Claroscuros que imperan en el ambiente alrededor de todo lo que conlleva con Donald Trump como presidente de los U.S.A. Por un lado tenemos a un presidente que llega con un nivel bajísimo de popularidad en su país pero que es fiel a su muy corta tradición política, porque como candidato o precandidato nadie daba nada por él y al final del día ganó la elección sin el respaldo del voto popular pero con la venia del colegio electoral norteamericano.
No lo voy aburrir recordando lo que fue la campaña de este ser misógino, racista y muy hablador, eso ya está repasado hasta el cansancio. Hoy Donald Trump asciende con poca popularidad, un agitadísimo ambiente de rechazo nacional e internacional, pero con ya una grandísima ventaja que está contrarrestando esos menesteres, la razón es que desde antes de tomar posesión comenzó a trabajar y a cumplir muchas de sus promesas de campaña.
Si dichas promesas son o no legítimas o incluso legales, no importa, ya trae una inercia que a diferencia de nuestra política mexicana allá sí cuenta mucho, no obstante la era en la que vivimos – la de las sociedades de consumo - en la que la palabra ha perdido si no total, gran parte de su valor, el cumplir como político sus compromisos es lo que les da credibilidad y mucho margen de maniobra. Mucho de que ha comenzado a cosechar triunfos se debe necesariamente en gran medida a la intensa colaboración de nuestro gobierno que no ha sabido hacer frente a esta amenaza empresarial – ahora presidencial – por indolencia, ineficacia, falta de experiencia o la razón que a usted le guste más.
Ya muchos comentócratas han recalcado que el lado de acción para que Trump pudiera funcionar como presidente de los U.S.A. es precisamente el tema de México para nuestra mala suerte. Hay otras muchas cosas que prometió en materia de seguridad interior o temas internacionales que es prácticamente imposible que pueda cumplir, así que mucho de la legitimidad y el avance que pueda tener Trump como presidente radica en lo que pueda cumplir con respecto a nuestro país y ya lleva una gran ventaja.
Trump y los Estados Unidos de América atraviesan también por una crisis de credibilidad, puesto que el último proceso electoral sumió a la nación norteamericana no solamente en la incógnita de si sigue o no funcionando su clase política, o sea, sus políticos, sus instituciones, el modelo económico que ostenta y quieren seguir ostentando, si son o no un país tercermundista, medios de comunicación que vulneran instituciones y personajes, sin mencionar a sus mismos valores, encuestas y estadísticas que no van de la mano con la realidad, en suma, un escenario muy parecido al que vivimos, y que no obstante que nuestros políticos consumistas aceptan las características de dicho escenario no solamente siguen reproduciendo el fenómeno, no aprovechan la mucha o poca experiencia de la incredulidad para contrarrestar al nuevo presidente norteamericano.
Así las cosas, si bien las encuestas o mediciones acerca de la popularidad de Donald Trump lo ubican en un 40% de aceptación, al iniciar su mandato digamos que ya se encuentra por los éxitos obtenidos en un 50 – 50 a punta de chantajes a empresas, mantener y endurecer el discurso que muchos de nuestros políticos habían mencionado que había modificado, ablandado, dando señales de esperanza y posible negociación, y no olvidar ni pasar por alto una acción de gobierno cuasi autoritaria a punta de acciones ejecutivas que tienen en jaque no solo a nuestro país, políticos y sociedad de consumo mexicana, también su propio entorno gringo y ni qué decir del entorno internacional.
Si Donald Trump terminará su mandato, será destituido, o se transformará impensablemente en un estadista hoy es una cuestión de 50% contra 50%, un volado, lo cierto es que sigue el mismo ritmo que tenía su candidatura y mire usted a dónde ha llegado. Lo mencionaba anteriormente en este espacio, quién sabe quién fue el que incurrió en el fraude que cantó, quién sabe si es un anti sistémico que fue impuesto por el mismo sistema para regresar a prácticas políticas del pasado a falta de un nuevo modelo económico ad hoc a la nueva era, o incluso, quién sabe si ha llegado para comenzar a imponer un nuevo sistema económico (junto con otros actores internacionales como los impulsores de la salida del Reino Unido de la Comunidad Económica Europea o “empresarios” franceses de medio pelo) mucho más gandúl que el neoliberalismo, haciéndose ver como un personaje grotesco e imbécil.
Y en medio de esta tormenta con matices de película de terror no impuestos por Hollywood, sino por el mismo Gobernador del Banco de México, nuestro gobierno sigue totalmente perdido – o por lo menos eso parece – en la forma de hacer frente al payaso Trompitas. El presidente de México ya cuando habían abandonado muchas de las empresas señaladas por Trump como blanco para que regresaran a los U.S.A. a generar empleos, tibiamente lanzó un estímulo fiscal que no estimula a nadie.
Anuncia nuestro gobierno una inyección de recursos a los consulados allá en Estados Unidos de mil millones de pesos para que se conviertan en verdaderas defensorías de nuestros paisanos, habría que recordarle a nuestro presidente que en México existen cualquier cantidad de defensorías públicas y de derechos humanos que reciben miles de millones de pesos y brillan por su ineptitud, ineficacia e indolencia haciendo a nuestro país uno de los reinos preferidos por la impunidad y la violación de derechos humanos. Si los consulados van a obtener los mismos resultados que dichas “instituciones” en México, mejor sería ahorrarnos una buena lana, no solo la inversión anunciada, sino el presupuesto de dichos entes.
Ni qué decir de la imposición del secretario de relaciones exteriores bajo la premisa de que era el mejor posicionado para poder negociar con el nuevo régimen norteamericano, Luis Videgaray ha salido a anunciar que el diálogo con Washington está roto, o sea, no se cumplió la carta que jugaron para que regresara al gobierno.
Trump se burla de nuestros paisanos que viven allá en Estados Unidos, se burla de nosotros, se burla de los secretarios de economía y relaciones exteriores y las respuestas son prácticamente ninguna o simples discursos retóricos y demagogos. Se llama en México a la unidad y el pueblo responde no obstante tremendo atentado a la economía y estabilidad del país con un inentendible gasolinazo, así de noble es mi gente. Se siguen tolerando abusos y el discurso es el mismo, la “mesura” y el “diálogo” ante alguien que no quiere dialogar a menos que los negocios le convengan total y arbitrariamente.
Se sigue esperando ilusamente a una renegociación del TLCAN, y ya hasta el mismo Ernesto Zedillo les advirtió que no llegará dicha negociación, no hay, NO EXISTE que negociar, no se puede negociar algo que tiene como uno de su principales resultados en tener sumida en la pobreza a más de la mitad de nuestra población puesto que el sistema económico que se ostenta no solo no funcionó, se agotó, no hay más futuro para el neoliberalismo. Paralelamente no hay una tendencia a impulsar la economía y el consumo interno, por el contrario se anuncia que se fortalecerá el comercio con Europa, América Latina y Asia en un momento en el que el mundo entró en contracción económica. O sea, la propuesta de nuestro gobierno es seguir viviendo de los demás.
Bienvenidas todas las propuestas que llegaron un día después (y cotidianamente) de la victoria de Trump para contrarrestarlo, para hacerle frente, para salir unidos a defender lo que somos y queremos ser, lástima que esas propuestas no llegaron a los oídos del gobierno. La agenda que hoy se sigue no es producto de un acuerdo nacional, sino de meras ocurrencias disfrazadas de “pragmatismo”. De noviembre para acá hay dos grandes derrotados en esta batalla: Enrique Peña Nieto y el Pejito. El primero por todo lo señalado, por todo lo acontecido, por su ineficacia para hacer frente a la emergencia, y que luego no se quejen de que se advierte o menciona que ya hay un acuerdo y que todo lo que ocurre es pantomima.
El Pejito sale para apoyar a su presidente, a defender la dignidad y la soberanía del pueblo de México y los migrantes, a dar propuestas de acción para contrarrestar, el problema es que todo eso lo debió haber hecho en noviembre del 2016, ahora ya es tarde y más bien parece una estrategia para dejarle el desgaste al presidente de México. Y es que la propuesta de recurrir a las cortes internacionales para demandar violaciones a derechos humanos, más bien es una estrategia ya muy vista por una izquierda demagoga que quiere tachar y envestir a un presidente de tirano y autoritario con hechos nada claros y concretos.
Como lo afirmaba hace unos meses en este espacio, si hay que recurrir a las cortes internacionales para demandar la devastación ambiental que ha originado el muro construido, con hechos y evidencias CONCRETOS, INNEGABLES Y CIENTIFICAMENTE PROBADOS, para que sean reparados los daños y derribado dicho muro. Si al Pejito no le ha cobrado factura en las preferencias electorales su posición en el tema, se debe a que sus rivales y enemigos políticos lo siguen fortaleciendo al llamarlo un peligro para México y tratar de endosarle los saqueos ocurridos producto del gasolinazo. Lo cierto es que en el tema de Trump, el Pejito se vio y se ha visto rebasado y ya no puede hacer nada para revertir eso. En ese sentido, para el Pejito es más importante el hacer acuerdos con televisoras que tomar el liderazgo del tema Trump.
El futuro para México es incierto debido a la ineficacia de su gobierno, nosotros seguimos en los discursos cuando la campaña, el proceso electoral norteamericano ya hace meses que terminó, ¿qué parte no se ha entendido que en la explosión de una crisis de credibilidad, NADIE TE CREE NADA? En cambio para Trump lo único incierto es encontrar el reconocimiento a corto plazo si sigue cumpliendo sus promesas, o sea está actuando EFICAZMENTE. Para la sociedad de consumo mexicana harta con tan solo 10 días de gobierno del payaso Trompitas, la factura de este fenómeno y el gasolinazo ya comenzó a cobrar cuotas altísimas.
Que coincidencias. Una sobre exposición de notas de violencia producto del incremento a las gasolinas y el incierto futuro y estupidez proyectado por el hoy presidente de los Estados Unidos de América y el no saberle hacer frente fueron las gotas que derramaron el vaso para alcanzar en algo que no queríamos parecernos a nuestros vecinos del norte y se los cuento en las próximas dos entregas. No tengan miedo.