Como español y catalán residente en México el jueves participé en las elecciones de España. Voté en el consulado de mi país ubicado en la calle Galileo de la colonia Polanco, en el Distrito Federal. Lo digo abiertamente: voté por Albert Rivera, por su política de unión ante el auge del nacionalismo, por ser un cambio moderado, por seguir un modelo económico más ajustado a las élites europeas y por su amplia experiencia política a pesar de su juventud.

La crisis financiera, junto a los múltiples escándalos de corrupción en los partidos más dominantes durante el Siglo XX en España (PP y PSOE), han provocado algo impensable un lustro atrás: el fin del bipartidismo y de la desafección política. 

España entra en una nueva era política: han nacido dos partidos políticos (Ciudadanos y Podemos) con dos líderes jóvenes, cultos, con más carisma y don la de la comunicación que lo “clásicos” y acomodados políticos españoles: la casta, según Pablo Iglesias, el líder de Podemos que ha seducido a jóvenes universitarios, a una clase media que se está convirtiendo en baja, a los sectores públicos, además de un círculo del arte, que se han visto afectados por los recortes de presupuestos, por las llamadas “medidas de austeridad” del gobierno para recuperar la economía al estilo que dicta Merkel desde Alemania. En contra de estas medidas, Pablo Iglesias se considera un “socialista de alma” y lidera un partido diseñado para las clases populares.

Por otro lado, Albert Rivera, líder de Ciudadanos y con una identidad más conservadora y a favor del actual sistema financiero, se hizo un nombre en Cataluña por ser un catalán “anti-independentista” y ha crecido en el resto España, gracias a la debacle del Partido Popular y del PSOE, captando a los seguidores más conservadores decepcionados por las gestiones de  José Luis Rodríguez Zapatero (2004-11) y del actual presidente, Mariano Rajoy, que ven en Rivera una “actualización” moderada, que promete ayudar a las PYMES y acercar a España al modelo élites europeas. 

Ante este panorama, la participación del voto se presume histórica de cara a la jornada de este 20 de diciembre, en un escenario impredecible que ha seducido a las urnas, y que ya se ha expresado en el consulado español en México de la Colonia Polanco. Donde infinitas colas de españoles con sus sobres preparados, tras solicitarlos meses atrás, se disponían a votar hasta el 18 de diciembre, como plazo máximo. A pesar de la crisis, el pueblo español residente en México votó con ilusión y con la responsabilidad de participar en un cambio, o por el contrario seguir el camino que se lleva tomando desde finales de los 70, con la vuelta de la democracia en España. Sin duda, la aparición de las redes sociales han cambiado las cosas y han sido mejor aprovechadas por los nuevos partidos (Podemos y Ciudadanos) que han dado una lección de comunicación a la “vieja política”, que no ha sabido adaptarse a tiempo y podría sufrir una derrota sin precedentes.