Algunas reflexiones acerca del tiempo en la escuela
Para que se cumplan los objetivos del plan 2011, creación del yerno de la lideresa magisterial y entonces subsecretario de Educación, Fernando González se deben cumplir dos premisas: La reforma curricular de las escuelas normalisas y "La incorporación de todos los planteles escolares de México a la modalidad de “Escuelas de Tiempo Completo”
Las “Escuelas de Tiempo Completo”, representan una medida demagógica, en tanto resuelven el problema del padre de familia que debe trabajar dos o tres turnos para sostener a la familia, porque “el presidente del empleo y de la educación” olvidó mencionar que la prioridad sería “la guerra”, en contra del crimen organizado, que lo distrae de las prioridades que México necesita resolver.
La escuela se ve signada por tantas necesidades, que algunas evidentemente escapan de su radio de acción: Las escuelas no son guarderías. La falacia de la eficiencia en el campo educativo señala que más horas de clase significan más y mejor aprovechamiento escolar. No es fortuito que el padre de familia considere que es "un mejor maestro" aquel que se queda una o dos horas después del horario normal. En términos reales, esto sugiere también que no hay eficiencia en el uso del tiempo, entre otros factores que no necesariamente se refieren al incremento de la calidad de la educación en el aula.
Finlandia es uno de los países mejor evaluados en las pruebas con estándares internacionales y es una de las que menos hora-clase invierte en sus aulas, con lo que se echa por tierra la premisa anterior, evidenciando una más de las políticas sin sentido de el desafortunado plan 2011.
Por otro lado, en Estados como Veracruz, que tienen dobles plazas y por ende docentes que laboran en turno matutino y vespertino, no tienen claro cómo es que la mancuerna SEP-SNTE resolverá la situación. Sin duda, no solamente no avanzamos, sino que todo apunta para que este tipo de políticas educativas sin sentido sean un obstáculo más para elevar la calidad de la educación.
¿Usted qué opina, estimado lector?