La opinión pública mexicana (por cierto ¿qué será eso?), en general, sin contar con conocimientos especializados sobre “las Pedagogías” ni sobre los procesos educativos, ha llegado a creer que la “Reforma Educativa”, impulsada e impuesta por el gobierno de Enrique Peña Nieto este sexenio, fue correcta y conveniente para el país, pero que se politizó rápidamente. “Era buena, -dicen algunos en forma prejuiciosa-, sin embargo, hubo muchas resistencias, especialmente de los maestros disidentes”.

Don Federico Arreola, Mari Carmen Cortés, Adela Micha y Ciro Gómez Leyva, entre otros, (todos ellos destacados e influyentes periodistas) han llegado a afirmar que la Reforma Educativa “era buena”. Sin embargo, tal afirmación carece de análisis y sustento desde un punto de vista académico, ni está fundada en el conjunto de las discusiones especializadas que se han registrado sobre el tema. ¿Sería conveniente que tales personalidades se acercaran a los círculos de investigadores y profesionales de la educación como para complementar sus dichos y opinar sobre la Reforma aludida con más elementos de juicio?

Reconozco que, dentro de la comunidad académica especializada en temas educativos, sin embargo, hay quienes han tomado partido a favor de la mencionada Reforma. Como sabemos el discurso pedagógico sobre los aprendizajes escolares defendido por la Secretaría de Educación Pública (SEP), que ha contado con el respaldo de un sector de investigadores educativos, está montado sobre todo en un concepto principal: las “competencias educativas”. Sobre ello hay que discutir.

Es un concepto polémico en sí mismo, que ha despertado amplia discusión entre académicos y especialistas en las comunidades de la investigación en México y el mundo. Esto ha sido así especialmente desde que dicho concepto fue usado como sustento teórico por la Organización para el la Cooperación el Desarrollo Económicos (OCDE), para armar técnicamente las evaluaciones de los aprendizajes dirigidas a los jóvenes de los países miembros de ese organismo multinacional, a finales de la década de los años 90.

Aunque el concepto de “competencias” en la educación surgió en el ámbito del posgrado y en los estudios profesionales en los años 80, sus aplicaciones más recientes se han extendido hacia otros niveles educativos. El desarrollo del concepto de “competencias clave” (ver key skills, en la literatura científica), por ejemplo, en la Educación Básica (Preescolar, Primaria y Secundaria), a su vez está relacionado íntimamente con el concepto de “aprendizajes clave” (para más detalles, ver mi comentario “Aprendizajes clave: ¿Las claves de la Educación?”, SDP Noticias, 3 de julio, 2017). Según la OCDE: “Una competencia es más que conocimientos y destrezas. Involucra la habilidad de enfrentar demandas complejas, apoyándose en y movilizando recursos psicosociales (incluyendo destrezas y actitudes) en un contexto en particular. Por ejemplo, la habilidad de comunicarse efectivamente es una competencia que se puede apoyar en el conocimiento de un individuo del lenguaje, destrezas prácticas en tecnología e información y actitudes con las personas que se comunica.” (1)

Desde el 2011, la SEP estableció en el Acuerdo 592 (sobre la Articulación de la Educación Básica), que: “Una competencia es la capacidad de responder a diferentes situaciones, e implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimientos), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (actitudes y valores)”. Así que la adopción del concepto de “competencia” en educación, por parte de las autoridades educativas federales en México, no es nuevo.

El texto del Modelo Educativo 2016 (publicado oficialmente en 2017 por la SEP) indica que “El currículo nacional debe fomentar el desarrollo de competencias para la vida que son fundamentales. Una competencia clave que estructura a otras es “aprender a aprender”, que significa aprender a pensar, a cuestionarse acerca de los diversos fenómenos, sus causas y consecuencias, a controlar los procesos personales de aprendizaje, así como a valorar lo que se aprende en conjunto con otros... Una segunda competencia clave que está relacionada con el desarrollo de las habilidades socioemocionales de los niños y los adolescentes es “aprender a convivir”, ya que se trata de un fin que en nuestra época debemos enfatizar.” (pp. 46-47).

El problema que presenta esta concepción teórica y metodológica, (que por cierto no es muy novedosa, como ya lo afirmé, ya que la OCDE la ha utilizado desde finales de los 90), no es tanto lograr su definición o caracterización, sino valorar su pertinencia y sentido de oportunidad. Pero hay más argumentos en contra: Tal como lo expresé en otra columna en este mismo espacio, hace dos años, hay también un problema de “uniformidad”: “Acerca del diseño curricular para la Educación Básica, principalmente, conviene abrir la mirada hacia otros horizontes teóricos y establecer, en todo caso, una ruta crítica, plural, para lograr mayor dinamismo y diversidad en la plataforma pedagógica que da lugar y sustento a la selección de los contenidos, ya que una matriz genérica, única o uniforme (basada en el “desarrollo de competencias clave”), agota las opciones creativas y cierra toda posibilidad de flexibilidad y de plasticidad que necesita la educación contemporánea, esto, en función de la diversidad cultural, étnica, lingüística, social, política y económica de las distintas regiones de México. Para ello, es de suma importancia retomar otros modelos de diseño curricular y, sobre todo, escuchar las voces de las figuras educativas, por su sabiduría y experiencia: maestros, maestras, directivos, asesores, etc., así como la opinión de las figuras protagonistas de los aprendizajes: los niños, las niñas y los jóvenes que son los sujetos de la transformación educativa.” (Ver “Sobre las competencias clave del Modelo Educativo 2016”, SDP Noticias, 11 de agosto, 2016)

Este lunes, 6 de agosto 2018 y durante la semana, los docentes, directivos y asesores de Educación Básica de todo el país revisarán la Guía denominada: "Aprendizajes Clave para la Educación Integral. Guía de la Semana Nacional de Actualización, 6 al 10 de agosto de 2018", que recientemente fue publicado por la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP. Algunas de las preguntas que surgen en torno a sus contenidos son: ¿En las sesiones de actualización se discutirán estos argumentos y fundamentos sobre la concepción educativa y pedagógica que tiene como base el concepto de “competencias”, impuesto por la SEP a docentes, directivos y asesores técnicos de México? ¿Cuáles son los aspectos flacos, débiles, conflictivos o fuera de contexto social que se pueden identificar sobre estos contenidos y métodos designados (particularmente sobre la noción de “Aprendizajes clave”)? ¿Con qué elementos podríamos proponer, juntos, docentes, directivos y asesores técnicos, los caminos alternativos frente a las limitaciones y la obsolescencia que presenta el modelo oficial basado en el “desarrollo de competencias”?

La Guía que el magisterio nacional habrá de seguir durante estos días está compuesta de cinco apartados (sesiones) que, a decir verdad, son insuficientes, porque están diseñadas para abordarse durante cuatro horas, durante cinco días: Total 20 horas. En la primera sesión se hará un análisis comparativo de los "Programas educativos”: cambios y continuidades, ¿qué, cómo y con quién se aprende?" (En cada nivel de Preescolar, Primaria y Secundaria); en las siguientes sesiones se revisarán diversos temas como: “Los calendarios”; "La evaluación..."; "los materiales... 2018-2019"; así como "la implementación del componente Autonomía Curricular del Modelo Educativo..."; y en la última sesión se realizará: "un ejercicio de planificación para iniciar el ciclo escolar". ¿Y luego, qué va a pasar después del 1 de diciembre en que entrará en funciones el nuevo gobierno federal, en medio de este esquema centralizado de la educación? ¿Hay alguna línea institucional por parte de los equipos de transición sobre este incierto asunto?

Ojalá que durante estos días previos al inicio del año lectivo 2018-2019, en cada grupo, cada escuela, zona o sector escolar las figuras educativas, quienes tienen a su cargo las actividades escolares, que son protagonistas de las prácticas educativas y pedagógicas cotidianas, asuman las responsabilidades correspondientes y se den a la tarea de crear condiciones para discutir de manera profunda y argumentada, los fundamentos y presupuestos teóricos y metodológicos que ha utilizado la SEP en el Modelo Educativo 2017 (brazo pedagógico de la Reforma Educativa del sexenio que está por concluir), así como sobre la lógica del Plan y los Programas de estudio publicados, a efecto de no solo criticarlos, sino también para establecer los nuevos horizontes del cambio educativo que vamos a construir, más allá de la Reforma en cuestión, que va de salida; y delinear justamente qué tipo de educación queremos para los estudiantes en los siguientes años. ¿Qué criterios alternativos habrán de adoptarse para arribar a un cambio educativo verdadero, de raíz?

Por último, retomo un fragmento referente a el tema de las “competencias educativas”, tomado del libro del profesor Philippe Perrenoud, quien reconoce la complejidad y la falta de consenso sobre este asunto: “El análisis de competencias remite constantemente a una teoría del pensamiento y de la acción situados, pero también del trabajo, la práctica como profesión y condición. Es decir, que nos hallamos en terreno pantanoso, a la vez que en el plano de conceptos e ideologías” (2)

Que la discusión y las reflexiones sobre estos puntos esenciales del nuevo plan educativo alternativo 2018-2024 (con enfoque hacia la descentralización política, administrativa y pedagógica), con todo y sus conceptos y argumentos de fondo, se inicien lo más pronto posible en esta peculiar coyuntura política, social y educativa que vivimos en México.

(1) OCDE. La definición y selección de competencias clave. (2001) (Defining and selecting key competencies).

(2) Philippe Perrenoud. Diez Nuevas Competencias para Enseñar. (2004). B.A.M. SEP, México. p. 11

jcmqro3@yahoo.com