El PRI está a punto de convertirse en un miembro más de la chiquillada, término con que coloquialmente se conoce a los partidos minoritarios en este país.
En su encuesta más reciente, con resultados parecidos a las de otras consultoras, GEO-ISA ofrece un estudio pormenorizado del comportamiento electoral de los mexicanos a través de una metodología que abarca todas las preguntas posibles alrededor del actual proceso electoral.
Se trata de un estudio científico cuyos resultados son catastróficos para el PRI.
No solo el PRI y su candidato perdería la Presidencia de la República bajo cifras parecidas, o proporcionalmente equivalentes, a la calificación reprobatoria del régimen de Enrique Peña Nieto, sino que, en el caso de la Cámara de Diputados, apenas alcanzaría las noventa curules ( repartidas con el PVEM y el PANAL) mientras que en el Senado arañaría los 25 asientos.
Por más que los escasos estrategas priistas le buscan para tratar de alentar a su candidato presidencial, José Antonio Meade, los números reales no les cuadran, por lo que han preferido el camino de las cuentas alegres y, por lo mismo, a apostarle a figuras inexistentes como ese invento que han denominado “voto oculto”, que no es otra cosa que el llamado voto indeciso en sus diferentes variables.
A decir de los expertos en el tema de encuestas y sondeos de opinión, el voto indeciso no es solo aquel que representa a quienes aún no han decidido por quién votar, sino a quienes igualmente ya están convencidos de no acudir a las urnas porque rechazan el sistema electoral, porque carecen de interés o simplemente ni idea tienen de quiénes son los candidatos.
De acuerdo a la opinión de expertos como Roy Campos de Consulta Mitofsky; Alejandro Moreno, Director de Encuestas de El Financiero y Francisco Abundis Director de Parametría, tres encuestadoras entre las más importantes del país, se estima que el 38 por ciento de los encuestados no son indecisos, sino que ya decidieron no ir a votar.
En todo caso, del total de entre los que van ir y no van a ir a votar, se desprende una franja del 15 por ciento que puede calificarse como indecisos
“y de esa cifra, un 7 u 8 por ciento no está interesado en votar, no le interesa las elecciones, no le gusta y además, no votó hace seis años.”(El Financiero).
Bajo estos criterios de los expertos, basados en metodologías científicas, ¿de dónde sacan los priístas que le pueden “dar vuelta a la tortilla” con ese invento del “voto oculto” como si además toda la franja de indecisos, al 100 por ciento y de última hora, se volcaría a las urnas para votar por Meade? Lo anterior equivaldría, igualmente, a que Ricardo Anaya y López Obrador estuvieran pintados y de todo ese segmento no recibieran un solo voto.
La verdad el barco priista hace agua; sus estrategas ven la tempestad y no se hincan. ¿Esperan un milagro? O tratan de crear condiciones para justificar que la magia algorítmica se aparezca de pronto con otros números ajenos a las encuestas y que, a las primeras horas de la noche del domingo primero de julio, terminada la jornada en las urnas, salga el Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, a decir que de acuerdo al Programa de Resultados preliminares el ganador de la contienda es José Antonio Meade Kuribreña, favorecido al cien por ciento por la reacción de última hora del llamado “voto oculto”.
¿Será que esa es la apuesta? Digo, tanto optimismo hace que la raza empiece a sospechar que el “voto oculto” haga de las suyas, avalado desde luego por la plataforma del conteo cibernético posterior, cuyos porcentajes resultarían idénticos a los ofrecidos por el llamado Programa de Resultados Preliminares Electorales (PREP).
Claro, con lo anterior sueñan algunos priistas, y anti-pejistas, que no quieren entender que el repudio hacia el régimen y el PRI es real; se aferran a la idea de que al final “algo va a suceder” sin importar que el “haiga sido como haiga sido” mancille la voluntad popular. Sin duda, fincan sus esperanzas en el fraude patriótico para el que ya, definitivamente, no existe condición alguna, so pena de que quieran meter al país a una revuelta social de consecuencias impredecibles. Dios los ilumine.