Han pasado tres noches y tres amaneceres, los primeros de muchos que aun estarán en el transcurrir de los días de la tragedia, donde el sentir ha  recorrido el miedo, angustia y la desesperación entre quienes se encuentran en la zonas colapsadas y otros más que siguen la información a través de los medios o redes sociales.

 También existen las brechas de esperanza cuando se encuentran sobrevivientes o se tiene indicio de que existe vida debajo de los escombros; trabajo de calidad y no cantidad de los rescatistas que se hacen la labor y todos los voluntarios que llevan apoyo de manera urgente.

 Aún no se cumple una semana de la tragedia, pero sí estamos a la distancia de un viernes festivo del ¡Viva México! para llegar a un viernes de ¡Fuerza México!

 La tragedia ha mostrado varios rostros: el de la muerte, la incertidumbre al ver la vida perdida de sus queridos o el pensar qué harán de su vida los siguientes días, meses, todo se perdió en un instante, el patrimonio quedó en pedazos y el hoy se resume a dormir a la intemperie esperando o en un refugio.

 El alivio, la esperanza, la lección aprendida de hace 32 años, las cadenas humanas de miles de voluntarios que refuerzan el ejercicio de 1985 de la solidaridad.

 A este rostro se le suma el del pasado 7 de septiembre donde los que tenían muy poco, no tienen nada, nada se resume a la posible idea de por dónde empezar, la pobreza en comunidades de Oaxaca, Guerrero y Chiapas se fue a extrema.

 Los evacuados que ven sostenido su hogar pero con el riesgo de que este se venga abajo en cualquier momento y prefieren hacer guardia por miedo a ser víctimas de la rapiña y  algunos ocupan el tiempo en ser voluntarios en centros de acopio cercanos.

 El rostro de la desconfianza, si se está haciendo lo necesario para rescatar a personas con vida o al menos recuperar los cuerpos entre los bloques de concreto colapsados.

 La sospecha de quién dona también se hace presente, si la ayuda está llegando a quien tiene que llegar, a quién se le otorgan los donativos y si las aportaciones no serán utilizadas para campañas políticas y los oportunistas quieran sacar ganancia del drama.

 Lo que en definitiva el rostro que no se quiere ver es el del desamparo, que la historia que no se repita es que pasen años para que las familias queden al cobijo de la caridad y recuperen algo de lo que tenían lo más pronto posible y que aquellas personas que lo que perdieron fue a un miembro de la familia puedan aminorar el dolor y el trauma.

 A pesar de que la solidaridad es inmensa, no se puede bajar la guardia, estos días y unos cuantos más serán para atender la emergencia, las siguientes semanas y meses de necesidad y la recuperación.

 EN EL OJO DEL HURACÁN

 No se puede dejar de lado en medio de esta situación a los oportunistas que aprovechan el drama para santificarse ante el pueblo y sacar ganancia del drama, políticos protagonistas que lucran con la desgracia.

 Y no es crucificar a los políticos en su causa, que si donó quiere aprovecharse o si lo hace, algo quiere; es el hecho de que las causas pueden ser silenciosas y productivas.

 Pero en el rostro de conocidos personajes que gustan del protagonismo y cuando hay vientos electorales no es creíble y si criticable.

Aprovechar estos círculos de drama y urgencia con el propósito de tomarse la foto y colgarse la medalla es aberrante, como también lo resulta crear espacios en redes sociales para distraer la atención con montajes baratos y hacer aún más despreciables a los partidos políticos.

 LO QUE LAS COPETUDAS CUENTAN

 Y continuando con el tema, quien aplicó el apoyo bien dado, de manera altruista y sin protagonismos pero sí garantizando que la ayude llegue a quien lo necesite para brindar confianza a los donadores, es la Presidenta del Sistema DIF Isla Mujeres, Paola Orrico de Carrillo.

 La joven pero muy aplicada titular de la asistencia social en la isla se trasladó este jueves al municipio de Ángel Álbino Corso en el Estado de Chiapas para entregar 855 paquetes de ayuda a los damnificados, los cuales consisten en 450 paquetes de insumos alimenticios; 315 con productos de higiene y 90 paquetes con artículos de bebé.

 Además de ropa, agua embotellada, cobijas y toallas, todos estos productos recolectados en donativos ciudadanos de Isla Mujeres, con el corazón por delante, una digna embajadora de miles de isleños y quintanarroenses como dijera la Tía Jovita; Obras son amores y no buenas razones.