El Quinto Informe de Gobierno de Miguel Ángel Mancera fue peor al que se organizó en su casa el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Al menos el Presidente convirtió el acto simbólico en un aniversario en su casa, con sus invitados y sus aplaudidores. El Jefe de Gobierno, en cambio, convirtió la Asamblea Legislativa en su casa y a la diversidad partidista en su coro.

La representante del Partido Encuentro Social, PES, perdió piso al desearle “la mayor de las bendiciones en las decisiones que tome sobre su futuro político”. De verdad, sin pudor. El del PT festejó “la batalla a favor del salario mínimo”, Movimiento Ciudadano aprovechó para celebrar la creación del Frente Ciudadano que “nuevamente pone a los partidos al servicio de los mexicanos”. El PRI le dio consejos para que su gabinete no lo traicione. ¡De verdad!

El PVEM decidió ser crítico, pero con el dirigente de otro partido: Andrés Manuel López Obrador, lo mismo que el PAN, que festinó lo que llamó la transición a un nuevo modelo político encabezado por el gobierno mancerista.

El PRD hizo su papel, a ese partido no se le puede reclamar que registre los avances de una administración encabezada por un hombre al que ellos eligieron, pero lo que fue un exceso es que el elogio se dirigiera ad hominem. Mancera es, desde su perspectiva, el prohombre que la historia necesita.

Al final dejaron a Morena, el partido rebelde que no se pliega a las loas pero que desde que llegó a la Asamblea ha mostrado que sabe dar más gritos que mostrar las deficiencias de esta administración. Baste decir que el representante de este partido consideró relevante cuestionar las fotomultas y el predial, dos de las pocas cosas que se le pueden reconocer al gobierno de Mancera.

Pero al menos salvó la cara, Morena. Lamentablemente lo hizo al final y eso impidió que se generaran respuestas de los otros partidos. El PRD habría podido dar datos de la responsabilidad fiscal de la administración en lugar de adular como demócrata y justo (nada más faltó llamarlo guapo) al Jefe de Gobierno en el momento en el que este se presenta a rendir cuentas.

Porque flaco favor le hacen a Mancera con ese blindaje. Su administración tiene claras deficiencias, se debilitaron políticas públicas en materia de seguridad (cuadrantes, cámaras, reuniones de gabinete) y se extraviaron aquellas en materia ambiental, pero eso no significa que esta administración no resista una evaluación. La resiste, claro, pero para eso necesita de la pluralidad de visiones que no existen ya en la Asamblea Legislativa. Requiere que el PAN pida explicaciones sobre la política social (como antaño), o que el PRI y el PVEM pongan la lupa en la seguridad y en las políticas de desarrollo rural (como antaño).

El blindaje no ayuda a la construcción de una candidatura para Mancera: lo debilita. No le da oportunidad de crecerse, de defender su visión sobre seguridad, de vestirse de estadista, de hacerse político, de mostrar por qué llegó ahí y por qué puede llegar más lejos. No, a él no le gusta eso de ser político. Que eso lo hagan sus operadores y que a él le toque el camino libre. Prefiere el blindaje, pero el blindaje no le va a servir cuando deje el poder de sus actuales oficinas.