Ya lo comentábamos en un anterior artículo. Al alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro Ramírez, no le interesaba en lo más mínimo aparecer en la boleta del 2018 como candidato a gobernador con los logotipos del PAN y del PRD. Y así fue. Alfaro anunció en un vídeo subido la noche del domingo, que no se postulará con las siglas del Frente Ciudadano. Aunque  fue algo cantinflesco, pues intentó matizar diciendo que sí apoyará al candidato presidencial. Aunque amor que no se demuestra con votos no es amor.

Lo importante es que el principal activo político de Movimiento Ciudadano a nivel nacional, hizo lo correcto. El no necesita del blanquiazul y del Sol Azteca. Es más, le estorban. La gubernatura, a menos que ocurra una auténtica tragedia electoral, ya la tiene en la bolsa. Prácticamente no ha sufrido desgaste como presidente municipal. Y si no, basta ver las encuestas. Además que en Jalisco no hay un Meade que se saquen de la manga en el PRI para pelearle de último minuto.

Dicen quienes participan en las mesas de negociación (a las cuales Alfaro no ha ido, sino que manda a negociar al alcalde de Tlajomulco, Alberto Uribe y al exdiputado federal del PT, Enrique Ibarra Pedroza) que para consolar a PAN y PRD, Movimiento Ciudadano aceptará a regañadientes una coalición parcial, en sólo 35 municipios (quizá queden en más, quizá en menos) y en diputaciones locales. Cualquiera diría que son migajas. Y lo son. Pero para un perro flaco cualquier mendrugo es manjar.

Ahora... ¿Qué tanto afecta al Frente Ciudadano por México la ausencia de Alfaro? Mucho. Porque este personaje amalgama más de un millón de votos, que si bien no iban en directamente lo federal, ya no permearán directamente en la fortaleza electoral de PAN y PRD en lo local, que veían en esta alianza, la forma de sobrevivir en 2018 y que esperaban una cortesía política por lo que le darán indudablemente a Movimiento Ciudadano en lo federal. Con Alfaro sin esos logotipos, pero el águila naranja coaligada en algunos municipios, habrá electores que terminarán confundiéndose.

A ese millón de votos que se fragmenta, súmenle los que se perdieron cuando Margarita Zavala se marchó y los pocos o muchos que se lleven Moreno Valle y Miguel Mancera cuando rompan con este amasijo que le llaman Frente Ciudadano.

Claro. Tampoco quiero decir que la viabilidad del Frente está tambaleándose porque el alfarismo no estará (o estará a medias).  Sí es una flecha directa al pecho, pero no se desmoronará sólo por eso. Este invento de Ricardo  Anaya y Alejandra Barrales se desmorona porque ellos están empecinados en ser candidatos a la presidencia de la República y a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. La única forma en que vamos a creerle muchos mexicanos al Frente, es si van por  un candidato externo, un académico, un rector, un personaje de las Sociedad civil. Pero eso no ocurrirá.

Los votos de Alfaro, sin duda, no van a beneficiar igual al Frente, si él contiende solo. En cambio, Dante Delgado ya se frota las manos porque a nivel nacional, su partido si se beneficiará de lo que PAN y PRD le aportarán de rebote. Y deja que Alfaro ponga sus condiciones porque es a él a quien le debe el registro.

Ese contrato leonino en favor de Movimiento Ciudadano que comentábamos hace algunos días, se concretó.

Colofón: Meade: a la vieja usanza

Se concretó lo que ya se había cantado desde que el PRI modificó sus estatutos para admitir a un personaje externo: José Antonio Meade será el candidatazo del tricolor a la presidencia de la República. Todo a la vieja usanza. 

Como si aún viviéramos en el zenit priista de los 70´s: el tapado, el dedazo, y la unción por parte de los sectores del partido que se dicen dispuestos a arroparlo de forma casi espontanea.  Esto confirma ese perfil antidemocrático, no sólo del tricolor, sino de todos los partidos políticos. Pero de eso hablaremos en la próxima entrega.