Así lo dicen: -Meade es un hombre bueno-. Pero es bueno-bueno en todo.
En cuanto sale a conversación de inmediato se le califica como bueno. De forma unánime, ese es el veredicto por parte de quienes lo conocen y de quienes nunca lo han visto ni de lejos.
Siempre hay alguien que sabe que Meade es bueno porque algún conocido es amigo de algún ex compañero de algún colaborador de alguien muy, muy cercano a Mead.
Y no es bueno solo porque ahora se dice que es ¨el bueno¨ del Presidente Peña Nieto. No, no. Mead es bueno desde antes.
Muy bueno como estudiante, se graduó en el ITAM con mención honorífica, se tituló como abogado en la UNAM y tiene doctorado en economía por Yale.
Super-bueno como funcionario, ha sido Secretario de Estado cinco veces. Sí: cinco veces. Energía, Relaciones Exteriores, Sedesol y dobleteó en Hacienda.
¨Requete-bueno¨ como político, ha sido miembro de gabinete con dos presidentes de distintos partidos, PAN y PRI.
Extraordinariamente bueno como esposo y padre de familia. Tiene un sólido matrimonio con una mujer por demás buena como él: culta y discreta. Son conmovedoras las anécdotas sobre la calidad humana y generosidad de la señora Juana Cuevas.
Mega-bueno como hijo. Su padre, Dionisio Meade también tiene reputación de hombre de principios y valores, al igual que su abuelo, el abogado y escultor José Kuri Breña.
Hiper-bueno para tejer alianzas. Es de los hombres consentidos de Luis Videgaray, el ¨vice-presidente de México¨, ni más ni menos.
Buenísimo para la grilla. Ya no hay candados en el PRI que le cierren el camino a la candidatura por la presidencia de México. Ni en la antigua República Romana se había visto tal cosa; un hombre tenía que haber servido diez años en el ejército o haber luchado en diez campañas antes de poder presentarse como candidato para un cargo mayor.
Hace unos años coincidí con Meade y su familia en un elevador en Palacio Nacional, él era Secretario de Relaciones Exteriores. -Es cierto- pensé, -tiene cara de bueno- y lo confirmaron sus pulcros modales de caballero. Carecía de la arrogante postura que caracteriza a muchos hombres del Presidente.
Ahora todo mundo habla de él no por bueno, sino porque parece que es ¨el bueno¨ para el 2018.
Me pregunto si será malo ser tan bueno en una contienda presidencial.
Ojalá no. El PRI necesita hombres buenos.