Pagábamos rentas simbólicas, la vivienda, en los hechos, era nuestra. Gozábamos de todas las ventajas de un techo y ninguna de las cargas que implica el que sea de tu propiedad. Esa prestación, permitió que hijos de trabajadores pudiéramos acceder a la universidad. Fueron unidades habitacionales construidas no para los trabajadores del Seguro Social, sino para los trabajadores y trabajadoras beneficiarios de la Seguridad Social y que laboraban en las zonas industriales cercanas a esas unidades habitacionales. Yo vivía con mi abuela materna, María Luz Velázquez Villalobos, con mi tía materna Rebeca Noroña Velázquez y, con mi tío materno, Daniel Noroña Velázquez, quien era el titular de la vivienda, pues trabajaba en la fábrica "Acero Solar", en Tlalnepantla. Por supuesto ahí también vivían mis hermanos: Mónica, Raúl, Manuel y Rosalía. Mi madre vivía en otro espacio y por temporadas vivíamos con ella, aunque Mónica y yo prácticamente vivimos siempre con mi abuela materna.
Así que siendo estudiante universitario, logré la representación en mi unidad habitacional y luego me convertí en dirigente de todo el movimiento, de las siete unidades habitacionales: Independencia, Santa Fe, Legaria, Tlatilco, Narvarte, y Tequesquinahuac, donde yo vivía.
Fue una experiencia maravillosa, de las más bellas que haya vivido.
Logramos detener la venta de las viviendas, pues la administración del Seguro Social en realidad quería deshacerse de la responsabilidad del mantenimiento de las citadas unidades. Era director del IMSS, Ricardo García Sainz. Logramos un nuevo contrato de arrendamiento extraordinario, con renta congelada para las madres solteras, viudas y esposas abandonadas, que además preservaba las garantías para sus habitantes bajo el régimen de arrendamiento. Pero todo mundo sueña con tener un techo propio y al final, después de varios años, las unidades fueron enajenadas en favor de sus habitantes.
Toda esta aparente digresión, para decir que mi amiga, de 60 años, está buscando empleo.
Todo mundo está buscando empleo: quien es joven, quien es maduro, quien es adulto mayor, todos requieren de un empleo. Los adultos mayores al carecer de una pensión, ya no digamos justa, sino de una pensión a secas, urgen de un empleo.
Las personas maduras, al liquidarse los derechos laborales, carecen de empleo. Los jóvenes y los muy jóvenes, ni se diga. Hasta los niños buscan empleo.
Es lamentable que el actual sistema económico se caracterice por la enorme concentración de la riqueza, la ocupación de cada vez menos trabajadores y la liquidación del más elemental derecho laboral. La gente vive con salarios miserables, contratos mensuales y sin ninguna prestación. El seguro social, las vacaciones, el aguinaldo son cosas inexistentes para la mayoría del pueblo trabajador.
Nuestro pueblo es muy laborioso. Con jornadas en promedio de 10 horas diarias y nunca rehúye al esfuerzo y al trabajo. Pero a cambio de su trabajo recibe migajas, maltrato, racismo y clasicismo en recompensa a sus enormes esfuerzos.
Hay que recordar que la única manera de producir riqueza es con el trabajo, el dinero no crea riqueza. Es el trabajo de los hombres y mujeres lo que genera la riqueza. El dinero no genera dinero. La paradoja es que los creadores y creadoras de la riqueza, viven en la más absoluta de las miserias.
Yo estoy convencido de que debemos construir un nuevo camino para la humanidad desde México. Que debemos construir un sistema en el que nadie sufra por carencias económicas, un sistema económico en que lo más importante sea el ser humano, en armonía con la vida y con el planeta.
Pero mientras nos convencemos de construir entre todas y todos un nuevo camino, debemos restablecer los derechos de los trabajadores mexicanos. Una de las medidas urgentes de justicia social que el Congreso mexicano deberá decidir, es el restablecimiento pleno de los derechos laborales. Debemos lograr como mínimo que todo trabajador o trabajadora tengan seguro social, vacaciones, aguinaldo, utilidades, jubilación y pensión. Debemos aspirar a que haya un contrato colectivo mínimo vigente, para todo empleo que se desarrolle en nuestra patria. Ya no digamos que se deben elevar de manera significativa y justa los salarios.
Si para lograr que todo mundo tenga empleo, hay que disminuir la jornada de trabajo, habrá que hacerlo, ingreso completo con media jornada laboral.
Que la vida no sólo es trabajar.
Estoy seguro que si a los adultos mayores les ofrecieras trabajar hasta el último día de su vida para tener un ingreso aceptable, la inmensa mayoría lo aceptaría. Pero eso es una infamia, es una injusticia feroz.
El ser humano tiene derecho al ocio y al descanso, y más aún si ha llegado a la edad de adulto mayor.
Ya oigo a más de un reaccionario lamentarse y gritar que promuevo una sociedad de holganza. Simplemente promuevo que se haga realidad lo que decía el gran revolucionario mexicano Ricardo Flores Magón: "El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz".
"El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz".
Gerardo Fernández Noroña.
México D.F. a 3 de agosto de 2018.