultad de Economía de la UNAM de nombre “Situación del campo en México; pobreza, marginación, explotación y exclusión”, se señala que apenas 3 millones 954 mil personas del sector rural pueden llevar alimento a sus hogares; otras 27 millones 480 mil personas no tienen acceso a una canasta básica.

La alta producción que tienen varias zonas agroindustriales del país, se debe a que se ha invertido en tecnología y que cuentan con la colaboración de los jornaleros que son contratados con muy bajos salarios, con las mínimas condiciones de seguridad social  y son explotados casi como esclavos.

El desigual desarrollo económico del país, provoca que muchos trabajadores de las zonas rurales marginadas  emigren a los lugares donde hay trabajo y, lo hacen acompañados de sus familiares, quienes  en muchos casos también son contratados para las labores agrícolas, no importando que sean niños, mujeres embarazadas o ancianos.

La propuesta de López Obrador en lo que se refiere a los precios de garantía en mi opinión  no es descabellada, ya que por un lado hay que procurar que haya más producción de granos básicos y que los productores del campo que están en condiciones de pobreza obtengan por sus cosechas precios más altos y que no sean explotados por la cadena de distribución de los acaparadores y especuladores.

La mayoría de los países subsidian la producción de granos básicos, y ejemplo de esto lo tenemos con Estados Unidos que su Congreso aprobó en 2015 subsidios por 956 mil millones de dólares para el agro norteamericano. La Ley Agrícola, más conocida como Farm Bill, destinó en promedio 97 mil millones de dólares anuales en subsidios a los agricultores, recursos que financiarán programas como precios de sustentación, seguros de cosechas y  subsidios.

Francia destina más del 60 por ciento a las grandes explotaciones agrícolas y este país se ha opuesto a que la Comisión Europea (CE) intercambie ofertas con el Mercosur para las negociaciones de libre comercio, porque rechaza la apertura del mercado agrícola regional para las exportaciones sudamericanas.

El pugnar por una mayor independencia agroalimentaria del exterior y que los productores rurales de ingresos más bajos tengan mejores precios por sus productos no son medidas populistas, ni tampoco significaría mayores distorsiones para el mercado, lo que distorsiona el mercado son las empresas monopólicas del campo y la cadena especulativa de distribución.