Los grupos delictivos que se disputan a sangre y fuego el dominio territorial del país, ya están desatados en la Zona Metropolitana del Valle de México. Como en todas las guerras, las ciudades capitales son las piezas más valoradas y difíciles de ganar, por eso las van dejando al último. No es que no estuvieran antes, porque los grandes capos siempre han estado camuflajeados en la amplia red de lavado de dinero y en el trasiego internacional de dinero sucio, sino que ahora sus bases de sicarios y extorsionadores han decidido salir a delinquir en un abierto desafío a las autoridades del Distrito Federal y del Estado de México, principalmente.
No es un asunto menor, porque se trata de poner a prueba a la región del país que presumía de estar vacunada del baño de sangre que refleja el día a día en otras partes de la República, y como en el DF, que decían era la ciudad más segura del mundo porque los criminales al menos estaban dejando en paz a la población civil. No es así; nunca lo fue, siendo sinceros.
La semana pasada, La Familia Michoacana dejó dos narcomantas a Eruviel Ávila recordándole que sus integrantes son sagrados, esto luego de que integrantes del grupo delictivo fueran detenidos. Para nadie que viva en la zona oriente y norte del Estado de México es un secreto que tienen comprados a las policías municipales y ministeriales; que sean ellos los que administran los bares, tables y algunos restaurantes y que tengan una amplia red de extorsionadores contra todo tipo de negocios que operan con total impunidad, a la luz del día con el apoyo de los municipales y estatales (como el corredor Los Reyes La Paz- Texcoco o casi todo el Periférico Norte, donde los narco-antros tienen como clientes frecuentes a los propios “guardianes del orden”).
En el Distrito Federal hay algo más grave aún. En los pasados operativos en el Eje Central y Tepito, los órganos de inteligencia policial entraron en alerta roja debido a la presencia inusitada de extranjeros operando como “halcones” (vigías del crimen organizado) y alertando a sus jefes. Se trata de un fenómeno creciente en el Valle de México y que ninguna autoridad ha sabido responder: presencia activa de la llamada “Mafia Cubana” entre los ambulantes del Centro Histórico; un descontrolado mercado de fayuca manejado la Mafia Coreana y un inaudito crecimiento de establecimientos de comida China –los que por cierto no sólo invaden la Ciudad de México sino otras ciudades de mucho menor tamaño— de la que hasta ahora pocos han sabido de dónde están llegando sus capitales.
Estos grupos delictivos están aprovechando la alta permisividad de las autoridades del DF y Edomex con el comercio informal so pretexto de que son una válvula de escape al desempleo y de medio de contención a la delincuencia común. La realidad es que el crimen más sofisticado los está rebasanado de manera acelerada.
Las vecindades del Centro Histórico la Ciudad de México son un refugio para estos grupos; más 60% son ocupadas para fines distintos al habitacional. Hace un par de años, cuando se hizo un operativo policial en la otrora vecindad La Fortaleza, en Tepito, se informó que en este lugar se contaba con departamentos donde había laboratorios para procesar droga al menudeo, con estudios para reproducir material audiovisual pirata y otros eran usados como bodegas para ropa o productos de contrabando.
Más grave es que este tipo de productos ya no son controlados exclusivamente por mexicanos o estadounidenses sino que han llegado otras mafias extranjeras para disputarles el mercado; todo un coctel molotov.
Las mafias cubana, que entró a México gracias a los apoyos de la ahora responsable de refundar al PAN, Cecilia Romero; y la coreana, que controla desde las maquinitas de “minicasinos” de las tienditas de la esquina hasta la industria textil de Chiconcuac y una parte del DF, son ya un grave problema de seguridad.
De acuerdo con estudios sobre el comercio ilegal en México, la piratería es un mal extendido a todo el corpus nacional: ocho de cada 10 películas de DVDs son piratas; siete de cada 10 musicales también; cinco de cada 10 prendas de vestir son hechizas o de contrabando; 50% de las telas entran de contrabando; 65% de los softwares de computadoras es ilegal, tres de cada 10 usuarios de televisión restringida son irregulares, tres de cada 10 libros también son reproducciones no autorizadas. Basta con recorrer cualquier tianguis, estación del metro, plaza pública o mercado de pueblo, en cualquier rincón del país, para constatar que no sólo en Tepito se cuecen habas.
Los empresarios y comerciantes hablan de pérdidas de varios millones dólares mensuales por esta industria. Sin embargo, poco o nada hacen para que los costos al consumidor final sean reales y no tan inflados. Ahí está otra parte del problema, ¿Cómo competir contra el vendedor de discos compactos del metro que ofrece a 10 pesos su producto cuando en una tienda están hasta en 400 pesos?
A fines de diciembre pasado, el Centro de Estudios del Sector Privado señaló que los comerciantes informales superan el 12% del PIB nacional, lo que equivale a una evasión de 250 mil millones de dólares, al no pago del IVA e ISR.
Apuntó este organismo que 12 millones de mexicanos en la informalidad, que representan el 28.3% del empleo anual. Sin embargo, para el Fondo Monetario Internacional, estas cifras son más alarmantes: para el FMI la economía informal representa el 35% del PIB nacional, con un movimiento 284 mil millones de dólares anuales. Según el INEGI, México ocupa el tercer lugar mundial, debajo de Turquía y Brasil y, después de China, el que peor protege la propiedad intelectual.
Más de la mitad de los mexicanos han optado por la ilegalidad y la informalidad como manera de sobrevivir las grandes desigualdades. Pero los ricos muy ricos, eso no lo entienden.
Para ilustrar esto, hay que echarle una mirada al gasto millonario de los ricos de este país: yaques, viajes de placer al extranjero, inversiones multimillonarias en otros países.
Crear un millón 200 mil empleos al año, como lo ofreció Calderón y ahora se pretende hacer lo mismo con el próximo gobierno, implicaría invertir, cuando menos, 120 mil millones de dólares anuales. O sea, y no es que le eche la sal, pero eso algo más que imposible.
Ante esta situación ¿Cómo resguardar a los millones de mexicanos si no en la informalidad, la ilegalidad o la emigración a otros países? Raúl Delgado, director de la Red Internacional de Migración y Desarrollo, durante un foro organizado por BBVA Bancomer, con cifras de 2008 –que no han variado mucho en 2012- destacó que México es el campeón de la migración mundial, superando a países como India, Filipinas, Marruecos y Turquía, con 11 millones de mexicanos en Estados Unidos, donde los paisanos superan los 28 millones.
Ahora, las cosas están en otro nivel en el Valle de México. Los grupos delictivos han salido a las calles a extorsionar incluso a unidades habitacionales, a negocios, gasolineras, empresas y oficinas. ¿Cuándo las autoridades del Estado de México y el DF podrán explicarnos con claridad cuál es la situación real y cómo defendernos?
Los muertos de Reforma, de la Nápoles y de la Country Club, en el DF, así como las narcomantas en Tlalnepantla, son un pequeño aviso para que las autoridades y ciudadanos nos pongamos en alerta.
Sin duda, para acabar con este mal no bastan miles de policías, cientos de cárceles y todo el ejército, ni mucho menos una discusión ideológica de las políticas públicas. Se requiere inteligencia y voluntad política para revertir este lamentable panorama.