Así le contestó la actriz Kate del Castillo a El Chapo Guzmán en uno de sus coqueteos. El capo le había dicho que estaba "más emocionado en ella que en la historia” de sus planes para hacer la película de su vida. “Me chiveaste, amigo”, le escribió Kate.
El cortejo de Joaquín Guzmán Loera a Del Castillo no es un delito. Para ella no era un problema legal, vaya, no existe el delito de “portación de pretendiente criminal”. Lo que sí representaba para Kate era un peligro inminente para su propia vida. Una mujer sensata no habría seguido el juego y tal vez hasta habría acudido a pedir ayuda a las propias autoridades estadounidenses, su ciudadanía se lo permitía, para que la orientaran sobre la forma de poner distancia al capo y mantenerse a salvo. Nadie está ya para juzgar la relación sentimental de dos adultos, finalmente ellos tenían derecho a intimar como quisieran.
Por supuesto han corrido ríos de tinta, y lo que falta, sobre este caso. Es la curiosidad elemental que provoca un posible romance entre el capo más poderoso del mundo y una actriz que a su vez ha interpretado a una jefa de la mafia en la series “Dueños del Paraíso” y “La Reina del Sur". Algunas frases de los diálogos entre ambos son inverosímiles, como el hecho de que El Chapo, dueño de submarinos, barcos, aviones, etc. se muestre tan atento al precio del aparato de telefonía que le va a comprar a Kate. Al tiempo que opera su organización criminal desde la clandestinidad, a él también le preocupa el color del celular para la actriz. Quiere que sea color “de mujer”. El Chapo quiere específicamente un aparato color rosita, así lo escribió: “rosita” para la dama. No hubo rosita. Pues que sea plateado o gris al menos, pidió el capo, atentísimo al detalle. El capo quería su película, sí, pero después parece más un pretexto para conocer a Kate, la “ermoza”. Deseaba lo que quiere cualquier enamorado: atenderla, cenar, bailar, beber su tequila.
Hombre que se sabe poderoso, le prometió cuidarla. Bingo. Ella le confiesa que se siente protegida por primera vez en su vida. Tal cual. Kate se siente segura con la protección de un criminal. Que si es un delincuente sanguinario ya parece no importar. Lo relevante es que ella lo percibe con un poder por encima de cualquier autoridad, a sus pies, dispuesto a lo que sea para que ella no tenga ninguna “situación incómoda”. A estas alturas el capo está embelesado; Kate es la persona más buena, más linda, más inteligente, más fina del mundo. Aparentemente hasta aquí no se percibe alguna violación a la ley por parte de Del Castillo. Planear una entrevista, hablarle bonito y prometerle abrazos a un capo no es un delito. Hasta que Kate le escribe lo que puede hundirla por el resto de su vida: “me tienen bien pinchada y esperan que yo los lleve a ti. No te puedo arriesgar ahora, es demasiado peligroso”. Del Castillo se refiere a que su teléfono está intervenido y advierte a El Chapo para que las autoridades no lo ubiquen a través de ella. En Estados Unidos y en México la actriz podría ser procesada por encubrimiento y obstrucción de justicia, dos delitos por los que podrían sentenciarla a treinta anos de cárcel y una multa de cinco millones de dólares en E.U.
Kate le había asegurado a Joaquín Guzmán Loera que no dormía mucho desde que lo vio porque estaba emocionada con la historia de ambos. Pasó del “me chiveaste” al insomnio y ahora podría pasar del “me tienen pinchada” al “me tienen esposada”.