Dime a dónde vas y te diré quién eres. Una de las muchas maneras en que se puede describir o conocer el carácter de una persona, es tomando en cuenta las actividades que realiza con regularidad y los lugares que frecuenta.

La libertad que tenemos como personas de desplazarnos libremente por nuestra cuidad o país es fundamental para poder construir nuestro proyecto de vida. Si por cualquier razón nos vemos impedidos, por ejemplo, a salir a correr en la noche al parque de la colonia o a caminar tranquilamente por la calle en la noche, hemos de preguntarnos hasta qué punto vemos afectada la posibilidad de construir la vida que queremos para nosotros mismos. Los distintos tipos de violencia afectan la libertad de movimiento y circulación de la población, en especial de las mujeres.

La Ciudad de México obtuvo, en la encuesta realizada por la Fundación Reuters, el segundo lugar en la lista de ciudades con sistemas de transporte más peligroso para las mujeres. En dicha encuesta los temas abordados fueron el acoso verbal, el acoso físico, la seguridad en la ciudad, la seguridad en la noche al viajar solas, la respuesta pública al abuso y la confianza en las autoridades. El lugar obtenido por nuestra ciudad muestra la hostilidad que el sistema de transporte tiene hacia las mujeres, pero sobre todo, refleja la existencia de una violencia hacia las mujeres generalizada que inhibe su desarrollo personal, pues sus posibilidades de desplazamiento hacia sus destinos están restringidas en la medida en que existe una alta probabilidad de ser violentadas de manera física, verbal o psicológica. ¿Como podemos las mujeres tener un desarrollo integral si a raíz del peligro existente en las calles, tenemos que restringir nuestras salidas, o salir acompañadas, o estar siempre alertas al transitar por el espacio público de nuestra ciudad?

Hoy por hoy, las mexicanas seguimos en búsqueda de nuestra emancipación en uno de los peores países en que se puede ser mujer, de acuerdo con la encuesta citada del año pasado. Como seres humanos, las mujeres tenemos el derecho de realizarnos de manera integral, por lo que contamos con la libertad de escoger aquellos medios a través de los cuales podemos darle sentido a nuestra existencia y construir nuestra vida.

El proyecto de vida, concepto que ha sido retomado jurisprudencialmente por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, implica que nuestra existencia constituye un fin en sí mismo y que ésta ha desarrollarse conforme a nuestros deseos. De acuerdo con esta concepción de la vida, el respeto a nuestros derechos humanos es fundamental. Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y de los días de activismo para erradicar dicho fenómeno social, mismos que culminan el 10 de diciembre, han sido muchos los llamados de las autoridades a respetar la dignidad de las mujeres. No obstante lo anterior, se ha hecho poco énfasis en la afectación que tiene la violencia contra las mujeres en su proyecto de desarrollo personal en el día a día.

Falta mucho por hacer para garantizar la autodeterminación de las mujeres. En nuestro contexto social, en el que la inseguridad y la violencia predominan, todas y todos vemos mermadas nuestras aspiraciones personales y nuestro desarrollo; sin embargo, las encuestas y estudios sociales han demostrado que las mujeres suelen ser las más afectadas. Los brotes de violencia tienen repercusiones particulares en las mujeres, pues inhiben su posibilidad de salir de la esfera privada y familiar para incursionar en la vida pública y laboral remunerada. Estas restricciones fácticas a la libertad de circulación de las mujeres, por las que salir a la calle a cierta hora o tomar un determinado medio de transporta público en la tarde de un domingo se torna impensable, afectan el ejercicio de otros derechos humanos, como lo es el participar en la vida pública y política del país, tal y como ha sido reconocido en la recomendación general 23 de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas.

Son muchas las dificultades que causa en la ciudadanía el contexto de violencia actual, sobre todo porque ésta pone de relieve lo susceptible que somos todos a ser afectados en nuestra existencia temporal como seres humanos. No obstante, es importante destacar que hay ciertos grupos de la sociedad que han sido históricamente más susceptibles a la violencia, como lo son las personas mayores, la niñez y las mujeres, éstas se siguen encontrando en un proceso de construcción como sujeto participativo en la vida pública. El acoso sexual o verbal de que puede ser objeto una mujer en la calle, así como los distintos efectos de la violencia en ella, afectan de manera diferenciada su desarrollo. Mientras todas las mujeres no tengan garantizada una libertad de tránsito plena, no podrán realizarse integralmente en el plano personal y profesional en circunstancias de igualdad.