¿Alguna vez supe cómo eran los brazos de Misael? Sí Misa, el del 7 MAS, haciendo un simple y hasta tonto recordatorio, concluyo que no; amarillas, a cuadros, de mezclilla, color caqui por mencionar los colores y texturas de las camisas de Misael pero siempre de manga larga.

 ¿La razón? No la sé, tal vez era friolento, parte de su estilo o solo por costumbre. Y si hablo en tiempo pasado es porque Misael se fue, dejó la vida terrenal para trascender a otra dimensión, a la del descanso.

 Humberto Misael Pacheco López, el hijo, hermano, tío, jefe, compañero y mejor amigo de muchos, se le extinguió la llama de la vida a los 50 años de edad en la misma ciudad que lo vio crecer, al no ganarle la batalla a la enfermedad hepática que padecía.

 Fiel a su alma mater, la UNAM, Misael era sangre azul y piel dorada, apasionado de los medios de comunicación, experto en imagen, tecnología, organización y realización televisiva.

 Misael Pacheco creció en las entrañas del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social, lo encabezó como director, subdirector, asesor y excelente colaborador.

 Misael, por qué no decirlo, en ocasiones llegaba a la oficina al mediodía a encargarse de las responsabilidades, se desvelaba, era bohemio pero ello no mermó nunca su capacidad de instrucción, de ser el soporte de quienes acompañó en el mando del SQCS, los cuales le reconocen institucionalidad a prueba de todo.

 ¿Excesos en vida? Tal vez los hubo y cobraron factura pero qué más da, eso no fue obstáculo para que quienes estuvimos bajo su mando le tuviéramos un respeto profundo y lo hiciéramos amigo y líder, logro que pocos jefes obtienen.

 Semana a semana aun con débil paso Misael seguía acudiendo con el mismo fervor a los pasillos del 7 más aunque el cuerpo ya no pudiera, pero las ganas insistían.

Misael Pacheco fue un jefe que se convirtió en un amigo, con el que se podía crear, conciliar aunque fuera desidioso en ocasiones pero no truncaba las propuestas, es cuando le otorgabas respeto.

 Que más da si le conocí los brazos a Misael, si la camisa de manga larga impedía saber cómo eran, si conocí lo generosos que podían ser, si no me defraudaron como jefe y mucho menos como amigo.

Misa, esos tacos campechanos se pospusieron muchas veces, pero tienes una mejor cita con tu padre, con los amigos que se adelantaron para recibirte. Emprende el vuelo, aunque no lo negaré se te extrañará mucho.