Es indiscutible que necesitamos comer para vivir, aunque pocas veces nos preguntamos las implicaciones del cocinado de los alimentos. Cocinar se ha vuelto una actividad tan simple como encender la computadora, contestar el teléfono o encender una estufa; un ejemplo simple: se compran alimentos precocidos, se les pone agua caliente o se les mete al horno eléctrico o de microondas y listo... a comer. Hasta aquí la parte fácil y conocida, pero existe otro mundo, el lado oscuro del planeta, oscurecido por el humo.

En el medio rural, el cocinado de los alimentos es una tarea que recae principalmente en las mujeres y se realiza todos los días, varias veces al día. La fuente de energía más utilizada para esta actividad son los llamados combustibles sólidos: biomasa (leña, carbón vegetal, residuos de cosechas y estiércol) y carbón mineral, los cuales generan una gran contaminación porque se queman en tecnologías rudimentarias y poco eficientes.

Diversas organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional de la Energía (AIE), estiman que actualmente unos 3 mil millones de personas en el mundo, utilizan combustibles sólidos para cocinar sus alimentos; esto es, un poco menos de la mitad de la población mundial.

El cocinado de alimentos para vivir, o en muchos casos para sobrevivir, tiene implicaciones ambientales, energéticas, económicas y respecto a la salud y al desarrollo de las familias y de los países. Según la OMS la contaminación del aire causó 7 millones de muertes en el año 2012, es decir, una de cada ocho muertes en el mundo. La contaminación del aire puede ser ambiental o atmosférica y es causada por los sectores: transporte, energía e industria y ocurre principalmente en las grandes ciudades del mundo. El otro tipo de contaminación del aire es la contaminación intradomiciliar, intramuros o interior ocasionada por la combustión de combustibles sólidos en tecnologías poco eficientes. Volviendo a los números, de los 7 millones de muertes reportadas por la OMS, 2.7 millones se asocian a la contaminación atmosférica y 3.3 millones a la contaminación intramuros; es decir, la mayor consecuencia del problema se paga en el interior de las viviendas, no en las grandes urbes.

 Las enfermedades asociadas a la contaminación atmosférica, generada principalmente por el uso de automóviles son: 

En el caso de la contaminación intramuros, las principales enfermedades son: 

Para prevenir y evitar estas enfermedades asociadas a la contaminación del aire, ya sea en las zonas urbanas o en las comunidades rurales, la solución es la misma: aire limpio, las personas tienen derecho a respirar aire limpio.

 En México al menos tres organizaciones no gubernamentales, realizan campañas de información sobre la contaminación atmosférica: el Centro Mexicano de Derecho Ambiental @cemda, el Instituto Mexicano para la Competitividad @imcomx y El Poder del Consumidor @elpoderdelc.

Por nuestra parte, abordaremos la contaminación intramuros y sus efectos en las personas que viven en las áreas rurales y que como ya se comentó, la población rural afectada es mayor que la población de las grandes ciudades. En el caso particular de México, si reuniéramos a todas las personas expuestas a la contaminación intradomiciliar por el uso de leña, las cuales ascienden a 26 millones de habitantes, tendríamos una concentración de población semejante a la Zona Metropolitana del Valle de México. Sólo la dispersión de la población rural en miles de comunidades remotas, hace que el problema de la contaminación intradomiciliar no se atienda en su justa dimensión en México.

En la siguiente entrega, hablaremos con detalle de la situación en nuestro país.