Hace tiempo, en España, un informe de Hacienda atribuyó a la Infanta Cristina la venta de 13 propiedades que le reportaron casi un millón y medio de euros de ingresos. Se trataba de operaciones francamente absurdas en ciertas localidades en las que, en cuanto se conoció la noticia, los supuestos compradores manifestaron no conocer a la hermana de Felipe VI, por lo que era imposible que hubieran adquirido nada de ella.

La hija de Juan Carlos I de Borbón negó los hechos y, para darle carpetazo al asunto, las autoridades terminaron hablando de errores notariales. Lo cierto es que se usaron los nombres y los datos personales de mucha gente, en una maniobra fiscal y financiera que no ha sido suficientemente aclarada y que para muchos representó una burda trama de lavado de dinero.

No es algo que se dé solo en las monarquías. En el republicano estado de Sonora también se estilan tales rarezas. El que lo dude que revise la historia de Trinidad Ayala Valencia, de Navojoa.

Honesto, tranquilo, decente, el humilde Trinidad nunca ha hecho nada como para merecer la atención de los medios de comunicación. Y, sin embargo, en algún momento su nombre fue mencionado en cadena nacional.

Una de las dos grandes televisoras mexicanas se ocupó de don Trinidad Ayala. Pero no por nada que él haya hecho. Fueron otros los que hicieron algo para que Trinidad mereciera la notoriedad. Algo indebido: alguien utilizó su nombre y datos personales para realizar operaciones inmobiliarias en el Vado del Río de la ciudad de Hermosillo.

Trinidad Ayala Valencia vive muy modestamente en la colonia Tierra Blanca de Navojoa, Sonora. Gana 200 pesos diarios como cantinero en ­­­el bar El Paraíso. Si Televisa se ocupó de Trinidad se debió a que hombres poderosos de la capital de Sonora usaron su nombre para extrañas operaciones de adjudicación y posterior compra venta de terrenos.

En su reportaje, la televisora dio a conocer que Trinidad era dueño de una propiedad valuada en 36 millones de pesos. ¿Cómo se hizo el cantinero de Navojoa del inmueble? Él nunca lo supo, pero nosotros sí lo sabemos.

Recordemos la historia:

Con 200 pesos diarios es complicado comprar cualquier terreno. Pero Trinidad no solo era dueño de un predio valioso, sino que lo vendió en 2012, además barato, a Juan Valencia Durazo, presidente del PAN de Sonora.

Obviamente, Trinidad no tiene o ha tenido propiedad alguna en Hermosillo ni compró ni vendió ni hizo nada en una ciudad que no conoce. Por tal motivo ahora él demanda la nulidad de todas las operaciones realizadas cuando Javier Gándara Magaña era presidente municipal. Trinidad quiere limpiar su nombre. Está harto de ser ?el Huicho Domínguez de Tierra Blanca?.

El cantinero ya interpuso una querella ante el ministerio público y canceló el poder amplio de administración y dominio que supuestamente había otorgado años atrás para que en su nombre y representación se llevara a cabo la regularización y operación de compraventa de terrenos que él jamás ha visto en su vida.

En la denuncia, Trinidad narra cómo se usó su identidad para darle una supuesta posesión del valioso terreno y, posteriormente, solicitar al ayuntamiento de Hermosillo su regularización y venta al dirigente del PAN estatal y a empresas propiedad de un cuñado del gobernador Guillermo Padrés, el señor Dagnino.

Lo irónico del caso es que el humilde cantinero de Navojoa sigue siendo ?propietario? de dos predios ?mil 300 metros cuadrados en total? que todavía no se han vendido y siguen a su nombre.

En la intrincada trama para la adquisición de terrenos no solo participó el dirigente del PAN en Sonora, Juan Valencia, sino también el ex presidente municipal de Hermosillo y actual candidato panista a gobernador, Javier Gándara.

El uso ilegal del nombre, documentos personales y supuesta firma de Trinidad Ayala, se realizó para regularizar 29 mil 991 metros cuadrados de terreno en la exclusiva zona comercial del Vado del Río en la capital sonorense, en noviembre de 2010.

Sin el conocimiento y permiso de don Trinidad, el ayuntamiento de Hermosillo le adjudicó la propiedad de los terrenos. Se hizo un convenio de regularización sin la ratificación del cabildo y dentro de ese convenio, el cantinero supuestamente pagó a la tesorería municipal 544 mil 164 pesos.

Lo que solo en documentos fue suyo, en documentos dejó de pertenecerle. Sin que Trinidad se enterara del uso de su identidad, el 22 de febrero de 2010 dejaron de ser de ?su propiedad? 7 mil 837 metros cuadrados que se adjudicaron al líder del PAN.

Natalia Rivera denunció la transacción que permitió a Valencia Durazo quedarse con un bien público. Pero la denuncia no ha tenido mayor trascendencia.

La denunciante afirmó que Trinidad Ayala jamás participó en el proceso en el que ha sido involucrado, sin haber tenido siquiera idea de que su identidad estaba siendo utilizada para una acción presumiblemente fraudulenta. Para comprobarlo, presentó una hoja notariada en la que el cantinero se deslinda de toda la operación.

El dirigente del PAN, Juan Valencia, se ha defendido diciendo que se trató de una compra venta entre particulares y que él es un empresario solvente. Ambas cosas, falsas. La primera, porque tanto la adjudicación de los predios como su venta se realizaron solo porque intervino la autoridad. La segunda, porque el panista enfrentaba en ese tiempo serios problemas económicos: mientras compraba los terrenos, lo estaban embargando por un juicio mercantil. Hay dudas acerca del origen de sus recursos.

La historia de Trinidad alcanza al actual candidato a gobernador del PAN, Javier Gándara, quien debe ser el más interesado en aclarar las cosas.

El 29 de septiembre de 2009, cuando Gándara era presidente municipal de Hermosillo, aprobó el cabildo la regularización a particulares de los terrenos localizados en los antiguos ejidos de la capital sonorense. Así, casi un año más tarde el cabildo regularizó un paquete de terrenos en los que se incluía la operación entre Trinidad Ayala y el ayuntamiento, representado por su presidente, síndico y secretario.

El 22 de diciembre del 2010 se subdividió la propiedad entre Trinidad Ayala Valencia y María Alba Valenzuela Galaviz, su esposa, de la que él tenía más de 30 años separado. Después, en febrero de 2012, se realizó la primera operación de compra venta a Juan Valencia. En total fueron siete operaciones de compraventa a nombre de diferentes familiares de Valencia Durazo.

La oposición ha solicitado una investigación al actual alcalde de Hermosillo, Alejandro López Caballero, para que, en el caso de que se detecten vicios ocultos, se retrotraiga el terreno y vuelva a formar parte de los activos del municipio. Los regidores panistas se han negado a hacerlo. ¿Por qué? Si no hay nada irregular, lo mejor sería aclarar todo el asunto.