El Rincón del Chamán
El desplome del crecimiento económico para este impresentable 2020, ajustado por enésima ocasión, estará a niveles terroríficos del -9.44 por ciento, y la eventual y muy modesta recuperación en 2021 y 2022, sin duda nos llevará de la mano a ver la misma película de las últimas tres décadas, la del crecimiento mediocre.
Los datos más recientes del Banco de México muestran que la recuperación económica post-vacuna será lenta y podría comenzar a reflejarse hasta después de la primera mitad del 2021, cuando en el mejor de los casos tendríamos cifras positivas del 3.21 por ciento del PIB. Es una buena cifra que no corrige todo lo perdido.
Por eso, de lo que no hay duda es que seguiremos pagando los costos de la crisis sanitaria.
Hay que admitirlo, no veremos este sexenio el crecimiento del 4 por ciento prometido.
Es más, analistas de primer nivel estiman que el actual sexenio cerrará con un promedio del 0.0 al 0.2 por ciento del PIB. Cero crecimiento, cero.
Y ojo, los promedios en gobierno anteriores fueron de 2.5 por ciento del PIB con Peña; 1.8 con Calderón y 1.9 con Fox.
Así es que nadie puede echar las campanas al vuelo, sería ruin, pues la constante es el enorme costo social que se traduce en estancamiento y pobreza.
¿Y la recuperación?
Suponemos que a estas alturas de la pandemia, cuando nuestro confinamiento transcurre entre el anaranjado y buenas noches y sabemos que presumen el éxito de las vacunas ´porque ahora sí vamos a domarla´, los estrategas de la actual administración están diseñando un plan maestro para emprender la recuperación y encaminarnos hacia una nueva normalidad.
Ojalá así sea. Aunque la verdad no vemos claro.
¿Y después qué?
En el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, los reconocidos economista Rolando Cordera, Gerardo Esquivel, Valeria Moy y Enrique Provencio, le entraron al debate el fin de semana en una mesa virtual en la que dilucidaron sobre la economía mexicana en la nueva normalidad.
Algunas ideas con las que nos quedamos es que debemos aprovechar las oportunidades que ofrece el reto de la recuperación y atrevernos a dar pasos que no nos regresen a la situación precaria de siempre.
Si México se decide a construir un Estado sólido de Bienestar, requerirá de ir hacia una gran reforma hacendaria, que comprende una nueva perspectiva fiscal que no solo aumente la recaudación sino que incida en la redistribución justa.
Esto obligará necesariamente a que la actual administración se atreva a recuperar nuestra condición como el país de las inversiones pública y privada, de otra manera difícilmente habrá futuro. Implica un Estado moderno y sólido, pero también flexible para hacer posible esta democracia productiva que garantice el bienestar de la población.
Otros factores que consideraron los economistas fueron los de dimensionar los costos de la crisis en los ámbitos de la ocupación formal y la creciente informalidad, replantear el seguro del desempleo y hacer énfasis en la ocupación de las mujeres, sin duda las más afectadas.
Pero también plantearon que tenemos que atrevernos ir hacia una revolución educativa -para garantizar el futuro de nuestros niños-, que rompa los modeles añejos; dar el salto hacia los cambios de la tecnología apurados por la pandemia y en lo energético, enfocarnos hacia las energías limpias, renovables, baja en carbono.
Y principalmente ir a la gran reforma fiscal que ayude a mitigar los costos sociales de la crisis, permita recuperar la solidez del Estado y lo confirme como el proveedor de bienes públicos como la educación y la salud.
Una reforma fiscal progresiva para aumentar los recursos fiscales, ampliar la base gravable y replantear el Federalismo fiscal que hoy es ineficiente pues la carga se centra en el gobierno federal y es inequitativa a nivel estados.
Este diagnóstico comprueba que hay mexicanos que aportan buenas ideas para no quedarnos estancados. Lo penoso es que los estigmatizan.
El crecimiento mediocre o enano parece una maldición, mala suerte dicen algunos. Ojalá no sea así, pero parece que estamos condenados a seguir igual.
Columnómetro de Aquiles Baeza.
1.- Estrategia iodex.
El plan de inversiones en infraestructura para estimular la recuperación que lanzaron el gobierno federal y la IP en octubre quedó muy corto.
Este lunes se conocerá la segunda etapa de los proyectos de las coinversiones gobierno-IP, pero parece que los únicos entusiasmados son algunos empresarios encabezados por Carlos Salazar Lomelín, porque del lado gubernamental ni lo mencionan.
La intención es buena ante la devastadora caída del 33.2 por ciento en la inversión privada en el 2T del año, con lo que hiló cinco trimestres consecutivos a la baja. La inversión pública tampoco canta mal las rancheras pues arrastra nueve trimestres negativos y el 2T del año cayó en 4.4 por ciento.
Lo malo es que este acuerdo tiene como marco la iniciativa de reformas al outsourcing que apunta a criminalizar a los empresarios dedicados a la actividad de la tercerización, lo que pone en riesgo cientos miles de empleos.
Parece que el gobierno sigue con la política iodex, el coscorrón y la sobadita.
2.- Conspiracy Theory de petatiux.
Parece que lo prudente es que el magistrado presidente del Tribunal Electoral federal, José Luis Vargas, se retire del cargo hasta que se aclaren las investigaciones de la UIF y la Fiscalía General de la República. De otra manera nadie va a confiar en las resoluciones del TEPJF, de por sí
3.- Por cierto, que en la inauguración de la FIL Guadalajara nadie de la Secretaría de Cultura asomó la nariz. Alguien debió explicarles que es una feria de libros y que los libros no muerden, bueno, a veces.
4.- Puede que sea la imaginación, pero se siente un ambiente fresco, como si viviéramos en Dinamarca.
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