Una cena en la Casa Blanca con un selecto grupo de empresarios estadounidenses, invitados por Donald Trump para recibir al presidente López Obrador, es una oportunidad única para dar un mensaje: México es una apuesta segura e interesante para Estados Unidos.
Las oportunidades
1. Cadenas de abastecimiento de China a México. Empresarios del norte dominan el negocio de “reshoring” como nadie en el mundo. Entre otros, de equipo médico.
2. Producción de alimentos. Tenemos la zona de clima subtropical más cercana al mayor consumidor del mundo y contamos con verdaderos expertos en la producción de frutas, verduras y hortalizas.
3. Energías renovables. Es inevitable y las necesidades y posibilidades de este sector son atractivas para las utilities norteamericanas.
4. Producción de código y data centers. Contamos con capacidades y habilidades de calidad mundial para este sector que hoy es indispensable en el mundo que nos ha tocado vivir.
5. Educación de mandos técnicos. El que seamos hoy un cluster manufacturero de primer nivel ha traído como consecuencia la conformación de instituciones de formación técnica excepcionales, indispensables para el futuro tanto en México como en Estados Unidos y Canadá.
6. Infraestructura municipal. Las necesidades de tratamiento de aguas, de basura y de equipos de seguridad es una oportunidad extraordinaria que combinar capacidades y necesidades de ambos países.
7. Jubilación y trabajo. El clima, la hospitalidad, la cercanía, la cultura hacen de México una extraordinaria opción para el semi retiro que los baby boomers empiezan a vivir esta década y que se prologará por el aumento en la expectativa de vida.
AMLO debido hacerse acompañar de futuro
Abordar sin complejos las oportunidades que representa una buena relación con nuestro país reconociendo los enormes retos que aún tenemos —la corrupción e impunidad de las élites, un sistema judicial deficiente, pobreza enorme y fallas institucionales a todos los niveles, así como la gran incomprensión y miopía que ha significado una relación desigual, injusta, convenciera y poco solidaria con Estados Unidos— son realidades que acompañan lo inevitable.
El presidente debería ir acompañado del futuro: de los hombres y mujeres jóvenes y talentosos que por mérito propio representan las oportunidades y las soluciones. Los verdaderos protagonistas del siglo XXI que existen y que ya hacen la diferencia, no desde la miopía vertical con que se ven a sí mismos los falsos protagonistas de hoy, sino con la flexibilidad que las visones circulares de los nuevos tiempos demandan.
El verdadero pulso del país no está en los poderosos del siglo pasado. Quizá tengan el poder económico y la influencia política para alargar su presencia pero, si observamos con cuidado, ninguno representa ni el futuro ni la esperanza. Una verdadera pena que el presidente haya optado por el “más de lo mismo” y no haya apostado por el progreso y por el futuro. Debe ser terrible criticar a los conservadores llevándoles de cena a Washington.