¿Es posible, legalmente hablando, la renuncia del actual presidente de México? No, incluso aunque él la quisiera hacer posible. ¿Sería LEGÍTIMA su renuncia que es aclamada en redes sociales y otros lugares? Tampoco. Que yo sepa Enrique Peña Nieto no tiene ninguna enfermedad que no le permita gobernar, incluso, no presenta ninguna enfermedad mental, o sea, no ha perdido la razón. ¡Qué coincidencias! Ya ha habido quien lo señala como esquizofrénico.
Desgraciadamente no podemos reclamarle jurídicamente los actos que para algunos de nosotros han llevado a la ruina al país no obstante que sí está contemplada la figura en la legislación, pero no podemos, porque no es específico el procedimiento en la ley. Son pendientes muy pendientes de nuestra legislación y muy convenientes para nuestros políticos consumistas. Vayamos por partes.
No hay sustento legal para que renuncie Peña Nieto. Tampoco legítimo, por muchos aspectos que escapan de él. Si Enrique Peña Nieto renunciara, pues lo más prudente preguntar sería quién quedaría en su lugar. Unos dicen que Osorio Chong, otros dicen que se tendría que nombrar un presidente sustituto por el Congreso, otras voces más dicen que quien asumiría el poder sería el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y sean peras o manzanas, lo cierto es que son tan endebles nuestras instituciones que NO SOPORTARIAN la renuncia de ningún presidente, llámese Enrique, Andrés Manuel, Margarita, Jorge, o como le quiera poner.
Si EPN renuncia “obligado” por el clamor popular (la calentura) y Osorio Chong asumiera el cargo, ¿se lo merece? Osorio Chong contribuyó al desgarriate que vivimos. Si el Congreso opta por nombrar un presidente sustituto, ¿con qué calidad moral, si todos están señalados como rechazados igual o más que Enrique Peña Nieto?, peor aún, en ese escenario, ¿quién tendría la calidad moral o la estatura para asumir el poder? Mismo caso si fuera el presidente de la Suprema Corte de Justicia, ¿acaso no reclamamos que en este país la justicia no existe y la ley no se respeta? No es nada fácil, así como así, pedir en nuestro país la renuncia de un mandatario.
No hay condiciones reales para poder soportar la caída del presidente de México. No habría certeza para que durante el tiempo en que se llevaran a cabo nuevas elecciones y hubiera un ganador que asumiera el poder, el control del país fuera tomado por entes que nada quieren a la democracia y que mucho menos harán caso a la voluntad popular.
El escenario que atraviesa nuestro país no es nada ajeno al momento que viven otras naciones latinoamericanas, para muestra tres sencillos ejemplos.
Venezuela. Resulta que un presidente señalado como el responsable de la más grave crisis económica que ese país haya vivido (entre otras muchas cosas) y que ha originado una severa CRISIS HUMANITARIA (hambruna), no puede ser removido, mientras sean melones o sandías, si es culpable o no, el mecanismo para quitarlo del poder, un referendo, más que un mecanismo, un juzgado popular en donde todos son jueces y partes, algo muy parecido a lo que se están convirtiendo las redes sociales y páginas que impulsan “cambios” (más bien linchamientos), pues depende de que ese presidente y las instituciones de ese país lleven a cabo dicho referendo.
O sea, como son parte de la misma estructura del poder dependen de la perspectiva de si les conviene o no derribar a su presidente y con ello no seguir ostentando el poco o mucho poder que mantienen.
Guatemala. Yo estoy seguro que usted recuerda muy bien el capítulo en donde al mandatario de ese país lo removieron por supuestos actos de corrupción, mismamente se erigió una protesta, todo un “enjuiciamiento”, lo sentenció culpable, lo quitaron. El resultado es que si bien los guatemaltecos y sus instituciones resistieron un golpe de ese tamaño y con ello se convirtieron en modelo a seguir, pues el gusto no duró mucho, porque el que resultó ganador fue un COMEDIANTE, que está fuertemente señalado por haber sido impuesto por altos mandos militares.
De ser cierta la premisa de que fue impuesto por militares, entonces estamos hablando de una muy original modalidad de golpe de estado. Acá en México comenzamos a averiguar lo costoso que es elegir a “deportistas” para ocupar puestos de elección popular, imagínese un comediante, ni qué decir de TODAS las experiencias HISTÓRICAS que hemos vivido cuando los militares han asumido el poder.
Brasil. Está de moda, cayó la presidenta Dilma, igualmente que el caso de su homólogo guatemalteco por supuestos actos de corrupción. Se arrejuntaron los legisladores y primero la retiraron del cargo y después la derribaron totalmente, podría parecer que el Congreso Brasileño hizo un efectivo contrapeso de poder y evidenció un exceso de gobierno logrando castigarlo en pro de la voluntad popular, la verdad y la justicia.
El problema radica en que como muchos han señalado durante todo el tiempo que duró el mitote brasileño, los que acusaban a la presidenta Dilma, los componentes del Congreso, también están señalados por cometer actos de corrupción, y hasta dan cifras, se estima que el 75% de ese poder legislativo tienen cola que les pisen.
¿Nada fácil ni alentador andar sosteniendo renuncias o derrocamientos de mandatarios verdad? Es necesariamente una gran irresponsabilidad al hacer notar nuestras condiciones institucionales o las características particulares de nuestro “Estado de Derecho”. Nuestras instituciones, las mexicanas, no soportarían un derrocamiento disfrazado de renuncia, y la prueba como ya lo mencioné en párrafos anteriores radica en que el procedimiento no es totalmente claro. Grandísima paradoja, nuestras instituciones son muy débiles, muy endebles, pero por lo menos nos garantizan, tantita estabilidad a la hora de generar transiciones de poder.
Ahora bien, ojo al parche, ¿de dónde nace jurídicamente la idea de la renuncia y/o la rendición de cuentas, y/o el demandar ciertos actos a nuestros gobernantes cuando estos se pasan de tueste? Ah verdad. En nuestro sistema jurídico hay muchos principios que dan origen a dichos actos, pero fundamentalmente uno: EL JURAMENTO DE TOMA DE PROTESTA A ALGÚN CARGO DE ELECCIÓN POPULAR.
En efecto: “…y si no lo cumpliera que el pueblo me lo demande”. Puedo citar otros lugares comunes en la ley, puesto que bien se me puede interpelar que el juramento, o esa parte del juramento se refiere únicamente al cumplimiento de la Constitución y de las leyes que de ella emanan, pero va junto con pegado. Es totalmente legal y legítimo DEMANDAR resultados o fracasos al presidente de la república o a cualquier funcionario público, es legal y además es LEGÍTIMO, pero de eso a lanzar disparates, IRRESPONSABILIDADES, por escribir lo menos, como las de pedir renuncias o presidentes sustitutos, hacen caso omiso a nuestras realidades como nación, quienes las incitan son los primeros que serán aplastados por el “nuevo” poder y se quedarían sin parte del pastel.
Así las cosas, todos aquellos que próximamente quieran ir a marchar o manifestarse ante el presidente de la república para decirle que nos tiene hartos, por seguir escribiendo lo menos, lo pueden y no solo lo podemos hacer, ES NUESTRA OBLIGACIÓN HACERLO, a falta de mecanismos jurídicos claros, pero seguir incurriendo en linchamientos, que obvio, son producto de errores cometidos por los señalados, es entrar en un escenario al que nadie le conviene. Hasta el Pejito es SENSATO, INTELIGENTE, y bien lo volvió a manifestar, ya dejen en paz a Peña, porque no quiere recibir las ruinas de lo que fue un país. Esa misma sensatez lo hará no competir por la presidencia de la república porque su salud no le permite ostentar ese cargo.
No dejemos en paz a Enrique Peña Nieto, ni a ningún otro funcionario público, sigamos exigiéndoles, todos los días a cada momento, para que rindan cuentas, sean transparentes, para que no se roben el dinero, fundamentalmente, para que FUNCIONEN y generen bienestar a nuestro país. Lo que no podemos seguir haciendo es continuar con este gran linchamiento masivo, porque debilita aún más a nuestras instituciones como la envestidura presidencial, y el día que llegue el próximo correrá la misma suerte, pero sin dar resultado alguno, entraríamos como ya lo evidencia nuestra historia, en ciclos de periodos presidenciales inconclusos que solo traen más atraso y muertes.
La crisis de credibilidad que tanto se anunció en este espacio explotó y de todos depende el control de los daños. Se me ocurre pensar que este 15 de septiembre abarrotemos las plazas públicas del país, y en el momento del GRITO quedarnos callados como muestra de rechazo a TODOS nuestros políticos consumistas, acto seguido ir pacífica y responsablemente a nuestras casas con nuestros familiares y amigos a festejar la verdadera independencia de México, su historia, sus instituciones, muy particularmente a todos aquellos que dieron su vida por crear una nación más grande que la que ya tenemos y que desgraciadamente llevamos más de 200 años sin consolidar.
¡Qué coincidencias! Este nuevo tribunal popular de linchamiento masivo, no distingue edad, sexo o color de piel, lo mismo le pega al presidente de México, que al Pejito, que a Nicolás Alvarado, algo que no solo se esperaba, sino que es la consecuencia directa de los efectos que tienen en todos nosotros nuestros medios de comunicación en la era de las sociedades de consumo y que yo he llamado: LA TIRANÍA DE LAS SOCIEDADES DE CONSUMO.