Seguramente al leer este texto le voy a caer muy mal, así que si no quiere molestarse, mejor no siga leyendo esta columna.
Comer tacos, ver el futbol, citar a dios en los momentos de dolor o alegría, irle al equipo que más títulos tiene en sus repisas del país que sea y darle el voto mayoritario a los partidos políticos como el PRI es más común de lo que parece entre los mexicanos.
La mercadotecnia y el control.
Los mexicanos hemos sido expuestos a un control mediático principalmente en donde durante más de 40 años sólo existían las voces “oficiales” que nos dictaban lo que “estaba bien consumir” y lo que no debíamos hacer, claro esto ha repercutido en las nuevas generaciones que no han estado tan expuestas a los medios que han trabajado a la par con el estado, pero en nuestros hogares se han repetido la gran mayoría de estos esquemas en donde más allá de la alimentación, que es parte de nuestra cultura que es amplia y deliciosa, les han heredado a sus hijos el sistema de control que se ha impuesto a lo largo de estos años.
La mayoría de los mexicanos consumimos las mismas marcas de telefonía, de sistema de cable y datos, la misma religión, el mismo banco y hasta el mismo partido político, a este gran sector de la población le cuesta trabajo creer que otras opciones pueden darle un mejor servicio o producto y les cuesta mucho trabajo cambiar sus marcas, equipos deportivos y por supuesto sus ideas religiosas.
Para la mercadotecnia que trabaja con una marca ya establecida en la psique del mexicano, es muy fácil llevar a cabo su labor profesional sólo es cuestión de decirle en los spots comerciales que su marca es la mejor y que la competencia es mala o un peligro para su economía. Por esta razón si usted va a un centro comercial dos bancos son los que comúnmente se encuentran abarrotados mientras que los demás tienen pocos clientes y exactamente lo mismo pasa con la compañía telefónica que tiene el control de la mayoría de los clientes de este país. Eso sin contar que el refresco de cola que se consume por todo el país y por supuesto la religión “oficial” aunque seamos un país laico.
Crear una cultura de competencia en México es muy complicado ya que usted mismo y los que lo rodean, no entienden y les cuesta trabajo desprenderse de sus hábitos de consumo. Esos mismos hábitos son los que el partido en el poder aprovecha para generar en la mayoría de la población un cierto miedo hacia los nuevos y hacia los que se oponen a sus ideas.
Por eso cuando nos quejamos colectivamente no entendemos que el país no cambia gracias a nosotros mismos que no permitimos creer en las opciones comerciales y/o políticas y eso tiene que ver con el miedo que se nos ha infundado a estar en contra de lo establecido.