“Sólo se vive una vez. No la cagues. –Walter Bazar”, pone Salvador ‘Chava’ Iglesias en su cuenta de Twitter, personaje de la ya famosa y popular serie de Netflix, y que, sin duda, personifica lo que Club de Cuervos es: una realidad cómica.
Es un juego de drama y comicidad que, desde luego, refleja una aura del humor mexicano y termina siendo una crítica directa con los acontecimientos de la vida real, enseñándole a la gente lo que ocurre en vestidores. Crean humor dentro del conflicto.
Porque la trama que maneja sobre el futbol es compleja y en algunas circunstancias exagerada, hasta el punto de ser ridícula sin perder su naturalidad y realidad, ya que son escenarios no expuestos dentro del mundo del balompié.
Junta dos grandes contenidos que mueven a los mexicanos: el fútbol y la comedia.
Además de representar –más allá de al mexicano–, al hombre; dado que la serie transmite con sus personajes que ni todos somos completamente buenos, ni todos somos completamente malos, sencillamente somos humanos. Pues las decisiones que toman éstos dependen de las circunstancias, primero teniendo buenas intenciones y luego siendo egoístas, algo natural en toda persona. Ello es lo que da veracidad para que el público se sienta cercano a los sucesos de la serie.
Desde luego, sus referencias del mundo actual también son un gran atractivo. Puesto que crean una burla sin ofensa de diferentes personalidades reales, expresando un “si hubiera sido en México...”, y un “si hubiera sido con esta persona...”, “así sería”.
Creando una realidad paralela, como la idea de un filósofo o conocedor de la vida para superar situaciones difíciles: un Walter Bazar que lo sabe todo. Otro punto más para el éxito de Club de Cuervos al tomar un aspecto “humano” y generar empatía.
Sin duda, sus personajes principales son lo más atrayente: la lucha de orgullos de Isabel y Chava –una actitud muy común en el hombre–, jugando con el género como punto de partida. Mostrando una lucha que todo hermano tiene en algún momento dentro de su hogar y que repercute en el ámbito laboral y sentimental.
Isabel, representando un papel muy importante e influyente: el ser mujer, demuestra su rol en el área laboral, con la discriminación y machismo; hacedora de múltiples tareas, rescatando a todos de sus problemas y siempre viendo desde distintos ángulos; creando una planeación y formando una estructura, dando a entender su filosofía: todo es un proceso, paso por paso. Además de expresar el coraje y el sentimentalismo. Tiene tendencias conservadoras en sus actitudes, como la “generación Y”, frente a un Chava Iglesias.
Porque Chava, por otro lado, se sitúa como la impulsividad del hombre, con caprichos a ras de piel sin un análisis muy profundo; la improvisación y búsqueda de una superación y crecimiento “rápido”, dando más importancia a lo estético y monetario. Llega a simbolizar a la Generación Millennial que ahora utiliza la aventura como punto de partida.
Por supuesto, además de ellos, muchos personajes de la serie tienen bien desarrolladas sus personalidades, sin embargo, hay algunos papeles incómodos con actuaciones sin carisma que generan un tipo de vergüenza ajena. Y en general, llevan consigo actitudes estereotipadas, comúnmente utilizadas en la comedia mexicana.
Si bien maneja un buen guión y personajes bien estructurados, dentro de los primeros capítulos –y podría decirse que en toda la primera temporada–, hay panoramas que pasan de una realidad, a una obvia pantalla verde. Algunos paisajes lucen falsos y en principio transmiten una atmósfera un tanto opaca durante algunas escenas.
A pesar de ello: “Ho'oponopono, yo los perdono”. Club de Cuervos gana muchos puntos a su favor, al estar jugando dentro de un escenario distinto a lo que actualmente plantean las comedias mexicanas, quitando el conflicto amoroso para colocar una lucha entre hermanos dentro de una escenografía globalmente alabada: el futbol.
Karina Cordova (@karinacdva).